CANTO A JESUS
Hundida la humanidad se encontraba, Y corría veloz al precipicio, Más la hora el reloj eterno marcaba, Y Juan y Jesús se aprontan al sacrificio. El final del quinto día señalaba La lujuria, el error y el despotismo De una religión que a Dios nombraba Y sus sacerdotes se abrogaban Descendencia y derechos divinos. Es esclavo el hombre y la mujer su esclava Y sólo el sacerdote impera en voluntad; Se ciñe las coronas, los cetros y las bandas Y se hacen poderosos siendo nulidad. Las ciencias no mejoran, las artes se retrasan, Y así la ley divina, envuelta está en las sombras. ¿Quién salvará a la Tierra De tanta confusión? ¿Quién domará la fiera? ¿Quién sembrará el amor? Sólo el que tiene fuerza; Sólo el que tiene amor. Antulio que habló antes De amor y ciencia viva, Entre los sabios pedantes Que dominó la envidia Y le dieron la cicuta…, Hablado ¿Vendrá a ser el mesías Del mundo, tierra abrupta?... Y Elías el profeta Que no arredró aquel pueblo Teniéndolo sediento Ni con su austero ejemplo Ni con la fuerte tormenta Hablado ¿Hará ahora la ofrenda De ser el precursor?... Él es la fortaleza: Él vencerá a los grandes Que sólo su entereza Podrá dar la certeza De hundir a los bestiales, Aún en sus bacanales, Dándoles su cabeza. Antulio, del amor Eva, la imagen viva Y Elías el valor; Los dos pronto vendrían Y otros en compañía Salieron de Sión. Ya Juan va en descubierta; Ya sale del desierto Y ya su voz de trueno Resuena en el averno Y despierta al sentimiento La humanidad sedienta; Pero una vil sirvienta De placer pudibundo De un loco tremebundo Alcanza su cabeza… Y aquella lengua viva Que bien llamó “Serpientes” A aquellos delincuentes Cayó por la cuchilla: Pero dejó semilla De frutos que son vida Que han poblado el desierto Porque su testamento Lo recogió el Mesías Jesús, que predicaba Al pueblo laborioso Y no se dio reposo Pues vio que le esperaba El mismo desenlace Y en vez de amedrentarse Más fuerte y claro hablaba Y tres años más tarde Al Gólgota llegaba, Que así obra su sacerdocio. Amor predicó Jesús Y libertad redentora; Y aún en su última hora Desde la afrentosa cruz Probó que era la luz Y llamó a Helli que es el Padre Ante su hermano y su madre Y les perdonó el delito; Mas se confirmó que el cristo Es peligro y es la cruz. Allí acababa Jesús De apóstol su corta vida Por la casta fratricida Que siempre encubrió la luz, ¿Triunfará en esa matanza? No, que el “grano de mostaza” Lo sembraron profundo Y en corazones fecundos Y aunque 20 siglos tarde, Cubrirá el monte y los valles Y dará sabroso fruto. Fuerte al sufrimiento fuiste Como espíritu y como hombre Y el ignominioso nombre Te agobió y no eres cristo Porque peligro es el cristo Y tú salvaste a los hombres: Mas el fango de ese nombre Que enlodó tu hermosa luz, En el cristo y en la cruz Se lavó y al fin venciste. La doctrina que traías La que de Juan heredaste Con tesón y amor sembraste En el espíritu hambriento De Justicia y libertad; Y aunque “grano de mostaza” Nadie rompió su coraza Y germinó y frutos da Que presentamos al Padre Cumplidas las profecías, Del contrato y testamento De nuestro padre Abraham. Hoy el mundo en la Comuna, Ya no es el hombre en la cuna; Y a una voz te confiesa Vencedor en lucha fiera. No te adora, te venera Y con ti al fuerte Juan Cumpliendo vuestro mandato; Amándose como hermanos Y sólo al Padre adoramos En espíritu y verdad. Esta es tu palma ¡Oh Jesús! Esto es tu laurel ¡Oh Juan! Y estas palmas y laureles Son coronas de claveles, Que os da la humanidad En el día de la luz. Cantad montes y collados: ¡Canta tú humanidad!... Porque si hoy cantas libre, Es por Jesús y por Juan. Ciñámosles coronas De flores y de aromas Cantemos alegrías Cantemos libertad Al Padre que nos dieron Porque decir no pudieron Aún su nombre de Eloí. Autor: Joaquín Trincado Música y arreglo: José Luis Alcázar Herrera Voz: José Luis Alcázar Herrera |