VIDA HISTÓRICA DE JESÚS DE NAZARET

Este retrato fue reproducido, ampliado y coloreado por el artista e imaginador Héctor Rojas Valdivia, con base en la siguiente imagen:

JESUCRISTO

El mismo ayer, hoy y para siempre

La descripción de la persona de nuestro Salvador

Lo siguiente fue tomado de un manuscrito en posesión de Lord Kelly y guardado en su biblioteca privada. Fue copiado de una carta original de PUBLIUS TENTULLUS, en Roma.

Siendo la costumbre usual de los gobernadores romanos de informar al Senado y Pueblo de los acontecimientos materiales que tomaron lugar en sus provincias, en los días de TIBERIUS CAESAR, Publius Tentullus, Presidente del Índice escribió la siguiente carta al senado con respecto a nuestro Salvador:

“Aparece en estos días nuestros un hombre de gran virtud, que se llama Jesucristo, quien todavía está viviendo entre nosotros. Por los gentiles está aceptado como un PROFETA DE LA VERDAD, pero sus propios discípulos le llaman “HIJO DE DIOS”. Resucita los muertos y cura toda clase de enfermedades. Es un hombre de una estatura algo alta y garbosa, con un semblante muy venerable, el cual el espectador ama o teme. Sus cabellos son de color de castaña. Son lisos hasta las orejas, pero se vuelven más brillantes hacia abajo y caen en forma de rizos y ondas sobre sus hombros. En el centro de la cabeza hay una hendedura o partición según el estilo de los NAZARITOS. Su frente es plana y muy delicada; su cara sin ninguna mancha o arruga, hermoseada por un bonito color de rosa. Su nariz y boca están formadas de una manera que no se puede encontrar nada reprensible. Su barba es algo espesa y de color igual al de los cabellos; no es muy larga pero horcada. Su mirada es inocente, pero madura, y sus ojos son de color gris claro y muy vivos. Cuando censura es terrible; cuando reprende es cortés y bien hablado. Su conversación es agradable, mezclada con seriedad. Nadie se puede recordar, si le ha visto riendo, pero muchos le han visto llorando. La proporción de su cuerpo es muy excelente, y sus manos y brazos de una apariencia muy delicada. Cuando habla es muy mesurado, modesto y sabio, y es una persona bella, superior a los hijos del hombre.”

Esta imagen y redacción, aparece en las páginas 77, 78 y 79, de La Enciclopedia Naturista Mazdaznan, Serie N° 3.

ALGUNOS DATOS (TOMADOS DE WIKIPEDIA), DE LOS PERSONAJES QUE SE SEÑALAN EN LA IMAGEN ANTERIOR:

TIBERIUS CAESAR: Tiberio Julio César, nacido con el nombre de Tiberio Claudio Nerón, fue el segundo Emperador de Roma del 18 de septiembre del año 14 al 16 de marzo del año 37 D. C. Durante su reinado: a las 12 horas del día viernes 27 de marzo del año 33, Jesús de Nazaret fue ejecutado por órdenes del gobernador de Judea, Poncio Pilatos.

Bayezid II, gobernó como Sultán del Imperio Otomano de 1481 a 1512; su hermano Cem, reclamaba el trono, apoyándose militarmente con los Caballeros de la Orden de San Juan en Rodas; éstos lo hicieron prisionero enviándolo al Papa Inocencio VIII, quien lo empleo como instrumento para expulsar a los turcos de Europa; pero no se llevó a cabo la Cruzada Papal y Cem fue encarcelado en Nápoles, muriendo de una enfermedad infecciosa, según los informes oficiales.

Inocencio VIII, nacido con el nombre de Giovanni Battista Cybo, fue el Papa 213 de la Iglesia Católica, desde 1484 hasta 1492.


I N D I C E

A.- VIDA HISTÓRICA DE JESÚS DE NAZARET, DEL LIBRO FILOSOFÍA AUSTERA RACIONAL, PRIMERA PARTE, CAPITULO II, PÁRRAFO IX, DE JOAQUÍN TRINCADO.
2°) Jesús de Nazaret.

B.- EL MISIONERO Y SUS FACULTADES.
Comunicaciones medianímicas por posesión, recibidas por conducto de la médium hermana Margarita M. de Martínez ; en la Cátedra Regional Mexicana, “Unión Fraternal” A.C.

NOTA: Los títulos de las comunicaciones numeradas a continuación, en letras minúsculas fueron agregadas por Grupo Atril, porque no tenían título; las comunicaciones que si tenían los títulos, están en letras mayúsculas.

B.1.- SABIDURIA DE LA LEY AL PERMITIR QUE UTILICEN ÚNICAMENTE AQUELLAS DE SUS FACULTADES QUE REQUIERAN PARA EL CUMPLIMIENTO DE SU MISIÓN.
“Manifiesta haber sido un hombre como todos; un niño débil, poco apto para el trabajo material.”

B.2.- EL MAESTRO JESÚS DE NAZARETH ANUNCIA EL PRINCIPIO DE LAS GRANDES REVELACIONES OFRECIDAS, NO SOLO ACERCA DE SU VIDA MATERIAL Y DE SU MISIÓN, SINO QUE TAMBIÉN LA ACTUACIÓN DE OTROS GRANDES ESPÍRITUS.
“Promete hacer aclaraciones a lo que afirma la Biblia y relatar detalles de su vida íntima y del cumplimiento de su misión.”

B.3.- PROMESA CUMPLIDA. UN ESPÍRITU GRANDE SE PRESENTA PARA ANUNCIAR UNA OBRA DE TRASCENDENCIA.
“Viene a pedir ayuda para dar una explicación clara de los evangelios tan mal interpretados y comprendidos.”

B.4.- La salud de la materia refleja la salud del espíritu.
B.5.- Videncia del Maestro, cuya luz deslumbró a la médium dejándole sólo la impresión imborrable de sus ojos maravillosos.
B.6.- LA CONFUSIÓN: TREMENDAS CIRCUNSTANCIAS EN QUE EL MESÍAS DEL AMOR TUVO QUE DESARROLLAR SU PELIGROSA Y DELICADA MISIÓN.
“La confusión que reina actualmente en el mundo es semejante a la confusión en que le tocó actuar.”

B.7.- LA KÁBALA.
“La Kábala secreta; dificultades para ingresar a ella, mientras ahora asistimos libremente a nuestras Cátedras, donde se reciben las enseñanzas del espacio.”

B.8.- Es más hondo el dolor que le causa esa fe ciega, idolátrica, que lo ha hecho un Dios, que los martirios de la pasión.
B.9.- Relata la curación de un niño poseso, como son la mayoría de los casos considerados ahora como locura.
B.10.- VIDENCIA DEL MAESTRO REALIZANDO ESA CURACIÓN.
B.11.- Explica el por qué de la castidad, consecuencia natural de la altísima misión que tenía que desempeñar.
B.12.- LAS BODAS DE CANÁ.
“La verdad acerca de las bodas de Caná.”

B.13.- Bienaventurados los que gozan de la paz espiritual.
B.14.- Las religiones adulteraron las escrituras para poder crear la leyenda de la navidad.
B.15.- CANCIÓN AL ABETO PARA NAVIDAD.
B.16.- Una imponente tempestad le da oportunidad de decir a sus discípulos que aquella fuerza arrolladora sería más tarde, dócil instrumento del Hombre.
B.17.- Describe su martirio moral en la cruz, más intenso, incomparablemente, que el dolor físico en la crucifixión.
B.18.- El “santo sacrificio de la misa” es la burla más sangrienta y que más hiere al Maestro.
B.19.- Explica por qué no dudó en abandonar a su madre, y la reivindica ampliamente en su calidad de madre normal y perfecta.
B.20.- Clama porque cese ya esa inicua explotación de su martirio en la cruz.
B.21.- Recorre sabiamente los tres reinos principales demostrando que admirable es la vida en el seno de la Naturaleza.
B.22.- Cura, besando sus llagas, a un leproso y sus discípulos Pedro y Juan, curan a otros dos, en la misma forma.
B.23.- Hace una cálida apología de la humildad como signo de verdadero progreso espiritual.
B.24.- VIDENCIA DEL MAESTRO.
B.25.- Dice seguir encadenado a la tierra por el falso culto que se le rinde.
B.26.- Hace una síntesis de las grandes verdades de la vida y del universo.
B.27.- Reconoce humildemente los dolores y flaquezas de la materia.
B.28.- En un paraje árido encuentra motivos para mostrar a sus discípulos que nada se pierde, todo lo aprovecha la sabiduría divina.
B.29.- Predice un porvenir de paz, amor, tranquilidad y armonía para la humanidad terrestre en un futuro próximo. (FALTA ESTA COMUNICACIÓN EN DOS PAGINAS).
B.30.- Para un espíritu humilde, como el suyo, no hay martirio más grande que ser deificado, desconociendo, en cambio, su verdadera obra.
B.31.- Espíritus grandes vienen a veces a encarnar desprovistos de sus grandes atributos, por lo que no hay que despreciar a los humildes.
B.32.- Pide no se haga tanto alarde de su sacrificio corporal, cuando hay tanto dolor espiritual en el mundo.
B.33.- Están las lámparas del dolor encendidas. Hay fiesta en el espacio.
C.- LIBRO DEL Amoroso y Bello Pensamiento
PRIMERA PARTE, SEGUNDA EDICION, EDICIONES DEL AUTOR 1947.
COMO ESCRIBI ESTE LIBRO







A.- VIDA HISTÓRICA DE JESÚS DE NAZARET, DEL LIBRO FILOSOFÍA AUSTERA RACIONAL, PRIMERA PARTE, CAPITULO II, PÁRRAFO IX, DE JOAQUÍN TRINCADO.
2°) Jesús de Nazaret.

NOTA: Para estos temas, se recomienda basarse en libros editados o digitalizados por las cátedras de EMECU (Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal) DE JOAQUÍN TRINCADO; porque en libros de otras editoriales, por ejemplo en el libro de JESUS HOMBRE Y NO DIOS, aún cuando dice: “Copia literal de la Filosofía Austera Racional”, existen errores ortográficos como: punto, coma, punto y coma, comillas, interjecciones, paréntesis y de palabras, frases u oraciones agregadas u omitidas; que distorsionan el sentido de lo escrito; como se señala a continuación:

I).- DICE:…”tomar el templo y arrojar a los sacerdotes poniéndolo a él de Maestro” aceptó y ...

DEBE DECIR:…“tomar el templo y arrojar a los sacerdotes proclamándolo a él Rey del pueblo Judío que en herencia correspondía, aceptó y ...

II).- DICE:…corre sangre a los pies de Jesús, con lo que no había contado y con la que él, no podía transigir y apenas sentado en el trono, renunció de Rey….

DEBE DECIR:…corre sangre a los pies de Jesús, con lo que no había contado y con lo que él no podía transigir y apenas sentado en el trono, renunció de Rey….

III).- DICE:…Ahora los sacerdotes extreman sus esfuerzos; hacen denuncias, pero el…

DEBE DECIR:…Ahora los sacerdotes que saben de su renuncia, extreman sus esfuerzos; hacen denuncias, pero el…

IV).- DICE:…una toalla y clavó los ojos en Judas diciendo:…

DEBE DECIR:…una tohalla y fijó los ojos en Judas, diciendo:…

V).- DICE:…en este acto en que los apóstoles son confirmados apóstoles….

DEBE DECIR:…en este acto en que los discípulos son confirmados apóstoles….

VI).- DICE:…pero algo necesita y deja a sus discípulos…

DEBE DECIR:…pero de algo necesita deshacerse y deja a sus discípulos…

VII).- DICE:…el beso al Maestro lo que era la consigna y los guardias lo apresaron…

DEBE DECIR:…el beso al maestro, que era la consigna y los guardias lo apresaron…

VIII).- DICE:…y delegan acusadores falsos que pregonan que Jesús ha querido destruir el templo;…

DEBE DECIR:…y delegan acusadores falsos que pregonen que Jesús ha querido destruir el templo;…

IX).- DICE:…”El pueblo es del último que llega”.

DEBE DECIR:…”El pueblo es del último que le habla”.

X).- DICE:… ha levantado al pueblo con sus prédicas hablándoles de sus derechos,…

DEBE DECIR:… ha levantado al pueblo en sus prédicas hablándoles de sus derechos,…

XI).- DICE:…”El pueblo lo pide, que muera”, dice el Pontífice, y Caifás…

DEBE DECIR:…”El pueblo lo pide” –que muera dice el pontífice y Caifás…

XII).- DICE:…lo sabían los sacerdotes por los achaques que de palabra…

DEBE DECIR:…lo sabían los sacerdotes por los chasques que de palabra…

XIII).- DICE:…y viendo que Jesús vivía, encargó el silencio, cierra el sepulcro destinado (que era el suyo) y….

DEBE DECIR:…y viendo que Jesús vivía, encargó el silencio; cierra el sepulcro destinado (que era el suyo, encerrando allí la sábana que lo recogiera de la cruz manchada de sangre) y….

XIV).- DICE:…las cosas, para producir los efectos que han de ser castigo a los sacerdotes,…

DEBE DECIR:…las causas, para producir los efectos que han de ser castigo a los sacerdotes,…

XV).- DICE:…(Efecto de la crasa ignorancia)….

DEBE DECIR:… (Efecto de la causa ignorancia)….

XVI).- DICE:…(no del todo exactas porque aún no era hora), las que…

DEBE DECIR:… (no del todo enteras porque aún no era hora) las que…

XVII).- DICE:…He dejado escrita esta página de la historia, ocultada en la sabiduría suprema del espíritu, en defensa de la verdad misma, ocasionada…

DEBE DECIR:…He dejado escrita esa página de historia ocultada, por sabiduría suprema del espíritu en defensa de la verdad misma, ocasionada…

XVIII).- DICE:…todas las filosofías hasta aquel momento histórico expuestas será donde los estudiantes de estos cursos, han de encontrar material suficiente para su desarrollo en todos los acontecimientos que interesan al hombre, para el conocimiento de las llamadas fuerzas y ciencias ocultas, que quedan enumeradas y que, en verdad…

DEBE DECIR:…todas las filosofías hasta aquel momento histórico expuestas, será donde los estudiantes de estos cursos han de encontrar material suficiente para su desarrollo, en todos los conocimientos que interesan al hombre para el conocimiento de las llamadas fuerzas y ciencias ocultas que quedan enumeradas y que en verdad

Todo el cielo fantástico creado a este hombre, se desploma con un rugido de fiera que muere herida a fuego.

Todo el cimiento de ese falso edificio se descubre apestando su podredumbre a todo el género humano y aun escandaliza a los engañados por el apócrifo nombre de Cristo cargado con tanta infamia al hijo legítimo en la carne, del carpintero José.

Voluminosos tomos en blanco se ofrecen a mi pluma para que grabe en ellos la verdad de las cosas; pero… esperar, esperar tranquilos; que luego que la lengua de acero pronuncie impresas estas verdades lacónicas, duras, frías como filosóficas, preparen a los enfermos a pedir por ellos mismos la medicina y el remedio eficaces a su mal, los hombres os llenarán.

¡Jesús!... ¡ya es hora! Sal al público como hombre entero, sin apócrifos ni infamias; sin la vergüenza de Dios vengativo ni la ruindad del ídolo irracional y preséntate hombre en ley, hijo como todos los hombres del Creador y por lo tanto, hermano de todos los hombres, bajo cuya verdad, solo puedes ser querido sin ser temido y reconocido en tu valor de misionero, que siendo Dios, no tendrías ningún valor. Y no sólo no lo has tenido, sino que según la ciencia, en la forma inicua que eres expuesto y consagrado, no has existido; eres un mito; estás vilipendiado por los científicos, porque eres ultrajado por los que quieren pasar por ministros divinos.

<No hablemos de virginidades de mujer. La virgen anunciada era la “ciencia” que pariría el Salvador “progreso”….; (EL PRIMER RAYO DE LUZ, ¿Con Moisés o con Darwin?, Mis Observaciones, punto 8).>

Tu situación es, la que ningún ser de la tierra soportó; pues no puedes ser Dios y dejas de ser hombre. Yo dejo esta acusación a la filosofía y doy la parte de culpa de los causantes al tribunal del Padre común, de este delito, insólito en la historia de los infinitos mundos del universo, para que hagan justicia. Yo, hago historia filosófica.

Como consecuencia de los acuerdos de los consejos y Tribunal del Padre Creador, que atrás dejo anotado, nace Jesús, hijo primero del matrimonio de José el carpintero de Nazaret y de María de Jericó, los que tuvieron siete hijos. Ya, José, al casarse con María, era viudo y tenía 5 hijos de su difunta Débora, los que llevó al matrimonio.

<“Se sabe que José al casarse con María era viudo de Débora de la cual tuvo también 5 hijos, que con los siete que tuvo luego con María, llegó a los doce hijos, cuyos nombres eran así: En Débora: Eleazar, Cleofas, Matías, Simón y Judas, y, en María los siguientes: Jesús, Efraín, José, Elizabeth, Andrés, Ana y Jaime. Total doce hijos por lo cual le intitularon Patriarca José.” (JESÚS HOMBRE Y NO DIOS).>

No es verdad que la niña María, estuviera depositada en el templo; siendo la mayor garantía de esto, que Joaquín, el pastor de Jericó su padre, era antirreligioso, puesto que era miembro de la Kábala Secreta de Moisés. Y, otra no menor prueba es, la sentencia de muerte de Jesús dada por los sacerdotes; que si María habría sido la virgen que los sacerdotes esperaban, su influencia, habría evitado tal crimen perpetrado de largo tiempo. Luego, ni María es la tal virgen, ni Jesús el mesías prometido: y con esto, filosóficamente, por todas las reglas inductivas, deductivas y lógicas, quedan: María, mujer simple como todas las mujeres; y Jesús, hombre como todos los hombres, y así, su obra es meritoria. ¿Hay algún Falaz que pueda destruir esta verdad? Si alguien se atreve a poner una sola objeción, ese es su enemigo. Ese es uno de los mixtificadores; ese es uno de sus asesinos; ese es un enemigo del progreso y un verdugo de la especie humana.

Aun cuando obra en esta unión lo espiritual, es igualmente en todo su rigor un caso natural; un efecto de la causa Ley que rige las cosas del universo entero, pero cuyo estudio no es de este lugar.

José el carpintero de Nazaret, aunque sea bajo el traje humilde pero honrado del obrero, su espíritu es el del Padre de Shet, Adán histórico, y María, Eva; no en el paraíso, sino en la hoy ciudad de Abderabat, en la India.

<… en la ciudad de Abderaban, existen los cráneos (y la tierra los guarda) de Adán y Eva y de su hijo el Investigador y Legislador Shet; …(LOS EXTREMOS SE TOCAN, punto 109, EDICIONES “VOZ INFORMATIVA”).>

<…la Geología, la Filología y la Antropometría han de decir sin miedo a equivocarse: He aquí los cráneos de Adán, Eva y su hijo Shet;… (EL PRIMER RAYO DE LUZ).>

<…Más no encontrarán los de Caín y Abel, porque estos sí, son una figura ideada; un símbolo para demostrar la lucha terrible, hasta el sacrificio, en que entraba la raza Adámica representada en Abel, con la raza vieja y primitiva feroz y sanguinaria de la que proceden los sacerdotes y sus religiones, la autocracia y plutocracia, representada en Caín,… (EL PRIMER RAYO DE LUZ).>

<…Exposición de César Montemayor.- ¿Con Moisés o con Darwin?, … Mis Observaciones , punto 10…(EL PRIMER RAYO DE LUZ).>

Son los dos mismos, Abraham y Sara, padres de Isaac y en ley de justicia, terminan la obra encomendada a sus espíritus regeneradores y son ahora padres de nuevo, de Isaac-Jesús y Shet-Jaime (1)

(1) No queremos sentar dogmas sino axiomas: y aunque nosotros tenemos la certeza, vosotros, sólo lo habéis de creer por la convicción deducida de la lógica.

Por tales actuaciones en la regeneración humana, acuden como espíritus conscientes a donde la ley les marca y donde están depositados los principios dejados por ellos mismos, y José, es miembro de la Kábala y amigo entrañable del otro José, secretario de la Kábala y miembro del Sanhedrín, a cuya amistad y conocimientos de Arimatea en los secretos de la ley suprema, debemos la conservación de algunas cartas o misivas escritas en pieles por José el carpintero, al de Arimatea, siendo la más esencial y expresiva la que llevó el mismo Jesús a los 12 años, acompañado de su madre y de su hermanastro Eleazar, dice así, según la traducción:

“Amado hermano”.

“Con motivo de haber cumplido 12 años mi hijo Jesús, primero de María, va a esa para cumplir con la ley de presentación al Templo. Lo acompañan María y mi otro hijo Eleazar; yo los alcanzaré dos días más tarde. Entretanto estudia ese niño, porque yo no lo entiendo; hace falta sacar provecho; pero creo que para el taller no será útil; estúdialo y a ver que se puede sacar de provecho para la casa, porque mi familia se aumenta que es una bendición”.

“Jehová nos bendiga, hasta luego, tu hermano. _ José.”

Este documento como tantos otros, referentes a la verdad de Jesús hombre y no Dios, conservados en la Kábala secreta y custodiados para dar fe a quien corresponde, destruye, cuando es hora, toda la Falacia Católica.

No nació Jesús en Bethlehém; no hubo tales pastores que lo adoraran sino fue su abuelo Joaquín; no hubo tales reyes Magos, ni la degollina de inocentes, ni la fuga a Egipto; no hubo nada milagroso, porque el milagro no existe ni lo sobrenatural.

Vamos historiando: José es Kabalista, Joaquín es Kabalista; llegado el momento preciso, José queda viudo, María es Médium y su espíritu prepara a su materia para la dura misión que le está encomendada: y como médium, recibe avisos de los espíritus de luz, encargados de comunicarle las cosas y en la Kábala saben la gran evolución que llega y quienes son los protagonistas; imponen al viudo José y al padre de María y se concierta la unión de los dos afines.

Simeón, Rabino y pariente de Joaquín, bendijo la unión, (sin florecimiento de Vara) el día 26 de Noviembre (meses actuales), y María, abandona por su deber la casa de sus padres y pasa con su esposo a Nazaret, encargándose de sus obligaciones de esposa y señora, teniendo ya a su cargo el arreglo de 5 hijos de José y Débora y ellos dos 7, que son los libros en que tendrá que estudiar; pero que no le dejarán lugar a ser mística inactiva, lo que deberán justificar, las madres que tengan una casa de artesanos con siete pensiones; y agregar, que María, sólo cuenta 16 años.

A los 12 meses y 8 días de sus desposorios, más claro: a los 373 días, nace el primer hijo que se le llamó Jesús y no Emanuele ni otra cosa y fue en Nazaret; correspondiendo al día 4 de nuestro actual mes de diciembre.

<…así, nos dice la iglesia y lo que llaman evangelio que, “habiendo mandado César Augusto empadronar a todos los habitantes de su imperio, José fue a Belén para cumplir con la ley; que no encontró en toda la ciudad una casa ni una habitación donde hospedarse y se tuvo que albergar en un portal donde nació Jesús al dar las doce el 25 de Diciembre. El año se olvidaron de ponerlo; lo pondré yo con arreglo al calendario israelita que regía; era el 3760 de Adán el día 3 del mes de Tebhet, que no sé por qué arreglos del calendario católico han cambiado la fecha; pero yo lo anoto para constancia, por que, es cierto que nació, no en esa fecha ni en Belén, sino en Nazareth. Y digo también descubriendo el secreto de que todos los dioses de la mitología, los hacen nacer el 25 de Diciembre; y al fijar esa fecha como nacimiento de Jesús, éste sería un mito. El 3 de Tebhet de aquél año, correspondería al 4 de Diciembre de nuestros meses actuales. (“BUSCANDO A DIOS” Y ASIENTO DEL DIOS AMOR, Capítulo Décimo, Párrafo II.- Verdades matemáticas).>

La casa de José, era de las más amplias de la ciudad, con todas las comodidades deseables en aquel tiempo y rodeada de jardines, cuyo suelo es el que constituye la plaza principal de Nazaret hoy.

Era una casa de trabajo, una casa de artesano y no una milagrería y no ocurrió en ella nada, que no ocurra en las demás casas de familia.

Nacido Jesús, se multiplica el trabajo de la joven madre y se acrecientan las obligaciones del Padre y marchan las cosas, como en cualquier casa de vecino.

Jesús se cría muy débil en materia, pero precoz en inteligencia: y aunque la Madre tiene visiones y preconcibe al misionero, tratan de aplicarlo al trabajo del taller, pero no despierta afición. José, de carácter bastante hosco y un tanto rústico por su oficio y más agobiado por la numerosa familia, más de una vez reprende al niño por su desapego al oficio de su padre y ocasiona la carta copiada y es mandado a Jerusalén a estudiar, a cargo del amigo y hermano de Kábala, José de Arimatea. Cuando ha dejado Jesús la casa de sus padres, aún no ha nacido su hermano menor. José su padre, anda ya en 58 años, pero fuerte y con fuertes hijos en el taller, de su primer matrimonio, de los cuales el mayor, Eleazar, era locura el gran amor que sentía por su hermano Jesús.

Ha quedado el niño en Jerusalén, muy satisfecho, porque su espíritu llegaba a su centro y aquí es justo recordar el examen que hace su protector maestro, José de Arimatea.

Al recibir la carta o misiva de manos del niño, le pregunta: “¿No tienes afición al oficio de tu padre? _No._ Pues para ser un maestro de las escrituras, se necesita ser muy abnegado y amar de verdad a los hombres, aun a sus más grandes enemigos. ¿Lo sientes tú? _ Lo siento en mí y siento que todo está mal y que alguno lo tiene que arreglar, enseñando la verdad. _ ¿Tú sabes niño lo que significan tus palabras? _No lo sé, pero lo presiento; y cuando haya estudiado las escrituras lo sabré y se lo diré a los hombres. _Niño, no eres tú que hablas; pero esas doctrinas, sólo en la Kábala se pueden aun exponer y allí recibir consejo de los espíritus de Luz, hasta que venga el Anticristo y declare a las gentes, la verdad de la verdad y aun no es el tiempo; y si tú niño, sigues la tendencia que me dices, la cruz será tu fin temprano y asumirás los cargos del Cristo”.

Perfecta videncia la de José. Clara inspiración la del niño. Los dos eran iluminados por el espíritu de luz. José tiembla, como sabio de la verdad; el niño ansía ser hombre, para decir la verdad. María comprende el misterio y aunque trata entonces y tratará siempre la madre de salvar al hijo, la ley triunfará; el destino se cumplirá inflexible.

No trae Jesús por destino subir al Gólgota; tampoco Juan el de perder su hermosa cabeza, arca de luz y sabiduría; es el arma del verdugo religión que se opone a la declaración de las verdades, bajo cuyo odio, volverán a caer los antes sacrificados por la misma causa y por los mismos verdugos.

Ante la terrible profecía de Arimatea, el niño no se amilana, y aunque en la Kábala no pueden entrar más que los juramentados, los sabios, Jesús es llevado y ya oyó su deber y misión que se le ocultó a la madre y a José y, Jesús es llevado a la comunidad de los Esenios, para hacerse maestro y en su día predicar.

Sigue Jesús en los estudios, progresando como aquel que los repasa después de saberlos, y, 12 años más tarde de su salida de Nazaret, muere su padre y no está Jesús presente.

Su tío Jaime, hermano de María, que lo visitaba, le notificó la viudez de la madre; pero le previene que debe dejar sus tendencias revolucionarias, (pues ya había dado algunas conferencias y levantado al pueblo) y acudir al hogar, para enseñar a sus otros hermanos.

El tío Jaime, no era adecuado para estos consejos porque participaba de las ideas de su sobrino y aun se enardecía en ellas. Pero hizo venir a su hermana María, que como madre debería imponer obediencia.

María bajo a Jerusalén y aun trae a su último hijo que no conocía Jesús y con él y el tío, toca las puertas del colegio. Pero ya Jesús es mayor de edad, y en su libertad, ha prestado juramento; mejor dicho, ha hecho la promesa de “predicar la verdad y reconocer por hermanos a todos los hombres” conforme al principio de la Kábala.

Llama María a las puertas, anunciando ser la madre y hermano de Jesús de Nazaret y éste contesta que, “Para él, su madre y sus hermanos son los que cumplen la ley de su padre”. Contestación que hirió a María como Madre. Pero que por la luz de su espíritu, se conformó, aunque habría hecho todo lo posible para retirar a su hijo del peligro seguro que se le avecinaba, ya que Jaime la impuso de las algaradas que levantaba cuando hablaba al pueblo.

María, si lo hubo de ver, fue esperando a que con los demás colegiales saldría de paseo, pero no podría hablarlo porque era prohibido ya que iban en comunidad; así fue y así vio el pequeño Jaime a su hermano por primera vez.

María se llevó ya la convicción de que no le sería posible a la madre retirar al hijo del peligro de los sacerdotes, porque comprendió que no podía torcer al Misionero; sin embargo, le hubiera sido provechoso seguir su consejo y habría podido cumplir su misión, que sólo esbozo, pero dijo lo que traía encomendado su espíritu.

La escuela Esénica, poseía los secretos de la Kábala y desarrollaba las facultades medianímicas y el magnetismo con la alta Magia, con lo que operaban lo que se conoce hoy en los Fakires y Brahmanes, como lo que obró Mahoma más tarde y Simón y Cipriano: que, a falta de conocimientos, el vulgo los llama milagros, de lo que se ha hecho tan descarado comercio.

Jesús en todas esas ciencias penetró y en las escrituras y el Veda, era un verdadero Maestro, que junto a sus facultades medianímicas, le era muy fácil penetrar en los pensamientos de los que le rodeaban y siempre su dominio Magnético, lo sobrepuso a los demás.

En esas condiciones es graduado maestro en la Escuela Esénica. Empezó su predicación en las calles y la sinagoga a los 28 años, levantando siempre el ánimo del pueblo, declarándole sus derechos y aclarando la ley, lo que puso en cuidado a los Sacerdotes y Doctores, puesto que cada vez que Jesús hablaba en la plaza, había revueltas y protestas contra los sacerdotes y poderes, empezando a formarse partidos revolucionarios.

Su moral era perfectamente civil, nada de misticismo, pero siempre acusadora.

Su doctrina, de progreso y amor al hermano que son todos los hombres y declarando, que “no había privilegios en la ley para nadie, ni las Castas son por la ley divina, sino por la ley humana a causa de las concupiscencias de los sacerdotes de los falsos dioses que no eran Jehová, ni Hellí”.

En sus controversias con los doctores de la ley y con los sacerdotes sobre las escrituras, era intransigente y nunca quedó vencido, lo que exasperaba a aquéllos y soñaban con su muerte; de lo que fue avisado por Arimatea y otros, pidiéndole que dejara la ciudad, pues a cada instante se revolucionaba y convenía que para alargar sus días, se saliera de aquel nido de víboras.

Jesús no lo hizo de buena gana, pero hubo de obedecer por el bien de la escuela Esénica.

Ya Jesús va de pueblo en pueblo y ejecuta actos simples de poder Psíquico-Magnético, acompañados de la Botánica, para curar enfermos. La ignorancia y la superstición del pueblo empezó a aclamarlo por lo que no comprendía y ya le seguían algunos deseosos de aprender y acompañarlo.

Ha reunido un día un gran número de oyentes y les habló de las cosas que le podían comprender de las doctrinas Vedas, ensalzando la humildad, la mansedumbre, el trabajo y la ayuda mutua, lo que han llamado el sermón de la montaña, o de las Bienaventuranzas.

En esos días, supo que había otro que predicaba el juicio final y anunciaba la venida del Mesías en el Jordán. Acude a sus medios facultativos y ve y oye que es su pariente Juan y que se enlazan ambos en la misión. Desde ese momento empezó a transmitir su pensamiento (Telepatía) a Juan, que ya lo tenían por profeta y el mismo Jesús lo predicaba.

Es ahora cuando lo van a buscar los escribas para preguntarle si el que “clama en el desierto y predica en el Jordán es Elías resucitado”. Jesús contestó: “La voz es de Juan más el espíritu de Elías”. Y ¿eres tú mayor que aquél? le interpelaron, porque su maldad buscaba siempre causa de acusación. Pero Jesús les contestó: “Delante de mi padre y de nuestro padre, todos somos iguales y cada uno cumple su misión”.

Entonces, Jesús, se dispone a ir a ver a Juan y deja a sus pocos discípulos, porque no le convenía llevar testigos de vista.

El día que Jesús ha llegado al Jordán donde Juan estaba metido en el agua con su extraño traje, fustigaba en tal forma a las gentes, que Jesús oyó cuando los llamó Raza de víboras y tembló, porque Jesús conocía mejor que Juan la maldad de los supremáticos y no perdonarían a Juan, ya que a él por mucho menos, le había sido preciso abandonar la ciudad.

Como la hipocresía era grande, los ablucionistas, habían hecho costumbre de que se las diera el profeta: lo que Juan hacía con gusto para así tener más autoridad de reprender, y de Juan el Solitario, lo convierten en el Bautista, no los judíos, sino Pablo (Saulo) uno de los tantos bañistas que acudían por curiosos: pero éste, sabiendo que era su condiscípulo, por hablar con él tomó las abluciones. A esto se debe, que Pablo, más tarde, al instituir la Iglesia cristiana, adoptara el Bautismo de agua para entrar en su iglesia, que luego, la católica, lo haría sacramento de necesidad, en lo cual no tiene parte ninguna Juan.

Jesús en medio de la multitud entró también a recibir las abluciones y, mirándose frente a frente los dos, en su videncia se vieron y Jesús le dijo: “Es necesario que hablemos”; y Juan terminando su sermón, que fue más hiriente que los días anteriores, acaso porque ya veía su continuador o su ayuda, arremetió ese día contra la impostura de los sacerdotes y el libertinaje de los Magnates y la gente empezó a decir: “Éste es Elías”, lo que Juan aprovechó para decir: “Yo vengo a preparar los caminos al juicio y detrás de mí viene el que quita los pecados”.

No aludía Juan a Jesús, sino al juez que había de venir cuando se cumplieran las profecías. Juan sabía que estaban él y Jesús en la Mitad de los tiempos señalados por Isaías.

<Isaías y todos los profetas y más tarde el apocalipsis, nos señalan diciendo que sería el juicio, “cumplido el tiempo, los tiempos y la mitad del tiempo” y nadie comprendió la fecha.>

<Más fue dicho “Y los siglos serán 36, desde que escribiré mi ley, hasta que la tierra la sabrá”. De Abraham a Moisés, son próximos 4 siglos; de Moisés (que escribió la ley) a Jesús, 18 siglos incompletos; y de Jesús al advenimiento del Espíritu de Verdad que él anunciaba, 18 siglos completos, que son 40; menos 4 de Moisés a Abraham, son los 36 siglos marcados por Hellí a Abraham. Son estos, “el tiempo, los tiempos y la mitad del tiempo”.>

<(EL ESPIRITISMOS EN SU ASIENTO, LIBRO PRIMERO, PARTE TERCERA, Capítulo II, El Juicio Final y Universal)>

Hasta entonces, sólo se había hecho roturar, preparar la tierra; y ellos, eran los sembradores. ¿Cómo podrían pretender recoger la cosecha? Por esto, luego, Jesús hizo la hermosa parábola del sembrador.

Recibido las abluciones Jesús, sale Juan y se van hacia el desierto, presentándolo Juan a sus discípulos, como maestro y predicador de la misma causa y combinaron el plan de, seguir Juan reprendiendo los vicios a los grandes y Jesús predicando a los humildes, descubriéndoles los secretos del juicio venidero y anunciar la venida del Juez a sentenciar Vivos y muertos prometiendo al mundo, El Espíritu de Verdad y el Reino del Espíritu.

Jesús con segura profecía le dijo a Juan: “Si sigues tan fuerte con tus acusaciones a los grandes, mucho me temo que no volvamos a encontrarnos, pues esos, no perdonan nunca”. Juan le contesta: “hasta hoy medí mucho mis acusaciones; hoy que ya estás tú para continuarme, no transigiré con la maldad y si caigo, recoge a mis discípulos para que no flaqueen”.

Jesús se despide y vuelve a Tiberiades, tratando entonces de formar un grupo de discípulos a quienes enseñar los secretos de la doctrina y es cuando empieza a predicar en parábolas para no ser atajado por los sacerdotes y sus espías escribas y fariseos que lo seguían, los que en cada curación que se le ofrecía, por el magnetismo, el psiquismo y la botánica, los fariseos apoyaban la ignorancia y el entusiasmo de los curados, propagando los milagros que figurarán como acusación.

En este tiempo ha recibido Jesús avisos de su madre que, en su facultad medianímica veía los peligros de su hijo; y consintió en ir a Nazaret a conocer a sus hermanos, descansar un poco y arreglarse (pues andaba ya hecho una lástima en su vestimenta).

Su entrada en Nazaret en esas fachas, ocasionó algunas mofas que predispusieron al pueblo contra él, probándose en esto el adagio de que, “Nadie es profeta en su pueblo”.

Reunido el consejo de familia para disuadir a Jesús de su vida nómada, no lo pudieron convencer. María, buscaba todos los medios y le anuncia las bodas de unos parientes en Canaan, pidiéndole que asistiera, prometiéndolo Jesús; pero quería volver a sus discípulos antes, para que no se enfriaran en la fe y porque entre ellos había algunos parientes de los futuros desposados.

Jesús concurrió a Canaan, llevando consigo a sus discípulos primeros Juan y Andrés.

En las bodas se consumía demasiado vino y había una combinación tendiente a que Jesús se embriagara y saliera casado y de esa forma formaría familia y esto acabaría los temores de la madre y sus hermanos.

Pero Jesús, cumplido su deber y saludos a los desposados, hablándoles del deber de unos para otros, se retiró diciendo a su madre: “No es prudente mi estancia entre esta gente, capaz de consumir el agua de todas las tinajas si se convirtiera en vino” lo que mal anotado por el calenturiento Juan, dio motivo a los interpretes maliciosos para hacer el milagro de convertir el agua en vino.

El plan de María, sin embargo, ha triunfado. Hay allí dos mujeres que se fijan en Jesús; las dos bellísimas, pero una, Susana, hermana menor de Gamaliel, por sus prejuicios de clase, no se manifiesta y queda en el secreto. La otra, pariente de María, menos sabia que Susana pero aún más bella, oye las peticiones de la madre y concierta con ella encontrarse con Jesús, al que invitará a su casa a un festín. Es María de Magdala, (que no es verdad que fuera una mujer de vida pública; era una mujer exuberante de belleza y toda ternura, pero que despertó la vista de Jesús su corazón al amor). En el convite, en el que se encontraba también Susana y muchos otros, Magdalena, se descubre en toda su arrebatadora belleza cubierta con el sin igual manto de su cabellera y rompiendo con todos los atavismos y prejuicios, se tira a los pies de Jesús, suplicando perdón por tal hecho, pero ofreciendo su amor para la seguridad de su vida.

¿Parecerá al estudiante que nos hemos alejado de las causas de la filosofía al seguir esta historia en sus puntos culminante y verdaderos?... No, no nos hemos apartado, nos metemos de lleno en la verdad filosófica, pues queda abierta al estudio un infinito índice de hechos consumados que conocéis al revés de la realidad, porque fueron por la maldad ocultados unos y desfigurados otros por la concupiscencia.

No conocéis a Jesús y es necesario conocerlo para penetrar en su filosofía. ¿Y qué modo mejor que presentarlo en su realidad de hombre, con defectos y virtudes como todos los hombres? Sigamos.

Sigue sus prédicas Jesús. Han arreciado los escribas su campaña difamándolo y quieren tentarlo presentándole para que la juzgue, a una mujer adúltera, previniéndole, que la ley la condena a morir apedreada. Jesús les contesta: “Si entendéis la letra que mata ¿por qué no comprendéis el espíritu de la ley? ¿Habrá de ser el Juez menos limpio que el reo? Pues el que de vosotros esté limpio de culpa, que tire la primera piedra”. Esta suprema filosofía, cruda, austera, acusadora, desconcertó hasta el anonadamiento a los escribas, pero no se quedaron conformes; pues ellos, no entendían más que la letra, lo que ocasiona la sentencia: “La letra mata al espíritu de la ley; sois duros como la letra hecha en la piedra”. Lo que comprendieron como ofensa a las tablas de la ley y les replicó, “Os contentáis con tener la ley en el corazón”. Se hace superior a Moisés objetaron los escribas. “Yo fui antes y después de Moisés y no vengo a invalidar la ley, sino a cumplirla”. Y llamó Jesús a muchos niños que allí había y no los dejaban acercarse y dijo a los que le rodeaban: “Dejad que los niños se acerquen a mí, porque en ellos se graban fácilmente las verdades porque son corazones limpios”, lo que era despedir a los importunos.

<…“Os contentáis con tener la ley en las tablas encerrada en el Arca, pero yo tengo la ley en el corazón”. (JESÚS HOMBRE Y NO DIOS)>

Corría la canícula del año 31: Y mientras estos hechos de Jesús, el otro hombre, Juan, fustigaba acremente a los Magnates.

Herodes Antipas, Tetrarca de Galilea, aprecia y respeta a Juan. Pero éste reprende a Salomé por su vida ilícita con Antipas y ésta odia a Juan y consigue la prisión de éste, al que encierra en el castillo.

Juan, pudo mandar a sus discípulos que avisen a Jesús y éste lo comunica a sus discípulos, los que se oponen a que Jesús vaya, temiendo que le suceda lo mismo: pero Jesús les dice: “Aún no ha llegado mi hora”. “Pero no quiero acompañarme de débiles y cobardes” y partió, dándose maña para penetrar en la prisión. Jesús trata de idear su libertad; pero Juan ve que nada hay que hacer y se abrazan, entregando Juan a Jesús su herencia en sus discípulos; pero le dice solemnemente “te queda la semilla que yo no he podido sembrar; pero ... Date prisa hijo de Dios, que también tus horas están contadas”… Y Jesús salió de la prisión quedando Juan esperando la cuchilla fatal, pero conforme, porque queda un continuador.

Jesús quiere hacerse oír de todos y en todo y se reconcentra en su espíritu y resuenan en sus oídos las palabras de Juan: “Date prisa hijo de Dios que también tus horas están contadas” y Jesús, para darse autoridad y prolongar todo lo posible su vida, empezó a llamarse Hijo de Dios y se agitaba en la predicación del juicio venidero he hizo la parábola de la siega, la separación del trigo y la cizaña y la de la vendimia. Tanto se agitó que se debilitaba demasiado y sintió la necesidad de acudir a su madre que temblaba por el fin que preveía para su hijo, como lo había tenido Juan.

Era el último reducto que le quedaba a María: y ya Jesús en casa, le rodean todos sus hermanos y el que le seguía a Jesús en orden de edad, Efraín, lo acometió con las palabras de impostor, calumniador, vergüenza de la familia y otros epítetos que podían sublevar al más místico.

Pidió cuentas Efraín a Jesús de la deshonra que les echaba a sus padres al llamarse hijo de Dios; “Hijo de José y María eres como yo; pero tú a nada has ayudado a la casa y, ¿aún nos deshonras renegando de nuestro padres? Efraín levantó los puños y descargara su justa ira de buen hijo, si la pronta intervención de María y su hermano Jaime, no se pusieran por medio. Y Efraín se marchó como alocado diciendo: “¿Por qué nos deshonras andando como vagabundo?”

“¿Por qué no cumples la ley formando un hogar y demostrarás que eres Maestro?”

Jesús viendo marchar a su hermano, le dice: “¿quién te ha dicho a ti que no cumplo la ley? ¿Acaso sabes tú, que sea más grande la familia del hogar que la del universo? Yo te agradezco la ayuda que has prestado a nuestros padres y nuestros hermanos, pero cada uno tiene un deber; tú cumples el tuyo, yo cumplo el mío”.

Jesús rodeando la cintura de su madre y descansando su cabeza sobre el pecho, la llevó a un rincón del jardín, donde desahogó su dolor y mirando al fugitivo Efraín, decía: “Pobre hermano mío otra oveja más que habrá que recoger, te perdono”.

María manda a su hermano a que vuelva a Efraín, porque ha llegado el momento de la última deliberación y acuerdo.

Jesús oye los consejos de su madre; pero éste le dice que, “ya no es posible retroceder sin deshonra del hombre y sin una pérdida irreparable de la causa que defendía”.

María entonces pregunta en autoridad a su hijo: “¿Estás convencido de tu misión?” _”Sí, madre mía”. María tomó una resolución suprema, y llevando a Jesús a sus hermanos, se paran oyendo al tío Jaime defender con calor las doctrinas de su sobrino; “porque, decía, si tienen el valor de sublevar un pueblo, es porque ellas apoyan y defienden los derechos del pueblo”. Efraín ya no encuentra razones pero aun ataca, “pero ¿por qué se llama hijo de Dios?” Jesús se adelanta y le dice: “Yo y todos los hombres que cumplen la ley del padre, tienen derecho a llamarse su hijo; yo la cumplo”. María corta toda discusión y dice: “Jesús tiene razón por la doctrina que sostiene de la que está convencido y al convencido, no se le puede volver atrás; yo apoyo su misión y solo tengo que hacerle una petición”. Todos quedaron estupefactos ante esta decisión. María ha tomado en su regazo al menor Jaime, que recién cumplía 20 años. Y dirigiéndose a Jesús, le dice: “Puesto que eres maestro y estás convencido de tu misión y tienes discípulos, éste tu hermano menor, no tiene quien le enseñe y ya el taller poco puede dar, desde que sus hermanos, cada uno ha creado su hogar: tómalo y llévalo contigo; el concentra todo mi amor, porque cerró mi maternidad y mi pensamiento en él, será también sobre ti; pero aceptarás también a mi hermano, vuestro tío Jaime, que tenga de vosotros el cuidado que yo no podré tener”. Jesús abraza a su madre y todos se confundieron abrazados, presenciando el universo aquel cuadro de la más sublime abnegación que madre alguna haya podido tener. Sólo Efraín, el duro de corazón, no pudo soportar aquella escena, prólogo de la regeneración humana y marchó blasfemando.

Jesús acepta el ofrecimiento y descansa unos días, mientras se hacen los preparativos para ponerles todo lo más posible y encarga a Jaime que avive el amor en la Magdalena, por si es posible que forme hogar Jesús para librarlo de la muerte; y si no, que la tenga al corriente de cuanto suceda y que no deje al pequeño nunca y pida a la larga parentela que les ayuden en todo; lo que explica que Jesús estuviera casi a diario de convite.

Ahora ha triunfado la ley. Sale aquel grupo humilde, pero que es en verdad la misión del Padre, a plantear la ley de libertad, a condenar los dioses, a derribar la esclavitud. Jesús es la voz, pero Jaime es el legislador que va ser testigo de que se cumplen los decretos del Padre, y en caso necesario, asumirá por entero la misión, Jaime.

Ya estamos en el teatro de los hechos otra vez y vamos a asistir a una escena trágica: la apoteosis será 19 siglos más tarde.

Jesús ha vuelto repuesto de cuerpo y más fuerte en espíritu, obra curaciones y crece su nombre tanto como exaspera a los sacerdotes. Los escribas lo asedian a preguntas de toda laya y le conminan a que diga si él es el Mesías prometido. Él contestó: “Yo soy el camino; cualquiera que andaré por mis senderos, llegará a la vida Eterna”. Entonces ¿tú eres el Mesías que esperamos? Le preguntaron y contestó: “¿Para qué queréis que lo sea si no me recibís? Yo vengo en nombre de mi Padre y no me queréis, por eso no aceptáis mi doctrina; pero otro vendrá y aquél, sí lo recibiréis; mas en aquel día, serán cumplidas y pesadas todas las cosas y el Espíritu de Verdad descenderá y justificará mis palabras”. Hablas como profeta; le replicaron; y contestó: “todo el que tiene luz, puede ser profeta; pero en verdad os digo, que estas cosas pasarán cuando las habréis olvidado; pero yo repetiré mis palabras y entonces os sorprenderá el juez como ladrón de sorpresa”.

Este era el punto capital de la misión de Juan y Jesús y ya queda cumplido; ha triunfado la ley una vez más Jesús debía entonces ya, o esquivar la acción de sus enemigos, o afrontarla decidido, hasta la muerte.

Trató de lo primero, pero no lo podía conseguir en aquella tierra de víboras. ¿Y cómo emigrar dejando a sus discípulos débiles, que dejarían morir la semilla? Entonces se dedicó a enseñarles los secretos e instruirles en la predicación y se trasladaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea sin poder fijar hogar. Esa es la presión de las religiones, cuando cuenta con pueblos esclavizados por la superstición e ignorancia.

Jesús se veía ya acorralado, porque el pueblo se había sublevado muchas veces por causa de su prédica. Pero aun necesitaba dar el último apóstrofe, dentro de la ciudad, para lo cual necesitaba fuerza y consejo que no se lo podían dar los hombres, desde que Juan no vivía.

Entonces acude a sus armas facultativas; toma a su hermano Jaime a Juan y Pedro y subió al Tabor, retirándose del barullo. Allí se reconcentra y llama a consejo a Elías y Enos. Jesús, en su fuerza psíquica, deja salir de sí su aureola fluídica que ilumina a su persona y presta materia a los espíritus de Elías y Enos, con los que conversa, recibiendo consejo y valor y ya sabe “Que su sentencia está dada, pero que puede defenderse y tomar el templo y reinar aún, si así lo quiere” cosa que no comprendían los discípulos que veían la transfiguración y las figuras de Elías y Enos, materializados.

Este es el único hecho visible que la ignorancia podría llamar sobrenatural pero es todo lo material y natural que podáis pensar y es producto de una causa natural y material también.

Su ley está en las del Magnetismo Psíquico, pero sólo pueden operarlo los que tienen facultades medianímicas y antes ya se registra el caso de Moisés, pero hoy tenemos tomos completos de tales fenómenos fotografiados y es del todo científico, por lo que no hay nada de milagroso ni sobrenatural. Ha dado Jesús cuenta a la Kábala de su conversación con Elías y Enos y la escuela Esénica idea la forma de dar cumplimiento, procurando la toma del templo y poner en el trono a Jesús, que tanto partido tenía entre el pueblo.

La escuela Esénica, cuenta entre sus adeptos al príncipe de Ur, ciudad no rendida a los Romanos en la Caldea, porque los romanos mismos la respetan por ser la cuna de Abraham, cuyo príncipe empezó a formar ejército para cuando fuese la hora.

Cuando nadie lo pensó, sabiendo que los sacerdotes y los escribas estaban en la sinagoga se acercó y dejó a sus discípulos a las afueras que se ocultaron en casa de Raab.

Se entró Jesús en la sinagoga sembrando el pánico entre los Doctores, Escribas y Sacerdotes, que trataron de echarle mano; pero el pueblo lo rodeó y Jesús los trató con la galantería que merecían sus enemigos llamándolos, “Sepulcros blanqueados”, “Manada de puercos”, “Vil majada de esclavos encadenados de noche” , “Caterva de ladrones del trabajo y la conciencia”, “Yo predico el progreso, un reino que no muere; la libertad del espíritu para la libertad del hombre y el amor, para la paz de los hombres”.

“Me perseguís; me cerráis las puertas del templo; pero no podéis cerrar las del campo libre y las plazas públicas y os acuso de vuestras acciones”.

Se levantaba ya la gran marejada que corría a los escribas. Jesús llamó al pueblo y le dijo: “No es esa la guerra que predico: yo predico el amor de hermanos y la muerte no castiga al delincuente, sino el mostrarle la fuerza de la doctrina”.

Puede decirse que éste es el último sermón de Jesús. Jerusalén se convulsionó y los sacerdotes se convencieron que por el camino de la justicia, no podrían quitarle del medio a Jesús. Pero juraron los sacerdotes crucificarlo y buscaron el medio de la intriga por cualquier medio.

Salió Jesús de Jerusalén y sus discípulos le salieron al encuentro imponiéndole de cuanto habían oído de crucificarlo.

El tío Jaime, llamó a María a Jerusalén; la Samaritana que se metía por todas partes, sabía todo y sorprendió el primer conciliábulo de los escribas con Judas Iscariote, el que amaba mucho a Jesús, pero estaba celoso de que el amor del Maestro se significara más en Juan y esto lo predisponía.

Llegó María alarmada, corriendo los caminos hecha una lástima, sin poder alcanzar a Jesús, que tenía que estar en constante movimiento esquivando la persecución, hasta que fuera ordenado.

A María la encontró la Samaritana, y conocida, la condujo enferma a casa del gobernador, donde servía.

La Samaritana ha instalado a María, dando conocimiento a su amo de quien es la huéspeda, a la que el gobernador visitó y la consoló asegurándole “que la ley civil no había sido desconocida por Jesús, por lo que no lo sentenciaría y lo defendería en cuanto pudiera; pero que convenía, que Jesús, para sus doctrinas, eligiera otro Teatro, porque sus doctrinas (con las que estaba conforme) eran destructoras de la religión y todo lo temía de los sacerdotes y además, en el pueblo no se puede tener confianza porque es del último que llega, del último que le habla” .

Repuesta María con los pródigos cuidados que se le prestaron y auxiliada por los medios y regalos que el gobernador le diera, con más cartas y recomendaciones, salió de aquella granja, acompañada de la Samaritana, hasta encontrarse con las Marías (Cleofas y Magdalena) avisadas a tiempo por la sirvienta del gobernador, que las impuso, ocultando a la madre la trama que sorprendió de Judas y los sacerdotes.

Llegaron donde estaba Jesús y al ver a su madre lloró en sus brazos y a sus ruegos cedió en retirarse a Bethania, lo que alegró y dio esperanzas a las mujeres; pero, enterado Jesús de la acción de Judas, comprendió que ya no tenía remedio por el camino de la fuga y avisó a la Kábala.

Esta, activó los preparativos con el Príncipe de Ur.

Avisado Jesús por la Kábala y la escuela, la decisión de “tomar el templo y arrojar a los sacerdotes proclamándolo a él Rey del pueblo Judío que en herencia correspondía, aceptó y señaló el día Domingo 22 de Marzo anterior a la Pascua, para su entrada en Jerusalén.

Jesús ha guardado silencio de ese gran acto político-religioso y no ha trascendido y lo ignoran los sacerdotes y sus mismos discípulos.

Ha comido en Bethania e invita a los discípulos a ir a Jerusalén; pero Jesús está emocionado y María presiente que algo trascendental ocurre, pues, las otras Marías que han estado fuera, a su vuelta han conversado con Jesús y, en su presentimiento, dijo a su hermano y al joven Jaime que la tengan al corriente de todo.

Cuando Jesús y su comitiva avistaban a Jerusalén, desfilaban por las colinas columnas de gente armada, que al unirse, notificaban a Jesús la última resolución de proclamarlo Rey de los Judíos bajo el Imperio Romano, lo que no contrariaba la ley del Imperio.

Marchaba Jesús, siguiéndole la gente armada: y el Príncipe de Ur, sale al encuentro y lo proclama Rey de los Judíos; Jesús le contestó, “No es mi reino de este mundo; pero lo quiere el pueblo y obedeceré hasta la muerte”.

La sorpresa ha desconcertado a los sacerdotes y es tarde para toda acción pues han entrado escoltando a Jesús veinte mil hombres armados, encabezados por un Príncipe de derecho reconocido.

Las gentes cubrieron el camino de telas y ramas y lo aclamaban como Rey y como Cristo sin saber el significado de la palabra cristo, repetida siempre por el pueblo de Israel.

Formáronle arcos de palmas; cruzan la ciudad y toman el templo, arrojando Jesús con un látigo, a los sacerdotes.

Entre aquel tumulto, se traban algunas escaramuzas con los guardias del templo y corre sangre a los pies de Jesús, con lo que no había contado y con lo que él no podía transigir y apenas sentado en el trono, renunció de Rey.

Ante cuya actitud, los soldados de Ur lo abandonaron diciendo: “No queremos un Rey débil” y Jesús se retira a Bethania.

Ahora los sacerdotes que saben de su renuncia, extreman sus esfuerzos; hacen denuncias, pero el Gobernador justifica “que no ha habido ofensa al Imperio; que allá los sacerdotes”.

Jesús es avisado y teme que no podrá llegar a celebrar la pascua y aún no ha dado a sus discípulos el título de apóstoles, ni les ha comunicado los secretos de su misión y de su poder en obrar lo que han visto y dispone adelantar la celebración de la Pascua, para lo que mandó aviso a su amigo Simón en el monte de las olivas que le preparara el cenáculo el día Jueves 26.

Las mujeres, que por lo que sabían presentían lo que sucedería, sin que pudiera verlas Jesús, se adelantaron encerrándose en casa de Simón inmediata al cenáculo donde oían todo.

Cuando ha llegado Jesús con los discípulos, falta Judas Iscariote; lo nota Jesús y se entristeció.

Evocó Jesús la bendición; partió el pan y puso vino y les dijo “Ha llegado mi hora” en ese momento entró Judas y se sentó donde le correspondía. Jesús continuó “Cuando yo faltare os descarriaréis pero cuando os juntéis dos o más, el pan que comáis y el vino que bebáis, creed que es mi cuerpo y mi sangre y hacedlo en memoria mía para que tengáis valor“. “Id y predicad la doctrina que os enseñé y sed mis apóstoles porque yo, resucitaré al tercer día y os confortaré: “Ya sabéis que os he dicho (este es el secreto) que la resurrección que os anuncio es del espíritu que despierta del letargo; pero lo hombres creen que es la resurrección de la carne; y si esto es arma conveniente, blandirla”.

“Amaos los unos a los otros, como el Padre nos ama a todos y todos sois hermanos y todos son salvos en el Padre”.

Guardad mis palabras y si todas no las recordáis, recordar el espíritu de ellas, y si os entendéis, hablar como queráis”.

“No todos los que me oís sois limpios de corazón; pero perdonar a vuestros enemigos”.

Pidió una palangana con agua y una tohalla y fijó los ojos en Judas, diciendo: “Esta es la hora de las tinieblas, y como voy yo a hacer con vosotros, haced con todos los hombres; limpiadlos”.

Judas viéndose descubierto sale y huye; Jesús lo ha visto marchar y en levantándose dice: “Pobre hermano mío te compadezco y yo también soy culpable, no te estudié”.

Esto es lo importante dicho en este acto en que los discípulos son confirmados apóstoles.

Caía la tarde y Jesús invita a dar un paseo por el monte para admirar la belleza de la puesta del Sol.

María que lo ha visto todo, por Simón, hace llamar a su hijo Jaime y le dice: “Tengo terribles presentimientos, cualquier cosa que ocurra, ven que aquí te espero”.

Jesús sabe que no puede escapar del odio de los sacerdotes, pero de algo necesita deshacerse y deja a sus discípulos en un punto y él se interna. No fue como dicen a orar; él sabe la entrada secreta a la Kábala y allí se internó, a recibir el valor necesario y a entregar lo que ya no podía guardar consigo.

Cuando vuelve, ya Judas llega con un centurión que los sacerdotes habían pedido y que no había más remedio que darles.

Se adelanta Judas y va a darle el beso al maestro, que era la consigna y los guardias lo apresaron maniatándolo.

Jaime que ve a su hermano preso, medio se enloquece y sale corriendo seguido por Juan y cuando María y las otras lo ven llegar en aquel estado, lo comprenden todo: María cae en un letargo del que no vuelve hasta el mediodía del Viernes.

Todos andan desorientados; las mujeres tratan con el gobernador; éste les asegura que él no lo sentenciará, pero que todo lo teme de los sacerdotes que ejercen la curia religiosa.

Se echa mano de todos los medios. Dimiten del Jurado Arimatea y Nicodemo, pero son integrados por otros en el acto. Susana, Gamaliel y Joiadas, influyen; nada vale.

En la noche es llevado del Sanhedrín, al pontífice; haciendo escarnio. Pero temen el despertar del día y delegan acusadores falsos que pregonen que Jesús ha querido destruir el templo; abolir la Ley de Moisés; que se ha llamado hijo único de Dios; y todo esto en los oídos de los esclavos, aquellos mismos que le enramaron el camino, piden su sangre; la crucifixión. Tenía razón Pilatos, “Todo lo temo de los sacerdotes”. “El pueblo es del último que le habla”.

Entre todo el interrogatorio Falaz, sin orden ni sentido, capcioso, la pregunta de más interés es esta “¿Te has llamado hijo de Dios?” a los que Jesús contesta “Tu lo dices”. “Ha blasfemado” dice el pontífice y rasga su vestidura. ¿Dónde está aquí la blasfemia?

Hay que mandarlo a Pilatos. ¿Conque acusaciones? No hay una sola de fundamento, ni para un simple arresto. Porque si ha levantado al pueblo en sus prédicas hablándole de sus derechos, es señal evidente de que el pueblo los deseaba y no se los daban.

Idean causas y no se encuentra ninguna, ni aún con las más absurdas leyes del altar y flaquean: ¿Qué hacer? El pontífice encuentra solución. “Conviene que muera dice, para bien de la religión“ ¡gran razón la del sacerdote! y esto, que el pueblo lo ha aclamado “¡Hijo de Dios!” pero si fuera el mismo Dios, lo mismo hiciera y moriría.

Ya han soliviantado al pueblo esclavo, que por esto, es una horda de bestias con figura humana y vocifera hostigado por los sacerdotes: “El pueblo lo pide” -que muera dice el Pontífice, y Caifás como Anás, saben que no pueden encontrar artículo en la ley y quieren cargarle el fardo a Poncio, pidiendo que lo sentencie a muerte, 1°) “Porque subleva al pueblo contra las leyes del Imperio”, 2°) “Porque se proclamó rey de los Judíos” y 3°) “Porque atentó contra la religión y se llamó hijo de Dios”.

Pilatos recibe la ingrata visita.

Examina Pilatos las acusaciones y se vuelve a los acusadores y dice: “Si otra cosa no tenéis, este hombre es inocente; y nada tengo que hacer con él en este asunto”. “Ha blasfemado” –prorrumpieron-. “Nada importa eso a la Ley civil” -contestó Pilatos-. “Quiso derribar el imperio” –objetaron-. “No es verdad” –dijo Pilatos y lo declaro inocente de todas vuestras acusaciones”.

Todo lo que pasaba en el Pretorio lo sabían los sacerdotes por los chasques que de palabra en palabra les llevaban; y viendo el caso perdido, lanzaron al comprado populacho a las puertas del pretorio y con estentórea voz gritaban “¡Crucifícalo! ¡crucifícalo!” Pilatos sale a la galería y le dice al pueblo: “Este hombre es inocente”. ¿De qué le acusáis? ¡Crucifícalo! ¡crucifícalo!. Caiga su sangre sobre nuestras cabezas y las cabezas de nuestros hijos… Fue la contestación. Pasemos de largo muchas minuciosidades.

No es cierto que Jesús subiera al Calvario con la Cruz a cuestas, ni lo intentaron, porque no habría llegado por su estado que apenas andar sostenido podía.

Si, lo vieron las mujeres que lo seguían y Juan y Jaime, desgarrados, lo acompañaban de cerca.

A las 12 del día Viernes 27 de Marzo del año 33, cortaban el aire los ecos de los martillos clavando a Jesús de pies y manos y la Cruz es levantada, con un grito de horror.

Una mujer, pálida como la muerte, sube la cuesta y ya el monte está desierto. Un joven de 23 años se arroja al pie de la Cruz, pone su mano sobre la piedra que recibe la sangre de su hermano y levantando la otra mano al cielo, clama: “Hermano mío, juro al Dios vivo quitarle los cargos del Cristo”.

María se abalanza con los brazos tendidos y oye de Jesús: “Mujer he ahí a tu hijo; ese es el que ahora necesita de ti”, era Jaime.

María se abraza a Jaime y las otras mujeres con Juan y Pedro que llegó avergonzado y abatido, rodea al grupo de Jaime y su madre, que los salpicaba la sangre que corría por la Cruz.

Jesús ha caído en un desmayo, su espíritu ya no estaba allí.

Se acercaban las tres, cuando llega el soldado Longinos y rasgó el pecho de Jesús para ayudarle a morir antes. Longinos no lo hizo con maldad y no miró al clavar la lanza y no hirió el corazón.

Jesús al sentir el dolor del desgarrón, reaccionó y exclamó: ¡Helli, Helli! Padre, Padre, perdónales que no saben lo que se hacen.

Arimatea, que había pedido el cuerpo de Jesús, llegaba con los elementos necesarios para descenderlo de la Cruz y darle sepultura. En aquel momento, el firmamento se encapotó y ruidos subterráneos se oyeron, lo que alejó todos los escasos curiosos que llegaban o merodeaban y un terremoto hizo temblar el suelo.

Descienden a Jesús: la guardia había huido espantada y en su prejuicio corrían diciendo: “Verdaderamente es Hijo de Dios y nos castiga”.

Arimatea aprovecha aquella soledad y viendo que Jesús vivía, encargó el silencio; cierra el sepulcro destinado (que era el suyo, encerrando allí la sábana que lo recogiera de la cruz manchada de sangre) y llevan al mártir a la Escuela Esénica, lo curan y reacciona.

El secreto sólo lo saben las mujeres, Pedro, Juan, Jaime, Arimatea y Nicodemo.

Los sacerdotes recuerdan que había hecho creer Jesús que resucitaría al tercer día. Saben éstos que esto no puede ser, pero temían algún hecho de la Magia que la gente creerá y el cual será peor.

Ya era tarde; pero piden que el gobernador ponga guardias en el sepulcro que creían estaba Jesús. La Escuela y la Kábala toman sus disposiciones; en la noche del domingo, han ido al Sepulcro llevando algunas bebidas, de las que los guardias han tomado, (no es extraño tratándose de soldados) y con el narcótico preparado, duermen.

Los visitantes levantan la losa y dejan la sábana dentro. A su tiempo, los soldados sueñan según la sugestión del narcótico, viendo la resurrección, cuyo fenómeno, puede y lo hizo un espíritu materializado y los soldados despiertan y corren asustados gritando: “ha resucitado, ha resucitado”.

La Kábala no descuida los acontecimientos y prepara en su poder psíquico - hipnótico - magnético y espiritual las causas, para producir los efectos que han de ser castigo a los sacerdotes, que saben éstos lo que son, pero que no pueden declararlo al pueblo, porque sería perderse ellos mismos; y si habían triunfado en fuerza bruta, no podían lo mismo en fuerza psico-magnética, y aún el mismo Jesús solo, los venció siempre.

Por estos hechos psíquico-magnéticos y actos de alta Magia, con la cooperación de los espíritus de Misión, ha quedado el pueblo bajo la duda, sin negar ni afirmar, pero amedrentado y pesaroso. (Efecto de la causa ignorancia).

Jesús no curaría, la escuela representará la Ascensión como convenía “para entero castigo de los asesinos de Jesús y del pueblo: y si éstos (los sacerdotes) tienen el valor de declarar los actos de Magia, la Escuela y la Kábala declararán la verdad, suceda lo que suceda” ; así quedó escrito en aquellos Archivos, que sólo en el siglo 18, dejó sacar dos copias, (no del todo enteras porque aún no era hora) las que están una en Berlín y la otra en Londres.

El primer jueves de la luna de mayo, aprovechando una magnifica aurora vespertina, salió un maestro de la Escuela Esénica con varios novicios con sus clásicos mantos albos y se colocan en la cúspide del Monte Olivete, reflejándose en los mantos el rojo áureo de la aurora. El maestro, conforme a las reglas de la Magia, extendió sus brazos, en cuyo momento los novicios con sus mantos extendidos destaparon frascos de productos de alquimia, envolviéndolos una nube blanca pasada por los rayos áureo rojos, que se elevaba hasta perderse, mientras los actores cantaban: “Hosanna in exelsis Deo” desapareciendo tras la nube por la falda de la montaña: y queda fraguada la famosa Ascensión, que no se atrevieron a desmentir los asesinos sacerdotes.

Esta es la verdad de los hechos y ya Jesús queda invisible para todos menos para su madre, Jaime su hermano, y Juan. Jaime recibe todos los secretos, mandatos y ayuda de la Kábala y Jesús desencarna a los 88 días de su crucifixión, correspondiendo al día 22 de junio de nuestros meses.

<(Cuando la tierra está en su perihelio. JESÚS HOMBRE Y NO DIOS).>

Ahora bien: los hechos reales ha habido que envolverlos bajo sombras dudosas, aunque con hechos de la más alta sabiduría, la que lucha y triunfa por sus medios de la maldad opresora religiosa, que ha hecho un pueblo esclavo por la ignorancia, la falacia y el terror. ¿Es culpa de la verdad? …, yo no quiero filosofar en este punto. He dejado escrita esa página de historia ocultada, por sabiduría suprema del espíritu en defensa de la verdad misma, ocasionada a causa y por la maldad religiosa únicamente. Toca ahora a la razón limpia, hacer juicio filosófico: y esta gran página que encierra todas las filosofías hasta aquel momento histórico expuestas, será donde los estudiantes de estos cursos han de encontrar material suficiente para su desarrollo, en todos los acontecimientos que interesan al hombre para el conocimiento de las llamadas fuerzas y ciencias ocultas que quedan enumeradas y que en verdad de verdad rigen todos los actos de los hombres individual y colectivamente.

Sólo me resta afirmar, y afirmo, que: ninguno de los hechos descubiertos con motivo de esta página suprema están fuera de las ciencias positivas y exactas, pero que se enlazan con lo espiritual, y sabed para siempre que los números son la representación metafísica de la única sustancia condensada en el hombre, con sus tres representaciones de cuerpo, alma y espíritu, de lo que Jesús era consumado Maestro, el que deja (en lo que son capaces) enseñados a sus apóstoles, que obran algunos pequeños actos, que, como en Jesús, la ignorancia y la malicia los llamara milagros: pero que el espíritu trajo las ciencias para demostrar a su hora que el milagro, ni lo sobrenatural, no existe: sino efectos naturales de causas naturales; y el único milagro que existe es la ignorancia.

Joaquín Trincado
<Buenos Aires, 9 de marzo de 1920. (JESÚS HOMBRE Y NO DIOS).>


B.- EL MISIONERO Y SUS FACULTADES.
Comunicaciones medianímicas por posesión, recibidas por conducto de la médium hermana Margarita M. de Martínez ; en la Cátedra Regional Mexicana, “Unión Fraternal” A.C.

NOTA: Los títulos de las comunicaciones numeradas a continuación, en letras minúsculas fueron agregadas por Grupo Atril, porque no tenían título; las comunicaciones que si tenían los títulos, están en letras mayúsculas.


B.1.- SABIDURIA DE LA LEY AL PERMITIR QUE UTILICEN ÚNICAMENTE AQUELLAS DE SUS FACULTADES QUE REQUIERAN PARA EL CUMPLIMIENTO DE SU MISIÓN.
“Manifiesta haber sido un hombre como todos; un niño débil, poco apto para el trabajo material.”

Sesión del viernes 5 de Julio de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

El espíritu, como hijo del Padre, tiene en sí todas las facultades; pero al encarnar, por su propio trabajo, dominando su materia, tiene que irlas desarrollando una por una, y aún después de millares de existencias, cuando todas esas facultades han sido suficientemente desarrolladas, en cada encarnación se le permite que utilice solamente aquellas que son necesarias para el cumplimiento de su misión.

Es por eso que, si comparáis las distintas existencias de Moisés, del hermano Joaquín Trincado, Director y Fundador de esta Escuela, diréis: ¿Qué semejanza hay de Moisés a Jaime, de Jaime a Joaquín? Y os hablo de las existencias que conocéis mejor. Es que como Moisés debía dominar a un pueblo atrasado, que vivía de leyendas, tenía facultades físicas capaces de atraer a la multitud que regía.

Como Jaime, demostró distintas facultades y como Joaquín Trincado otras aún; ¿pero diréis: Si Moisés tenía aquel don para curar, aquel magnetismo que atraía y subyugaba ¿Joaquín Trincado trajo un dinamismo, una fuerza intelectual, un dominio de su materia.

Es que para cada misión se le permitió hacer uso únicamente de los medios que necesitaba.

Así, cuando os hable de las encarnaciones mías que ya conocéis, os iré explicando por qué en cada una he manifestado diferentes aspectos y aptitudes y quiero aclararos a la vez que en mi última encarnación como Jesús de Nazareth, estoy muy alejado, como es natural por el espejismo de los siglos, de ese Jesús que hacía milagros a cada momento, milagros tan fantásticos como ignominiosos.

Jesús de Nazareth trajo muchas facultades. Las que necesitaba para educar, las que eran precisas para fundar, para establecer la base de la doctrina de Amor, pero no hizo milagros y los milagros que se me atribuyen –muchos de ellos imaginarios- los puede hacer cualquiera que tenga magnetismo personal, que posea desarrollo espiritual.

Todos los espíritus progresados podemos usar de nuestro magnetismo, emplear nuestras facultades medianímicas y de esa manera recibir intuiciones de los espíritus superiores -de nuestros guías- tan claramente como podéis hacerlo también vosotros que recibís directamente o por conducto de vuestros médiums, consejos, revelaciones, confirmaciones, que los demás no pueden creer, y que en aquel tiempo, de mayor atraso todavía, creían que era algo sobrenatural, atribuyéndoseme facultades que no podía tener porque sólo era yo un hombre como todos, con un espíritu valiente, que traje una misión que cumplí hasta donde pude.

¡Cuántas falsedades, y qué poco conocéis de esos espíritus más grandes que yo, ante los cuales me siento humilde y pequeño, a los que rindo el tributo de mi admiración, he tratado de imitar y tanto me han servido para mi progreso espiritual.

Ese monumento de falsedades de que os hablé – de hace 36 siglos- debéis comprender que es la Biblia. La Biblia encierra algunas verdades, tiene chispazos de luz, pero que alterados.

Ya se os ha dicho, por vuestros consejeros y Maestros, que siendo la vida tan diferente entonces, en costumbres, en cultura, en manera de expresar el lenguaje, es imposible que se comprendan ahora las ideas que entonces trataron de darse a la humanidad, y aún después, cuando las religiones se valieron de ella para hacer la más engañosa de la fábulas, podríais comprender las adulteraciones y las falsas interpretaciones que han vertido acerca de ella. Por eso está en Ley que os hable ahora de ciertos capítulos, de algunos pasajes, así como de determinadas frases que bien podrían haberse conservado puras e incólumes, pero que la maldad de los hombres ha mancillado y destrozado.

Yo fui un hombre como sois vosotros; hijo de espíritus grandes, pero nacido en un medio raquítico, porque la cultura de entonces, la civilización era tan pobre que puede llamarse de barbarie, época de barbarie, como lo demuestra el triste fin a que se me condenó.

Fui un hombre como vosotros y no fue de pequeño cuando mi espíritu se reveló a mí mismo, cuando lo descubrí y supe que traía una alta misión que cumplir.

Ahora habláis viendo para atrás; pero cuando se ve hacia adelante, aún vosotros que estudiáis, vosotros espíritus adelantados, qué poco podríais predecir de algunos hombres que, por lo pronto, son la piedra de escándalo de las sociedades, en los Gobiernos y en los Estados y sólo después, cuando se ha realizado su obra, tras de años o siglos, se ve el fruto y su significación, ya en concreto se puede decir que fue un misionero, pero ¿acaso lo podéis prever al momento de ver a un hombre igual que vosotros, luchando muchas veces con mayores obstáculos?

Así fui yo, mal comprendido, aún por mis propios familiares.

Fui un niño débil, un niño insignificante; no tuve significancia alguna porque mi infancia transcurrió como la de todos los niños.

Pequeño, inútil para el trabajo material, mi espíritu no aceptaba la cárcel en que se hallaba encerrado y tenía momentos de éxtasis que en mi casa me combatían porque no era de aquella época que los niños fueran indolentes y perezosos, y así se me consideraba y de eso se me tachaba. Distinguido entre mis hermanos –robustos, ágiles, aptos para el trabajo en que mi padre era maestro- yo me señalaba por cierta laxitud; es que mi espíritu se elevaba constantemente y entonces caí en un misticismo que, justo es confesarlo, se me atacó insistentemente.

Luché mucho; ya os iré diciendo, poco a poco, cuál fue la verdadera historia de mi vida que, aún ahora, está muy obscura.

Algunas veces, por Ley, he tenido que venir, por conducto de algunos médiums, a hacer aclaraciones; pero, como es natural en esos casos, hay que sujetarse a las posibilidades que el instrumento preste, así como al medio en que se van a dar esas aclaraciones, esas revelaciones.

Por eso, en estos momentos en que la justicia obra tan clara y enérgicamente sobre vuestra Tierra, vengo a vosotros en amor, y cumpliendo una promesa hecha hace muchos siglos, estaré con vosotros siempre que el medio lo permita.

Soy JESUS.


B.2.- EL MAESTRO JESÚS DE NAZARETH ANUNCIA EL PRINCIPIO DE LAS GRANDES REVELACIONES OFRECIDAS, NO SOLO ACERCA DE SU VIDA MATERIAL Y DE SU MISIÓN, SINO QUE TAMBIÉN LA ACTUACIÓN DE OTROS GRANDES ESPÍRITUS.
“Promete hacer aclaraciones a lo que afirma la Biblia y relatar detalles de su vida íntima y del cumplimiento de su misión.”

Sesión del viernes 28 de Junio de 1940.

Vengo a vosotros en amor:

El tiempo, lo exige; aclaraciones deben ser hechas acerca de ese monumento falso sobre el que la humanidad se ha apoyado desde hace tantos siglos.

Vengo a vosotros en amor, seguro de que con el vuestro me ayudaréis a dar fuerza a la facultad de esta hermana por cuyo conducto os contaré mucho de mi vida y os descubriré mis flaquezas de hombre, porque es en justicia que sea yo, en estos momentos, el que por medio de vosotros diga a la humanidad la verdad acerca de la misión que traje.

Si vosotros veis que de un día para otro un hecho que todos han presenciado se cuenta de diferentes maneras, desvirtuando su esencia, opacando la verdad ¿cómo queréis que después de 20 siglos los hechos que entonces, por el atraso en que estaba la humanidad no podían siquiera comprender, lleguen a vosotros con toda su luz? ¡Qué alteraciones más burdas! ¡Qué ignominiosas! ¡Qué oprobiosos engaños! ¡Qué comprensión más falsa de lo que entonces sucedió!

Espíritus muy grandes han venido a la tierra y es justo reconocerlos.

¿Por qué la humanidad me ha creído Dios?

¿Por qué ha detenido mi progreso con esa adoración idolátrica?

¿Por qué se ha fijado en un pobre espíritu como yo, en lugar de levantar sus ojos más alto, hacia el verdadero Padre, único hacedor, único creador de todas las cosas?

Es en justicia que venga a vosotros, y aquí estaré.

Dadme vuestra ayuda, concurrid con asiduidad; dad fuerza a la materia que me servirá de instrumento, y ante vosotros, con toda humildad, contaré mi vida como fue.

Que el Padre os bendiga.

Soy JESUS.


B.3.- PROMESA CUMPLIDA. UN ESPÍRITU GRANDE SE PRESENTA PARA ANUNCIAR UNA OBRA DE TRASCENDENCIA.
“Viene a pedir ayuda para dar una explicación clara de los evangelios tan mal interpretados y comprendidos.”

Sesión del viernes 17 de Mayo de 1940.

Un gran espíritu se acerca que os traerá su luz; por eso pido a todos una concentración intensa, un deseo vehemente, para que la comunicación se verifique.

JOAQUIN EL ABUELITO

Os saludo en amor, hermanos míos:

Vengo a vosotros, no con la corona del martirio con que la iglesia me pinta no con el látigo justiciero. Vengo a vosotros con la balanza en la mano, con la antorcha de la luz, porque los momentos de la justicia son llegados.

Soy Jesús, el dulce Jesús como dicen los que me han sentido de cerca.

Soy Jesús, el nunca entendido, el vilipendiado Jesús.

Soy Jesús, que por amor a la humanidad sacrificó su vida, su dignidad de hombre, pero no sus ideales.

Soy Jesús, que obedeció las órdenes del Padre y cumplió, hasta donde fue posible, su misión.

No había llegado el momento de que me presentara ante vosotros a desempeñar algo que está en justicia, algo que he deseado de mucho tiempo atrás.

Habéis probado vuestro amor a la Escuela, vuestra fe en la causa que seguís, la Gran Causa del Amor, a la que yo sacrifiqué mi vida; por eso es a vosotros a quienes quiero dar una serie de pláticas sobre algo tan leído, tan discutido, tan mal comprendido: mis EVANGELIOS.

Os pido, en nombre de esa Causa del Amor, en la que vosotros estáis empeñados, que ayudéis con vuestra presencia, con vuestro pensamiento, con vuestro deseo, para que estas pláticas se puedan efectuar, porque serán combatidas ya que muchas religiones, especialmente la católica, se han basado en ellos, destruyéndolos y adulterándolos.

Vengo a ofreceros una explicación justa, una explicación clara de lo que tan poco conocimiento se tiene en la tierra.

Vengo, pues, amados hermanos míos, a este Templo de la Luz, a este Templo donde todos vuestros hermanos mayores venimos a bañarnos en nuestro amor, grande, muy grande, para toda la humanidad.

La obra de vuestro amado Maestro Joaquín Trincado, sus libros y sus actos, las doctrinas sabias, profundas, verdaderas, fueron los primeros picos que cavaron alrededor de esa cruz que se eleva y se sostiene sobre una tierra inmunda; por eso la cruz se bambolea, por eso vosotros, con la luz de vuestra razón, quitad esas últimas paletadas de cieno que aún la sostienen para que caiga estrepitosamente, ya que por tantos siglos ha sido la mentira más absurda, la falacia más grande.

Ayudadme pues y con vuestra colaboración realizaremos esa obra que está en justicia que se haga aquí.

Que el Padre os bendiga como os bendigo.

JESUS DE NAZARETH.


B.4.- La salud de la materia refleja la salud del espíritu.

Sesión del viernes 26 de Julio de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

La salud de la materia refleja la salud del espíritu.

Cuando los hombres hayan cumplido las deudas que traen; cuando el espíritu venga suficientemente progresado para dominar a su materia, las enfermedades no existirán sobre la tierra, como no existen ya en los mundos superiores.

A vosotros os hablo, los que, teniendo un cuerpo normal, lo dejáis enfermar por vuestros propios pensamientos, por vuestros deseos personales.

La Ley es una y la materia obedece también a esa única Ley; pero generalmente los hombres se dejan dominar por la materia y el espíritu es el esclavo de ella, y esos momentos de debilidad, que tenéis todos, os ocasionan el estancamiento espiritual.

Todos podéis dominar vuestra materia, sobre todo aquellos que habéis leído las obras de vuestra Escuela, los que podéis usar ya de vuestra razón y, valiéndose de ella, podéis ser los amos de ese cuerpo que sólo debe serviros de instrumento, pero no de impedimento.

Estudiad las leyes naturales, observad la naturaleza, analizad las costumbres y las leyes que tienen también los animales y veréis que no necesitan medicinas. Las medicinas casi siempre son nocivas.

No ayudáis con vuestro pensamiento a los que están enfermos. Sabéis de alguien que padece algún mal y primero que nada os invade un pensamiento de temor, de pesimismo, teméis que aquella enfermedad sea peligrosa, que no haya algo capaz de curarla y vosotros mismos, con esos pensamientos, que son inconscientes pero de los cuales sois responsables de que las enfermedades lleguen y se estacionen y en algunos casos prematuramente terminen con la existencia de un hermano.

¿Por qué no pensáis en amor? ¿Por qué no deseáis con todo vuestro poder la salud de aquel hermano que está en el lecho del dolor?

Si está en vosotros, si sois poderosos, si tenéis con qué ayudar física y espiritualmente ¿por qué no usáis vuestra fuerza, por qué no usáis vuestro dinamismo, por qué no usáis vuestra razón y, sobre todo, vuestro poder de pensamiento?

Hermanos míos; no necesitáis de médicos porque vosotros sois suficientemente fuertes y capaces para no dejar que una enfermedad abata a uno de los vuestros.

Yo os digo; sólo cuando está en Ley, los cuerpos vienen lisiados. Cuando el espíritu ha escogido un instrumento anormal, se le deja para que su lucha tenga mayor mérito; pero un cuerpo normal debe y puede conservarse sólo con vuestro deseo. Dominad esas materias y sed vuestros propios médicos. Vivid una vida de orden, dentro de la razón y de las leyes naturales, cumplid con ellas y no os veréis amargados por tantas enfermedades como ahora abaten a la humanidad doliente.

Habría tanto que hablar sobre esto; pero sólo he querido hacer un preámbulo para explicaros el porqué de las curaciones milagrosas que se me atribuyen.

Yo estaba poseído de un amor ardiente por la humanidad y los dolores de mis hermanos eran míos.

Esperaba con calma, porque sabía obedecer las leyes del Padre.

La intuición me decía si estaba en Ley que alguna materia sufriera o terminara su existencia; pero generalmente yo preví que sólo con mi deseo, con un pensamiento intenso, con una petición al Padre, lograría la salud de su cuerpo muchas veces herido de muerte por la enfermedad.

Dominaba a los que me rodeaban, a los que me escuchaban y podía controlar aquellos pensamientos en un solo deseo; la salud que yo deseaba, y es así, con ayuda de mis manos, transmisoras de los buenos fluidos, como lograba curar a tantos hermanos.

Ahora os jactáis de saber mucho de medicina; parece que todos no pensáis más que en haceros médicos; pero ¿médicos de qué? ¿qué pretendéis curar? ¿las enfermedades que vosotros mismos os ocasionáis?

Estudiad vuestras vidas, alejadas de los prejuicios de la ciencia y sed vosotros los amos de vuestras materias.

Usad vuestra razón, ya que tenéis aquí una fuente de conocimientos útiles, porque todos habéis leído esas grandes obras que son la base de vuestra Escuela, sobre todo ese “Profilaxis de la Vida” que hoy no hubo tiempo de escuchar, y veréis como todos podéis hacer esas curaciones que se creen milagrosas, que se ven como sobrenaturales. Ya sabéis que no hay nada sobrenatural; es nada más con el estudio que podréis vencer y triunfar.

Haced a vuestras materias dignos instrumentos de vuestros espíritus.

Y aquí tenéis el secreto de las facultades sobrenaturales que se me atribuyeron.

Ya os contaré de algunos casos que son dignos de estudio para vosotros.

Que el Padre os bendiga y la salud de vuestro espíritu sea también de vuestra materia.

Soy JESUS.


B.5.- Videncia del Maestro, cuya luz deslumbró a la médium dejándole sólo la impresión imborrable de sus ojos maravillosos.

La médium por quien se comunicó el Maestro pudo verlo con toda claridad, se sintió envuelta en sus fluidos y quedó hondamente conmovida con la contemplación de sus ojos, de inefable dulzura.

La médium vidente quedó deslumbrada por la inmensa luz que emanaba del Maestro en la que, sin embargo, se destacaban sus ojos de incomparable belleza. Trémula de emoción daba gracias al Padre desde lo más íntimo de su corazón.


B.6.- LA CONFUSIÓN: TREMENDAS CIRCUNSTANCIAS EN QUE EL MESÍAS DEL AMOR TUVO QUE DESARROLLAR SU PELIGROSA Y DELICADA MISIÓN.
“La confusión que reina actualmente en el mundo es semejante a la confusión en que le tocó actuar.”

Sesión del viernes 19 de Julio de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

En los momentos actuales, la confusión reina sobre vuestro mundo. Es la crisis salvadora que, aunque terrible y dura, será benéfica, porque esta tempestad que ahora se abate sobre todas las conciencias, sobre todos los raciocinios, sobre todas las inteligencias, sobre todos los regímenes, sobre todas las instituciones y sobre todos los estados, conducirá a vuestro mundo a la única puerta que lleva a la luz, al conocimiento de la verdad, y después se establecerá en la tierra el reinado de la Comuna, el reinado del Amor y de la Ley.

La confusión reinaba también cuando yo vine entre vosotros: ideas, filosofías, sofismas, ¡qué variedad de creencias! ¡qué diversidad de credos! ¡qué incertidumbre! Los hombres, locos, se debatían y buscaban el rayo de luz que traían ya en sus espíritus.

La gente no era profundamente religiosa porque las religiones existentes enseñaban cosas muy diferentes: Había quienes creían en la pluralidad de los mundos; otros creían que no había más que un mundo , que era el que habitaban; había también quienes creían que el espíritu, después de la muerte, iría a habitar cuerpos inferiores o superiores, según el progreso y los méritos alcanzados en su vida.

Hubo quienes predicaron la existencia de muchos dioses, dioses vengativos, dioses terribles, cada uno con distintos atributos, y en este medio, en esta vorágine de creencias diferentes, sangrientas, vengativas, tumultuosas, tuve que estudiar, porque yo traía la verdad y esa verdad debía salvar a los hombres, debía enseñarles el único camino que los conduciría a la verdadera felicidad.

Desde pequeño busqué, desde pequeño había en mí el instinto de aquella luz que los demás no conocían; por eso no tuve más ambición que descubrir, que investigar, que saber…. Y lo supe muy pronto; entonces, mi deseo ardiente y único fue transmitirlo a los hombres, que se debatían en aquél caos de incertidumbre y de tragedia.

¡Cuánto aprendí al lado de los Maestros de la Kábala; después, en hondas reflexiones, intuido por mis Guías y Protectores!

Mi espíritu estaba poseído de un amor ardiente, de un amor que me quemaba, de un amor que me transfiguraba en un solo deseo: seguir la obra del Padre, comprenderlo y amarlo con todo mi ser, con todo mi espíritu, con toda mi razón, y yo, que preveía las hermosuras de las enseñanzas que traía en mí, de lo que había descubierto, de lo que había aprendido, tuve un único deseo: transmitirlo a los que me rodeaban, porque veía claramente que todas sus desgracias, todas sus tristezas, pesadumbres y tragedias cambiarían si conocieran también aquellas sublimes verdades que yo llevaba.

En este medio me tocó actuar, y ya comprenderéis cuan duro fue.

Tenía a mi lado grandes protectores, en materia, porque ya sabéis que entonces estaban encarnados grandes espíritus, precisamente en el lugar donde había más corrupción, porque los hombres no eran religiosos de fondo; tenían la religión, como ahora, como mera conveniencia, como algo de que asirse, porque nadie está a gusto en la obscuridad y donde vislumbra un rayo de luz, por tenue que sea, hacia allá se dirige, esperando alcanzar su salvación; pero los hombres, como digo, se dedicaban solamente al comercio, no pensaban más que en transacciones mercantiles, y las mujeres -¡pobres mujeres, tan humilladas- sólo eran objetos de placer y únicamente cuidaban de embellecer sus cuerpos, porque eso era lo que constituía toda su vida; y el placer carnal, el artificio, el adorno.

¿Qué diré de las tristezas, de las miserias de aquel pobre pueblo dominado por déspotas y viciosos?

Jesús, el hijo del carpintero, quiso mezclarse con el pueblo y logró obtener la confianza y el amor de muchos de los que lo rodeaban. Tenía siempre consejos y palabras dulces; no recurrí a la violencia, no usé de la aspereza; pedí siempre al Padre que me diera la ternura necesaria para suavizar toda aspereza y mitigar los dolores de tantos que sufrían en mi derredor.

Como era natural, poco a poco fue extendiéndose a mi alrededor fama de mago, de hechicero, de rebelde; y poniéndose la vida muy difícil para mí, porque me asediaban y sabía que me acechaban , ya que les perjudicaban mis doctrinas, sobre todo a los sacerdotes y gobernantes, tuve que salir de Jerusalén después de cinco o seis años de vivir allí, a lugares donde era desconocido y donde, también, quería conocer otras costumbres porque entonces no había los medios de comunicación de que gozáis ahora, que sabéis al minuto lo que pasa en todo el mundo, no; cada pueblo era distinto, aunque fuera de la misma raza. La translación de un lugar a otro se hacía con mucho sacrificio, después de semanas y aun meses de camino.

En esos lugares fui alojado con benevolencia y aunque era muy pobre, nunca carecí de los medios de subsistir.

Me igualé al pueblo y compartí sus dolores. Me acerqué a las mujeres; tuve para ellas palabras inspiradas en el deseo de dignificarlas, de elevarlas del nivel de pobres bestias que solo servían para saciar el placer de los hombres.

Hablé a los hombres tratando de apagar en ellos aquel amor tan grande, tan apasionado, al oro y a los bienes materiales. Algunos me escucharon y poco a poco fui haciéndome de una fama que, en cierto modo, me perjudicaba, porque en todas las ciudades donde estuve los sacerdotes se fijaban en mí y entonces tenía que abandonarlas.

Ya os iré contando, a grandes pasos, cuál fue mi recorrido; sólo os diré por ahora que de Jerusalén fui a Damasco y de Damasco a Tiro, lugar donde la vida era fastuosa porque había mucho oro y era el centro de comercio más grande e importante. Los hombres vivían entregados a orgías, y las mujeres se pudrían por la vida desenfrenada que llevaban; los niños se abandonaban porque no había quién los cuidara.

El pueblo tenía hambre y sentía odio contra los de arriba y fue en esa ciudad donde comencé verdaderamente mi vida de orador.

Hubo allí ciertos incidentes que os iré contando cuando sea oportuno.

Ved ahora con qué dificultades tropecé y qué lejos estoy de lo que el vulgo cree: el Hijo de Dios debía tener facilidades, el Hijo de Dios venía rodeado de luz y dondequiera se le conocía; no, hermanos míos: el Hijo de Dios era un hombre como vosotros… pero con mayores obstáculos que vencer, porque el pueblo de entonces era aún más atrasado que lo es ahora, aunque menos numeroso, porque la tierra no estaba tan poblada; pero así como ahora reina la confusión –que será la última porque está la tierra en sus momentos críticos- entonces también había una crisis y grandes espíritus habían venido a la tierra a traer las nuevas doctrinas que harían cambiar a la humanidad.

Es ya tiempo de que la humanidad hubiera aprendido las lecciones que se le dieron… y ya veis cuánto sufre todavía y qué ciega está.

Apreciad, vosotros que estudiáis en esta Escuela el adelanto que ya tenéis, y mientras vuelvo con vosotros, pido para todos las bendiciones del Padre.

Soy JESUS.


B.7.- LA KÁBALA.
“La Kábala secreta; dificultades para ingresar a ella, mientras ahora asistimos libremente a nuestras Cátedras, donde se reciben las enseñanzas del espacio.”

Sesión del viernes 12 de Julio de 1940.

Vengo a vosotros en amor:

Venciendo algunos obstáculos venís aquí donde la puerta está abierta, en donde se os dan lecturas y enseñanzas al alcance de todos, en donde no se hacen diferencias, donde todos son iguales, en amor, no en progreso.

Recibís aquí tanta luz, tan buenos consejos; se habla a vuestro espíritu y se ayuda a vuestras materias. Es que habéis llegado a un grado de progreso en que la Ley os permite esto que antes era tan difícil.

Pensad cuantos siglos han transcurrido para que los hombres vengan libremente a un lugar cómo este Templo de la Luz, del Saber y del Amor.

Todos podéis venir porque aunque creéis que vencéis grandes obstáculos, no valen nada en comparación de lo que aquí se os da.

Y ahora quiero hablaros de lo que era la Kábala cuando yo estudie en ella; por eso he querido haceros ver que habéis ganado, después de muchas existencias dolorosas, el privilegio de asistir a estas Cátedras a recibir estas enseñanzas tan fácilmente, y sin embargo lo desdeñáis, y sin embargo, cualquier cosa pequeña os impide venir porque, como se acaba de decir, tenéis atrofiada la voluntad y no deseáis. En muchos de vosotros está muerto el deseo, está muerta la ambición –la ambición noble, a la que yo me refiero- Si tuvierais ese deseo, esa ambición de saber, de llenaros de luz, de recibir enseñanzas que os facilitarían mucho vuestras vidas, con mayor asiduidad concurriríais aquí, puesto que es tan fácil. A ninguno de vosotros debe dificultársele el acceso a esta Cátedra tan amada de nosotros.

Para concurrir a la Kábala había mayores dificultades, porque no era para todos; tenía que sujetarse a pruebas duras y todos los asistentes eran hombres eruditos, hombres sabios, la mayoría ancianos y, como sabéis entre ellos había muchos misioneros.

Como una excepción y siendo presentado por José de Arimatea –a mis ruegos, porque él no quería llevarme al principio- fui introducido allí y desde luego la atención de todos se fijó en un adolescente pálido, delgado, que tenía profunda mirada y ambición de saber, de saber y de saber.

No se leía como aquí, pero se daban explicaciones. Los hermanos mayores daban pláticas y proponían diversos temas para que cada quien externara su opinión, y era por demás interesante.

Se habían transmitido de padres a hijos las frases y las palabras que se consideraban sagradas: las predicciones de los Profetas.

Quisiera nombrar a todos los que concurrían a la Kábala, pero sería muy larga la lista.

Se hablaba de lo que estaba por suceder y allí no sorprendía nada porque aquellos grandes espíritus estaban preparados para todo.

Recuerdo la hermosa figura de mi protector y maestro José de Arimatea envuelto en su bata blanca, de un cuerpo regular, ni grueso ni delgado; cabellos blancos coronaban su frente; ligeramente rizada, una barba que no era tan abundante ni tan grande como la de los demás, y unos ojos de azul profundo, tan dulces y tiernos, que parecía traspasaba la materia. Con esa mirada hacia curaciones y con esa mirada lograba la confianza de todos los que lo rodeábamos, de todos los que bebíamos de sus palabras, porque de cada una de ellas nacía una enseñanza. Era el Maestro dulce, el Maestro tierno; era el poeta que siempre encontraba comparaciones hermosas para hacer comprender. En su lenguaje no había palabras obscuras, no había frases rebuscadas; todo era sencillo; todo era claro porque cuando se habla en verdad, debe ser así.

La primera vez que yo fui a la Kábala, del brazo de José, los maestros se sorprendieron al vernos llegar juntos; pero José les dijo que yo era un adolescente que deseaba mucho por el bien de la humanidad; que yo tenía éxtasis largos y videncias que hacían prometer que realizaría una hermosa misión. Me recibieron como a un hijo, me tendieron sus brazos y en honor mío fue dada una plática lo suficientemente sencilla y clara para que yo la pudiera comprender.

Estaba tan anonadado, que no fue sino hasta después de mucho tiempo que pude tomar la palabra, no diré para discutir, pero sí cambiar impresiones, porque hablaban a la vez varios de los maestros.

El ambiente era muy bueno, porque no había novatos; eran todos espíritus elevados, acostumbrados a aquella disciplina espiritual y mental; dominadas sus materias por una vida temperante y racional, cumpliendo con la Ley; así eran todos.

Había tanta luz, tal sensación de felicidad, de tranquilidad, que no se quería salir de allí. No había tiempo limitado y muchas veces aquellas sesiones se prolongaban por largas horas.

Por eso he querido hacer una comparación del progreso que habéis alcanzado, puesto que la humanidad ha llegado al momento en que se le facilita la comunión, la comunicación con los espíritus superiores, con los protectores y maestros del espacio con tanta facilidad como se os da ahora.

Hermanos míos: haceos dignos de tanta dicha; agradeced siempre con toda la fuerza de vuestro espíritu este galardón que habéis ganado. Bendecid al Padre que os tiene ya en un lugar tan prominente que habéis logrado este privilegio que se da a tan pocos hermanos aún sobre la tierra.

No hagáis una rutina de vuestras sesiones; ya veis que siempre tenéis sorpresas y siempre tenéis nuevos regalos; apreciadlos en todo su valor y sacad de ellos el fruto que se pretende al dároslos.

Que la vida material no os detenga por el camino y este salón se vea lleno de hermanos en materia –hay muchos que están en espíritu- y aunque creáis que hacéis sacrificio, ninguno es digno de privaros del placer tan grande de venir aquí.

Soy JESUS.


B.8.- Es más hondo el dolor que le causa esa fe ciega, idolátrica, que lo ha hecho un Dios, que los martirios de la pasión.

Sesión del viernes 16 de Agosto de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Hace diecinueve siglos la humanidad estaba en su infancia –había ésta exculpante- y era muy difícil llegar a aquellas conciencias, hablar a aquellos espíritus primitivos (porque había muchos que lo eran todavía); pero esa familia de la tierra ha evolucionado, ha progresado y, sin embargo tal parece que es muy difícil llegar hoy a su conciencia, despertar esos espíritus adormecidos por el vicio, manchados con el lodo de las religiones de los prejuicios sociales y científicos.

En aquel entonces se necesitaba de hechos, que parecían sobrenaturales porque eran muy ignorantes los hombres y, al no comprender lo que algunos hacían, lo consideraban como milagro; pero ahora, ahora, en este siglo de las luces, en este siglo del progreso, de que tanto se habla, el Siglo XX que decís, el siglo de los grandes descubrimientos de la ciencia y de las conquistas de los hombres ¿cómo es posible que estéis tan atrasados? ¿Por qué la mayoría continúa creyendo a ciegas, sigue buscando ese “algo” de que asirse?

Cuando el hombre viene a la tierra, el espíritu trae muy viva la impresión de su verdadera patria y por eso busca, inventa… va siempre tras algo que prevee, que recuerda.

Y ahora, en estos tiempos ¿por qué los hombres no estudian en sí mismos? ¿Por qué no aprenden de la Naturaleza? ¿Por qué no sacan las grandes enseñanzas del espacio? ¿Por qué siguen creyendo ciegamente? ¿Por qué seguir siendo niños en ese sentido? ¡Cuanta ignorancia hay aún en la humanidad y qué tristeza para nosotros sus mentores!

No es comparable el sufrimiento físico a que fui sometido por la barbarie de mis hermanos de aquel tiempo –los mismos hermanos de hoy- a los sufrimientos que me causan ahora con esa fe ciega, idolátrica; con esa creencia de que soy Dios.

Soy el escalón donde detienen sus pensamientos, a donde dirigen sus plegarias creyendo que sólo hasta allí se llega.

Hermanos míos: ¡Cuánto me hacen sufrir los hombres, en su ignorancia! Esos homenajes me llenan de vergüenza, de dolor intenso. Profundo, más profundo que el que provocaron en mis carnes los clavos de la cruz.

¿Hasta cuándo, hasta cuándo van a querer abrir los ojos a la luz, despertar de ese marasmo que los tiene embotados, buscar, escudriñar, creer, sí, pero con la fe que da la convicción, porque ya en este tiempo la humanidad no tiene exculpante como tenía en aquel tiempo.

Aún sigue creyendo, aún sigue creyendo lo que le enseñan esos vampiros de las conciencias, esas religiones, que no han hecho más que estancarla en su progreso, y así están llenos de manchas, llenos de heridas que ellos mismos se complacen en hacer más dolorosas.

¿Hasta cuándo, hasta cuándo se escuchará la voz de los hermanos del espacio que sólo queremos daros la luz?

Este mensaje no es para vosotros, que tenéis ya parte de la verdad; para vosotros, que tenéis la fe que dan las obras; para vosotros, que estudiáis, espíritus valientes que por vuestro propio estudio y por vuestros sufrimientos os habéis colocado más alto que la generalidad de los hombres que pueblan ahora la tierra… pero sed vosotros los que divulguéis este mensaje de mi parte, esta súplica… porque no puedo más… mis sufrimientos son muy amargos… no quiero estar más encadenado a este mundo de dolor y los hombres, en su ignorancia, me fustigan, me desangran más que me desangraron cuando fui víctima de su barbarie.

Quiero emanciparme, anhelo libertarme, deseo elevarme… pero me atraen con sus oraciones, con sus plegarias. No quiero servir ya de bandera a esas religiones apócrifas que deben desaparecer.

A vosotros os toca divulgar estas palabras mías que van llenas de amor para esa humanidad por la que sacrifiqué una materia, que no valía nada, para esa humanidad que me sacrifica aun creyéndome Dios, llamándome, invocándome, deteniéndome en mi camino hacia el más allá.

Ayudadme vosotros y divulgad estas pláticas que estoy teniendo aquí. Ya veréis cuántos puntos interesantes tocaremos que os darán mucho adelanto, que os llevarán, como yo deseo, siempre más allá, más allá, más allá.

Soy JESUS.


B.9.- Relata la curación de un niño poseso, como son la mayoría de los casos considerados ahora como locura.

Sesión del viernes 30 de Agosto de 1940.

Vengo en amor y por Ley:

Fue en Damasco. Mi fama de hombre extraordinario se conocía ya en la población desde antes de mi llegada: el Hijo de Dios curaba; el Hijo de Dios consolaba; el Hijo de Dios tenía un poder sobrenatural para leer los pensamientos de los demás, para dar el consejo, para administrar el consuelo, para devolver la salud.

Me rodeaban las gentes en las calle y escuchaban mi palabra.

El título de “Hijo de Dios” me ayudaba yo dejaba que me llamarán así y yo mismo me lo aplicaba sin usurpar nada, porque todos somos hijos de Dios, todos somos hijos del Padre; pero, en aquél entonces, ese título me hacía sobresalir de los demás y en aquellos momentos me convenía esa notoriedad.

Una madre me presentó a un niño paralítico; no era la parálisis conocida por ellos y que atacaba a muchas personas. Era un niño raro, extenuado, de ojos obscuros, muy bellos, rodeado por sombrías ojeras. Era un niño escuálido, era un niño triste pero de mirar profundo y bello. Ese niño estaba distraído, le acometía un sueño y después le atacaba la parálisis, casi general, aunque muchas veces venía después de ataques de convulsiones que lo dejaban como muerto, y poco a poco recobraba la palabra y el conocimiento, pero no el movimiento.

Este caso raro me fue presentado en una calle; pude ver que aquella pequeña materia era dominada por un hermano inferior, por un pobre espíritu que lo poseía, pues el niño era sutil, era delicado, era una materia propicia, la que albergaba, un espíritu que con mucho gusto se alejaba y la dejaba en poder del otro, porque no hacía mucho había encarnado y el espíritu recién encarnado tiende a abandonar su materia por largo tiempo.

Me di cuenta desde luego de la posesión y con mi mano, haciendo unos pases magnéticos, pude desalojar al intruso y mandar a su espíritu que volviera a su materia y no se dejara poseer ni se dejara dominar.

La curación fue instantánea y los gritos de ¡Milagro! ¡Milagro! repercutían en todas partes; pero no fue milagro, hermanos míos; fue una curación que todos podéis hacer si tenéis voluntad y amor para vuestros hermanos atacados de enfermedades que muchas veces no lo son.

Casi todas las de origen nervioso, la mayoría de los casos de locura, no son más que posesiones, porque aquellos hermanos son médiums, e inconscientemente se prestan y hasta se ofrecen a los espíritus , ansiosos de poseerlos, que les ocasionan grandes daños.

Cuando tengáis un enfermo cerca de vosotros, antes que pensar en la medicina material, pedid ayuda, concentráos y mandad; ya sabéis la fuerza que tiene vuestro pensamiento ; de una concentración os viene la intuición de lo que debéis hacer y podréis realizar curaciones que dejarán sorprendidos a los mismos médicos.

Aquí, de palabras, exhortáis al grupo presente para que unifique su pensamiento, y cuánto lográis con esa unión.

Cuando estéis en otro lugar en que no podáis hacer esta exhortación, mentalmente llamad, unid aquellos pensamientos, con los vuestros.

Si alguno de vosotros tiene mayor fuerza puede dominar aquel ambiente y utilizar la fuerza de todos los presentes en bien del hermano enfermo que espera vuestra ayuda y recibirá vuestro amor.

Como este caso tuve muchos y ya os iré explicando algunos que resultarán muy raro para vuestros médicos actuales que solo piensan en la medicina material y no en la espiritual, que es la principal.

No os dejéis envenenar, no os intoxiquéis con medicinas, que la mayor parte de las veces son nocivas, como ya os he dicho.

Usad primero de vuestro pensamiento, usad de vuestra voluntad, haced una concentración, aunque sea momentánea y recibiréis la ayuda, pero para esto necesitáis hacerlo en amor, poseídos de un deseo ardiente para proporcionar ayuda a quien la ha menester y podréis hacer cosas que parecerán extrañas pero vosotros sabéis el porqué y tenéis la clave de esas curaciones milagrosas que se me atribuyeron, que tan fácilmente pude lograr.

Fue así, con los pases magnéticos, como las religiones –la católica, apostólica, romana en particular- implantaron la costumbre de persignarse, que no son más que pases magnéticos que utiliza el sacerdote al estar oficiando en la misa, porque todos los pensamientos están concentrados en un solo deseo, cuando llega el momento de la “elevación” , como dicen cuando pretenden recordar a aquel que en la cruz fue elevado.

Estudiad, y entonces comprenderéis que gran alcance tienen esos movimientos que ejecutan, que ellos generalmente no comprenden; vosotros sabéis porqué.

Usad de vuestro pensamiento, de vuestra voluntad, y daos en amor a todos los que lo necesiten.

Soy JESÚS.


B.10.- VIDENCIA DEL MAESTRO REALIZANDO ESA CURACIÓN.

Mientras el Maestro se comunicaba, la hermana médium estaba contemplando la escena al natural, con todo el verismo de la realidad.

En una luz tenue, crepuscular, se destacaba nítidamente la bella figura del Maestro Jesús en una populosa calle de una ciudad oriental. Frente a él, una madre afligida le presentaba a un niño de hermosas facciones y cuerpecito delicado y tras de él se retorcía iracundo una entidad densa, obscura, que se replegaba medrosamente, ante la mirada inefable, única, del Maestro Jesús.


B.11.- Explica el por qué de la castidad, consecuencia natural de la altísima misión que tenía que desempeñar.

Sesión del viernes 27 de septiembre de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Mientras más gruesa es la materia, mayores son sus necesidades y tenéis ejemplos, sobre todo en la India, de hombres que viven de agua y de aire; sus materias no necesitan más.

Quiero aclarar la duda de muchos, la suposición que se han hecho y que en todas las religiones ha quedado sin aclarar: el por qué de mi castidad.

Cuando estáis preocupados, cuando estáis estudiando, cuando os domina un pensamiento intenso, se os olvidan las necesidades de la materia, ésta no os pide nada y se os pasan la horas y los días y podríais vivir sin alimento muchos días porque os sostiene aquella chispa, aquella llama del deseo de saber, de penetrar en algo, de descubrir, de crear.

Este fue el secreto de la castidad –que tampoco se ha comprendido- en mi vida pasada.

Desde niño tuve sufrimientos porque, como ya os he dicho, en mi familia no había mucha afinidad entre mi padre y yo.

Es esto lo que, al principio, dio lugar a que se creyera que no lo era y a que se inventara la mentira tan burda de mi progenitura celestial. Se le creía padrastro, se le creía padre putativo, como han dicho; es que entre los dos no había una comprensión, tal vez, en materia, porque él era un espíritu grande que sabía que yo traía altas misiones; pero no siempre la materia lo comprende y lo recuerda a tiempo y es por esto que en mis primeros años me sentí humillado y señalado por la preferencia que mi padre tenía por sus hijos mayores.

Así pues, desde muy niño me vi privado del cariño de la familia, a la que tuve que abandonar siguiendo mis ideales, siguiendo mis deseos de estudiar, lo que sólo podía lograr en Jerusalén.

Después ¡qué vida tan intensa, intelectual; que vida tan hermosa espiritual! En mis ratos de soledad vivía siempre en éxtasis y, estando en éxtasis, la materia no pide nada.

Mi materia se afinaba cada día; mi materia era débil, era sutil y el espíritu sabía que no había venido a esa existencia a formar hogar ni a cumplir la Ley de Procreación, porque la materia sólo debía servir de instrumento para desempeñar la misión que aquel espíritu traía, que era sembrar la semilla de la Ley de Amor; traer la nueva filosofía, propagar las nuevas doctrinas que unirían a los hombres, que les demostrarían la existencia del más allá y les enseñarían a amar a un Padre único.

La materia sabía que no podía debilitarse más de lo que se debilitaba por la vida de privaciones a que estaba sujeta. Pocas veces estuvo satisfecha porque nunca tuve tiempo, ni el indispensable, para satisfacer las necesidades que tienen la mayoría de los hombres. Tenía prisa y con el pensamiento siempre ocupado dándole toda la fuerza al cerebro, el cuerpo no podía pedir más que lo absolutamente necesario para su sostenimiento.

El tiempo que traía era corto; el espíritu lo sabía y fue por esto que no tuve contacto con mujer porque mi materia no venía a eso; no tráia deudas de esa clase.

Vosotros podréis decir: ¿Cómo un espíritu así no cumplió con la Ley a que todos estamos sujetos?

Comprended la explicación que os acabo de dar.

Ojalá así se pudiera dar a todos los hombres que han dudado tanto, y que han creído que, en ese sentido, fui un hombre como todos. No; no fui como los demás en ese sentido porque mi materia no vino a eso.

A pesar de que en los años de la juventud, en aquel clima ardiente, en contacto con las necesidades de los hombres, conociendo sus lacras y miserias, conociendo sus vicios y pasiones llegué a sentir la excitación natural, sentí alguna vez el deseo carnal, porque nadie puede eludir las leyes de la carne, el pensamiento lo domina todo y el espíritu no quería que aquella materia se contaminara…. e incendiara en los deseos de la carne. Aquel cuerpo era otra cosa, traía otra misión más elevada, y fue así como pude conservarme casto, como puede permanecer puro en la carne, para ofrecer al Padre un sacrificio mayor, una flor aún más hermosa de esta misión en la existencia que se me concedió.

Estudiad la vida de muchos grandes hombres y veréis cómo sus materias se ha sutilizado al grado de que casi no necesitan alimento.

Hay grandes espíritus que han podido dominar a sus materias; esos espíritus han pasado a mundos superiores, donde se vive de otra manera, aunque en todos se cumple con la Ley de Procreación.

A veces se dan existencias en que se pruebe el dominio de la carne, en que se demuestre que el espíritu puede sujetar a la materia.

No creáis que todos vais a ser Mesías; lo seréis a vuestro tiempo, cuando habréis alcanzado el grado de progreso necesario; pero a vosotros quiero haceros esta aclaración, que muchos no han comprendido. Aún entre vosotros mismos –los espiritistas- os habéis hecho esta pregunta que ahora me toca responder.

Sujetad vuestros deseos, cumplir con la Ley, porque es la Ley del Padre. La materia tiene necesidades y no podéis eludirlas; faltaríais a la Ley, como faltan tantos, sobre todo los sacerdotes de la iglesia católica, que cometen con eso la falta mas grande a las leyes del Padre.

No quiero que se crea que se aconseja la castidad, no; ya os explico porque fui obligado a ella en mi existencia pasada, pero la carne no se puede burlar; se puede, si, purificarla, se logra hacerla tan sutil y transparente que pocas sean sus necesidades; pero tampoco se debe faltar a la Ley de Procreación cuando se trae esa misión.

Meditad en mis palabras y que el amor del Padre sea con todos vosotros.

Soy JESÚS.


B.12.- LAS BODAS DE CANÁ.
“La verdad acerca de las bodas de Caná.”

Sesión del viernes 18 de Octubre de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Habiendo ido a visitar a mi madre con cuatro de mis discípulos, fuimos a la boda de un pariente de ella, en Caná.

La fiesta era grande, la gente estaba contenta.

Yo, en la mesa, dije algunas palabras que interesaron a todos.

Mi fama era ya conocida, sentían por mí admiración y curiosidad y escuchaban con atención las palabras que les dirigía.

El entusiasmo era grande y los hombres desbordaban su alegría bebiendo copiosamente; todos estaban ebrios y yo hacía comentarios con mi madre, porque los dos nos sentíamos avergonzados y molestos en aquel ambiente de vicio, aunque había una razón que lo disculpaba, un motivo de alegría y satisfacción para todos que, no sabiendo como manifestarlo, se dedicaron a beber y a embriagarse.

Entonces mi madre, después de haber escuchado que alguien exclamaba: “el vino se acabó; lástima que no haya más” , dijo: “SI LAS FUENTES DE AGUA SE CONVIRTIERAN EN FUENTES DE VINO, SE ACABARÍAN TAMBIÉN” .

Esta es la verdad acerca de las bodas de Caná de que tanto se ha hablado y que, como milagro, me atribuyen. Yo no hice más que participar de la comida y ser un invitado a la festividad.

Es ésta una de las mentiras más burdas de que se ha sacado provecho.

Trocar el agua en vino o el vino en agua, si podría ser, como ya sabéis, puesto que yo era un médium de aporte y, como os contaré, esta facultad la utilicé en otras ocasiones, pero no en aquella.

No hubo más que el incidente referido y esa frase de mi madre fue la que dio lugar a que, muchos años después, se formara una leyenda, convirtiendo en milagro lo que en realidad no fue nada.

Aclarado este punto, me retiro pidiendo, como siempre, para todos las bendiciones del Padre.

Soy JESÚS.


B.13.- Bienaventurados los que gozan de la paz espiritual.

Sesión del 29 de Noviembre de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Bienaventurados los que gozan de la paz espiritual.

¡Qué mayor felicidad puede disfrutar el hombre en la tierra cuando lleva la paz en su espíritu!

¡Que mayor felicidad cuando pasa un día y su razón no se ha alterado, su dulzura es la misma; es tierno, cariñoso, disculpando las faltas de los demás, porque todas obedecen a una causa; sin sentir violencia, sin sentir ira, sin sentir enfado para nadie! Pero qué lejos están los hombres todavía de sentir esa satisfacción en muchos días.

¿Por qué alteraros? ¿Por qué dar rienda suelta a la expresión de ese sentimiento de ira que tanto os ennegrece? Paciencia, tolerancia, disculpa para todos porque ya sabéis que no todos pueden obrar igual.

En perfección no obra nadie y cada quien lleva su vida según su grado de progreso, entonces ¿por qué no ser pacientes con lo que están más atrás , con los que saben menos que vosotros, que cometen faltas que os molestan, que os perjudican muchas veces? ¿Por qué no ser benévolos para aquellos que en su ignorancia os insultan, para aquellos que, con la venda en sus ojos, profieren blasfemias – según vosotros? ¿Por qué querer que los ciegos tengan tan clara percepción de la luz como la tenéis vosotros? ¡Felices aquellos que llevan la paz en su espíritu!

Hermanos míos: la vida presente está llena de contrariedades; así ha sido la vida sobre la tierra; no creáis que en los tiempos modernos –de que tanto habláis- es más difícil que lo fue anteriormente; siempre ha habido lucha, siempre ha habido dificultades que vencer, de distinta índole, según la época; pero vosotros, dad ejemplo de mansedumbre, de tolerancia, de paciencia y así, cuando volváis a vuestra patria, cuando cerréis los ojos –los ojos de vuestro cuerpo- cuando vuestro espíritu se desligue de la materia que le ha servido de instrumento, id en paz, llevad la paz en vuestro espíritu, presentaos al Padre y dad cuenta de vuestra misión; habéis tratado de ser maestros o lo habéis sido muchos de vosotros, y así que la paz del Padre sea con vosotros ahora y en todos los momentos de vuestra existencia.

Soy JESÚS.


B.14.- Las religiones adulteraron las escrituras para poder crear la leyenda de la navidad.

Sesión del 20 de Diciembre de 1940.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Navidad: ¡Qué hermosa mentira! hermosa leyenda que se ha hecho desde hace muchos siglos sobre un acontecimiento que no tuvo importancia: un hombre, como todos, venía al mundo a cumplir altas misiones; pero no vino cuando creen ni vino como creen. El asunto se prestaba para idear una leyenda y, adulterando las escrituras y haciendo a un lado lo que en verdad dijeron los evangelistas, las religiones la han arreglado cada una a su manera, ignorando que ha habido misioneros más grandes cuyo nacimiento pasa inadvertido.

En un tiempo esta fecha apócrifa se significaba por el amor y la unión a la familia; había un “algo” que quedaba en los corazones: el recuerdo de la unión familiar, pues todas las familias en esta fecha estrechaban sus lazos, se reunían y pasaban una noche de paz cantando himnos, concentrando sus pensamientos; pero teniendo muy pocas recreaciones materiales.

En los tiempos modernos, ¡qué sarcasmo y qué profanación si realmente se celebrara lo que no fue así! ¿Qué es ahora la navidad que se celebra en la tierra?

Aún quedan países en que es noche de recogimiento, es noche de oración, es noche de remordimientos por las culpas pasadas, es noche de agradecimientos por la venida del Mesías, del Hijo de Dios, o del Dios Hombre, como me llama la mayoría, que trajo muchos bienes a la humanidad ¿y es así, con derroches, con bebidas, con diversiones infamantes como se celebra la venida de aquel a quien creen Dios? ¡Mayor profanación no se ha cometido! Pero todo tiene que pasar, y vosotros que sabéis la verdad de mi nacimiento, en la forma y la fecha en que fue, os dolerá mucho cómo la humanidad la obscurece todavía. Va en pos de una mentira que se arraiga por atavismo, por costumbre; pero que más doloroso será, cuando caiga la venda de los ojos, cuando se llegue a conocer la verdad y conocer también hasta donde ha llegado la maldad de las religiones, aprovechando la ignorancia de los hombres.

¿Qué simbolizan en esa noche en que creen que vino al mundo el humilde hijo del carpintero, ese carpintero a quien le niegan la paternidad que no se le niega al más pobre pastor de la tierra?

¡Cuánto dinero perdido, cuántas horas malgastadas, cuántos pensamientos errabundos, porque los pensamientos que se emiten acerca de una idea falsa no llevan rumbo, no traerán provecho y no tienen fuerza!

Hay más verdad en el árbol de navidad porque él árbol simboliza, entre las razas del norte donde los inviernos son tan crudos, la fuerza de la fe; simboliza que a pesar de la nieve, de los vendavales y del crudo invierno, ese árbol está siempre verde y siempre fresco, siempre fuerte, lozano, robusto.

Es el abeto el árbol que simboliza la fuerza de la fe; así es que ya veis, hermanos míos como esas costumbres exóticas que se enseñorean de vuestra patria, esas costumbres de otros países que por Ley están ahora divulgándose en todas partes, porque todo se ha de unificar, cuánta mentira traen y cómo este pobre símbolo: el árbol de navidad, es el que se asemeja más porque simboliza algo que es verdad, no así vuestros “nacimientos” ridículos en que cada quien hace alarde de mayor mentira, en que se gasta tanto tiempo y se gasta tanto dinero y, en ocasión de la navidad, se pretende hacer muchas obras buenas … si, obras buenas… para encubrir la vanidad, para encubrir el despotismo, para compensar un poco lo mucho que se usurpa a los pobres y así se reúnen las “damas católicas” para vestir a los pobres, para regalar juguetes a los niños, que muchas veces los perjudican, para hacerles festejos que alteran su salud y arraigan más en su mente y en su corazón el recuerdo de una fecha apócrifa y de un acontecimiento falso.

¡Cuánto me hacéis sufrir, hermanos míos; cuánto hacéis sufrir a aquel hombre que fue como vosotros, que nació como vosotros, que vino como vosotros! Aquel hombre que hizo renunciación al amor de la familia porque traía una misión más alta que cumplir y entendió que había un amor más grande que el amor familiar que os parece el primero.

Aquel hombre que no hizo más porque llevó una materia y, como vosotros, tenía imposibilidades, tenía impedimentos; pero que no tenía “atribuciones divinas” más que el espíritu, el espíritu, que lleváis todos, la partícula divina, hija del Padre.

No propaguéis esas costumbres, no cooperéis en una falsedad tan grande que desgarra todavía mi corazón y aún podéis estar seguros de que muchos de los pensamientos que se emiten en estas noches de recordación de lo que llamáis “navidad”, no se elevan muy alto porque son pensamientos materiales y así las fiestas profanas que se celebran con esa recordación son tan materialistas que en la mayoría de los concurrentes a ellas no llega a formarse un pensamiento de amor ni llega a elaborarse una idea filantrópica.

Son pocos, pero todavía hay sobre la tierra quienes, creyendo en ese mito, en esa mentira absurda, se recogen en sus hogares y celebran en paz una noche que creen que es de paz; la hacen ellos y eso trae provecho a su espíritu porque cuando hay buena intención, el espíritu recibe siempre el provecho.

Romped ya mis cadenas y abandonad estas costumbres cada vez más materialistas, cada vez más sensuales, porque estas fiestas excitan las materias, pero las excitan en qué forma tan triste, las enardecen y los pobres espíritus pequeños, que aún quedan sobre la tierra encarnados, se aprovechan para poseer a aquellos que les ofrecen facilidades.

Estad alertas, hermanos míos; acordaos que tenéis peligro, sobre todo aquellos que tenéis facultades; el ambiente es malo para los que estudiáis, para los que, después de una vida laboriosa, de una vida de dolor y de lucha, estáis acechados por todas partes. Estad alertas y elevad vuestros pensamientos para que sirvan de compensación a la mayoría de aquellos pobres hermanos que creyendo celebrar un acontecimiento que no fue ni cuándo ni como lo creen, no dan más que cabida al detractor, que se aprovecha de ello.

Purificad el ambiente y que vuestra concentración sea más fuerte, sea más profunda y vuestros pensamientos tengan mayor fuerza y se eleven más y más.

Soy JESÚS.

Ésta es la canción a que se refiere el Maestro.


B.15.- CANCIÓN AL ABETO PARA NAVIDAD.

¡Oh abeto! ¡oh abeto!
¡Tan fieles son tus hojas!
No sólo en estío verdecéis tú
No, también en invierno cuando nieva
¡Oh abeto! ¡Oh abeto!
¡Tan fieles son tus hojas!

¡Oh abeto! ¡Oh abeto!
Tú ya me gustas mucho
Tantas veces oh árbol por navidad
Me alegrabas una enormidad
¿Oh abeto! ¡Oh abeto!
¡Tú ya me gustas mucho!
¡Oh abeto! ¡Oh abeto!
¡Tú traje tanto enseña!
Esperanza y perseverancia
Consuelo y fuerza perenne
¡Oh abeto! ¡Oh abeto!
¡Tú traje tanto enseña!
(Traducción del alemán)


B.16.- Una imponente tempestad le da oportunidad de decir a sus discípulos que aquella fuerza arrolladora sería más tarde, dócil instrumento del Hombre.

Sesión del viernes 1 4 de Febrero de 1941.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Platicando con mis discípulos una tarde de verano nos habíamos alejado de la ciudad de Tiro y estábamos en las afueras observando desde lejos la población cuyas casas blancas brillaban con los destellos del sol que moría. Repentinamente, el cielo se ennegreció, los truenos se dejaron oír, los relámpagos menudearon y comprendimos que una tempestad se acercaba. Mis discípulos, temerosos de aquel fenómeno de la naturaleza, querían huir y guarecerse en la ciudad cercana, más las primeras gotas comenzaron a caer y yo quise aprovechar el momento para hacerles admirar uno de los fenómenos más bellos que es dado contemplar al hombre en este mundo.

Presenciamos una tempestad estridente, una tempestad arrolladora. Mi pobre Juan, que era el más débil y el más tímido, lloraba de pavor, y, acercándose a mí, se metió entre mis ropas, tapándose los ojos con las manos.

Entonces yo, en medio de aquel espectáculo grandioso, les hice ver que aquello no significaba la cólera de Dios, que el Padre no expresaba así su enojo porque el Padre es todo amor y en amor no puede haber cólera, ni violencia, y contemplamos cómo se desgarraba la obscuridad por la luz centelleante de los relámpagos, que casi cegaban nuestros ojos. El fragor de los truenos hacía temblar la tierra y la lluvia era tan densa y abundante que traspasaba nuestras ropas; pero la tarde había sido cálida y aquel agua no era fría sino refrescante. Mis cabellos estaban empapados , chorreábamos todos y, así, presentábamos un grupo, en medio de aquella tempestad, admirable, que ningún pintor ha podido dar una idea de lo que significábamos, en un montecillo de las afueras de Tiro.

Durante aquella demostración de las fuerzas naturales clamaban justicia, pedían perdón; los prejuicios de las religiones a que habían pertenecido mis amados discípulos pesaban mucho sobre ellos y entonces, levantando mi voz para que pudiera dominar el estruendo de la naturaleza desencadenada, les hablé haciéndoles admirar la grandeza del Padre, su omnipotencia, su magnanimidad al dejarnos ver, en nuestra pobreza material, aquel espectáculo sublime, que da una idea de su grandioso poder , agradeciéndole nos permitiera observar fenómenos tan benéficos para la tierra, un fenómeno que, aunque es muy hermoso, en los mundos superiores no se verifica ya porque no se necesita.

Después de hablarles de aquella potencia misteriosa para ellos –porque todavía la electricidad era desconocida en la tierra- le hice ver que aquella fuerza sería, más tarde, como una gran fiera que el hombre dominara y utilizara para la vida futura, y les hice ver también que si aquella tempestad era benéfica, no son así las tempestades que se desarrollan en el espíritu, las tempestades que desencadenan los pensamientos malos, las tempestades del alma, tras de las cuales no brilla la calma ni vuelve a lucir el sol ni se manifiesta todo con mayor belleza; las tempestades que destrozan al hombre, que lo dejan desgarrado, lleno de cicatrices; esas tempestades que los espíritus también tienen que sentir tan frecuentemente, porque son ellos mismos los que las desencadenan, los que desgarran sus fibras más sensibles, los que se dejan arrebatar por la violencia, por la cólera y por las malas pasiones. Esa no es tempestad de agua saludable, vivificadora, es tempestad de sangre roja que ciega, que pone en la mano el arma homicida y lleva a la boca las palabras hirientes, las blasfemias y calumnias. Esa tempestad que no purifica sino que mancha. Esa tempestad que no vivifica, sino que mata.

En medio de aquel estruendo ensordecedor, mi voz se elevó y mis discípulos, arrobados, contemplaban el imponente espectáculo que demostraba la fuerza del Padre, y pudieron comprender el significado de mi comparación entre las tempestades de la naturaleza y las tempestades del espíritu y entonces junto con ellos, unidos nuestros pensamientos y aprovechándome de la fuerza que todos ellos me daban, di gracias al Padre por la inspiración que había venido a mí, por la oportunidad que aquella tempestad me había proporcionado para explicar y hacer comprender a mis amados discípulos la significancia de aquella demostración del Poder Supremo.

Tristemente, las religiones han interpretado las tempestades como una demostración de la cólera divina. “Cólera divina”… ¡Qué blasfemia y qué contrasentido encierran estas palabras…!

Comprended vosotros lo que aquello significaba y admirad al Padre cada vez que os toque presenciar uno de estos bellísimos fenómenos; pero acordaos también de las tempestades del espíritu y evitarlas, hermanos míos, porque en vosotros no debe reinar más que la calma. No debe alterarse el azul de vuestro cielo por malos pensamientos o por malos deseos, ni debe perturbarse por bajas pasiones, al contrario, estad siempre alertas guardando ese mar azul que lleváis dentro, ese mar tranquilo que no debe variar nunca porque en vosotros, en vuestro espíritu y en el ambiente que os rodea debe reinar siempre la paz del Padre, y esa paz del Padre es la que yo deseo para todos vosotros.

Soy JESÚS.


B.17.- Describe su martirio moral en la cruz, más intenso, incomparablemente, que el dolor físico en la crucifixión.

Sesión del Viernes 18 de Abril de 1941.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

¡Qué duro fue mi martirio; qué débil la materia para soportarlo.

Aún yo, que sabía desdoblarme, que sabía dominarme y muchos de los sufrimientos que agobian a los demás para mí pasaban inadvertidos porque había logrado insensibilizar mi cuerpo, cuántas veces, en esos momentos comprobé que el sufrimiento era terrible.

Debía de haberles bastado a los hombres el martirio mío para terminar de una vez con la bárbara costumbre de castigar físicamente.

Se cree generalmente que si no hubiera sucumbido, mi vida habría sido larga y hubiese podido dar mayores enseñanzas; pero la Ley lo tenía determinado y yo había escogido mi misión y debía de morir por el más infamante de los métodos, en el más duro de los martirios.

Amor y temor habéis leído hoy.

¿Cuándo comprenderá la humanidad que debe respetar la vida de sus hermanos, la vida que da el Padre, la vida, que debe conservarse.

¿Hasta cuándo lo va a comprender?

Ahora os contaré, siendo doloroso aún para mí, como fueron aquellos momentos y aunque parezca que voy haciendo el relato de mi vida a saltos, después lo ordenaréis vosotros porque tengo mucho que hablaros todavía acerca de los años anteriores a mi cruento martirio.

¿Podéis imaginaros lo que representa, después de aquel recorrido, de aquellos días de amargas decepciones, en que fui objeto de las más satíricas vejaciones, ser conducido a aquel infamante lugar bajo un sol que hacía perder el sentido aún a los más fuertes, con el estómago vacío, sediento, amargado hasta lo más recóndito del corazón?

Es muy duro para mi recordarlo, pero quiero que os deis cuenta aproximada de lo que significa el martirio de la cruz, además de lo que sufre la materia al darse cuenta de que los momentos son llegados, que se aproxima la hora temida, la hora terrible del cruento sacrificio que hace padecer aún más porque hay cerebro, porque hay pensamiento.

¡Qué duro es, qué doloroso, hermanos míos, sentir el cuerpo distendido en aquellos duros maderos: primero una mano, atravesada por un grueso clavo que entra poco a poco rasgando la carne, destrozando los músculos, produciendo un dolor que es difícil soportar conscientemente; después la otra; luego los dos pies, forzados porque se trata de unir las plantas al madero.

¡Cómo repercuten los golpes del mazo, que va hundiendo los clavos en la carne, en el cerebro!

Y cuando ha terminado esta primera parte, dolorosa y sangrienta, a izar el madero y sentir entonces el peso del cuerpo sobre aquellas heridas que se rasgan, que se hacen más profundas. Querer detenerse, levantar la cabeza, hacer un esfuerzo inaudito para tratar de evitar que el peso del cuerpo desgarre más aquellas dolorosísimas heridas, y al estar así horas y más horas, viendo el sufrimiento de mi madre, el dolor de los hermanos que me amaban; pero más doloroso aún, ser objeto de las satíricas burlas de aquella soldadesca enardecida, de aquellos hermanos tan atrasados que el olor de la sangre o el espectáculo de mi flácido cuerpo, pálido y mustio, parece que los excitaba, como fieras hambrientas de carne y de sangre ; y estar así, con el pensamiento lúcido, porque el dolor no logró enturbiarlo, y no poder, a pesar de la elevación espiritual que había alcanzado, librarme de los dolores físicos que a veces me enloquecían.

Desmayos aliviadores venían de cuando en cuando; pero al volver en mí los dolores eran aún más agudos… la sed me devoraba.

¿Cómo explicar, cómo haceros comprender las distintas sensaciones de esas horas de agonía?

Por fin se fue obscureciendo todo… mis ojos ya no veían… parece que el cerebro no pensaba… que el corazón no latía y un desmayo más largo terminó con aquel suplicio a la vista de todos; pero quiero hacer constar que no fue la muerte, fue el desmayo ocasionado por el agotamiento a que había llegado por la abundante hemorragia y por las largas horas de aquel sufrimiento despiadado… Cómo son descripciones que evocan recuerdos tan dolorosos, en otra ocasión os hablaré de mi despertar al lado de mi caro Maestro José de Arimatea, porque ya sabéis la trascendencia que ha tenido en la historia de la humanidad este cruento martirio.

Estaba en Ley que se ignorará la verdad y estaba también en Ley que fuera ésta la última vez que los hombres segaran una vida por castigo y por justicia, y, sin embargo seguís haciéndolo.

En este siglo en que la tierra podría llamarse ya civilizada, en que la humanidad ha avanzado tanto, se sigue castigando y aún se mata por castigo.

No fue suficiente lo que habían hecho hasta entonces y si este martirio mío marcó una época, señaló un nuevo día es triste que ahora, en la aurora de este séptimo día tan esperado por vosotros, sigáis tan ciegos, tan ignorantes.

Cese ya el martirio corporal, porque aún las materias no están suficientemente depuradas para no sentir el aguijón del dolor físico.

Estoy con todos los que sufren, con todos los que son martirizados.

Mis heridas vuelven a sangrar y esa sangre limpiará, y debía de haber limpiado de la superficie de la tierra esos castigos infamantes.

Trabajad, hermanos míos, porque los castigos corporales no se apliquen ya.

Se os han dado consejos y advertencias acerca de como debe tratarse al hermano más atrasado que delinque: amor, no temor.

Que el amor del Padre sea con todos vosotros.

Soy JESÚS.


B.18.- El “santo sacrificio de la misa” es la burla más sangrienta y que más hiere al Maestro.

Sesión del viernes 4 de Abril de 1941.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Muy atraído a la tierra en esta época de remembranzas dolorosas, quiero hablaros para pediros mucha fuerza en vuestros pensamientos, mucha convicción y firmeza en vuestras ideas.

La Iglesia Católica, en sus últimos tiempos, ya que ha sido mi mayor enemigo, mi mayor detractora, mi mayor verdugo, trata de rehacerse, echando mano de todos los medios que le quedan, y ya podéis daros cuenta de que esto significa un sufrimiento muy cruento para mí, aún en espíritu.

Atraen los pensamientos de todos aquellos que se dicen católicos, y de otras religiones también, como acabáis de oir en la lectura de esta noche, y todos rememoran algo tan doloroso, que mis heridas vuelven a sangrar, no por el recuerdo del sufrimiento material, sino por el escarnio de que soy víctima todavía.

No haya odio ni rencor, hay deseo, muy grande, muy vehemente, de acabar para siempre con esta burla sangrienta que del sacrificio de un hombre se hace aún.

Fue un sacrificio cruento en que la materia, como toda materia, tuvo sus debilidades y cobardías; pero fue un sacrificio que trajo gran provecho a mi espíritu, que después de tantos siglos sigue aún atado a vuestra tierra, porque son muchos los pensamientos que lo atraen, son muchos los que, haciéndolo Dios –cometiendo con ello la blasfemia más grande- lo invocan y lo llaman, y ese espíritu no puede libertarse como era tiempo ya.

A vosotros os pido hacer equilibrio en ésta época; enviar vuestros pensamientos de fuerza, pero también de libertad.

A vosotros que sabéis la verdad de lo que sucedió hace tantos siglos, a vosotros, pues, pido vuestra ayuda ahora que el ambiente de la tierra, alterado en esta época de pascua, en esta época tan llena de mentira, tan llena de absurdos, la enturbian, más todavía de lo que ya está.

Uníos y estad presentes, ayudad a los demás y emitid estos pensamientos llenos de amor, llenos de fuerza, pidiendo justicia y pidiendo que la luz sea hecha de una vez.

Gracias os doy por la cooperación que me prestáis y pronto volveré a continuar al obra que tenemos iniciada.

Que la justicia sea con todos y que el amor del Padre os acompañe.

Soy JESÚS.


B.19.- Explica por qué no dudó en abandonar a su madre, y la reivindica ampliamente en su calidad de madre normal y perfecta.

Sesión del Viernes 13 de Junio de 1941.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

¡Qué todas las mujeres de la tierra sean loadas; que todas las madres sean benditas!

Yo amé a la mía muy tiernamente; pero la misión que traje requería que le causara la pena grande de separarme de ella.

Aún mis discípulos, y muchos de mis contemporáneos, me tacharon de fanático porque, persiguiendo un ideal, abandonaba el más santo de los deberes: el amor filial, pero yo venía a cumplir con un deber, a desempeñar una misión trascendental y no dudé en sacrificar a la que era para mí la más amada, la más tierna de las madres, enaltecida después y considerada como Reina del Amor.

Ese espíritu está lleno de luz y es uno de los más fuertes protectores de todas las mujeres de vuestro mundo, mi madre María de Nazaret.

Aún con los prejuicios religiosos y sociales, todas las madres y todas las mujeres la invocan, mas con un concepto falso, con una virginidad que la avergüenza, puesto que la despoja del más hermoso, del más grande de sus atributos de madre perfecta, de madre normal y madre sufriente, porque ninguno de vosotros podría creer que dio a luz a sus hijos como a mí o como divulga la iglesia católica: en un momento de éxtasis divino, ayudada por los ángeles que no la dejaron sufrir, que no le permitieron conocer el mas grande de los sufrimientos humanos: el dolor del parto.

Aún en medio de la falacia de la religión, de las mentiras que la han despojado de su mayor grandeza: la maternidad verdadera y real, ella siempre protege, siempre ama a todas las mujeres especialmente a todos los niños, a todos los hombres.

Es la Reina del Amor que no conocen en su mayor belleza porque no la han querido reconocer como madre, como madre de muchos hijos, como madre que se igualó a todas porque era una mujer como todas, aunque llevando un espíritu superior.

En ella canto a todas las mujeres que se dignifican con los dolores del parto y que no sólo en ese momento sublime conocen al dolor de la maternidad, sino que se entregan a una vida de sacrificio por el hijo amado, que generalmente no les proporciona las satisfacciones que debería.

La emancipación de la mujer acabáis de leer, acabáis de escuchar. Sí, hermanos míos: por cuantos siglos fue postergada la compañera del hombre, la madre del hombre, la reina del hogar; por cuantos siglos no conoció más que la esclavitud y prejuicio; pero ahora, me diréis: ¿por qué la mujer abusa de esa libertad, de esa emancipación? ¿No comprendéis que muchas de ellas han vuelto a encarnar como mujeres y no estaban acostumbradas a gozar de esa libertad de que hoy disfrutan? De pronto viene el abuso, y tenemos tristes ejemplos de ello en las mujeres de los países más civilizados, como el país del norte, pero esas mujeres que no cumplen con su deber de madres porque evitan la natalidad, esas mujeres que no ofician en sus hogares, que no conservan el calor y la atracción para el hombre, que no conocen el sacrificio, que sólo quieren lisonjas y que viven –la mayoría- en el vicio, hermanos míos, estamos en la época de liquidación, y esas pobres mujeres tienen que sufrir mucho, porque esos hijos que no han nacido, a quienes se les ha evitado venir a pagar sus deudas o a cumplir una misión, tienen que exigirles todas las responsabilidades que han contraído. Pensad en ellas con amor, ayudadlas, sobre todo vosotras, madres que habéis sabido cumplir con vuestro deber.

Pensad también en esas madres, llenas de dolor, que han visto sucumbir a sus hijos por el falso amor patrio en los actuales momentos. Ese dolor las purifica y aun así, creyendo cumplir con un deber, sus espíritus se benefician, sus espíritus progresan; pero que cesen ya los cruentos dolores de estas madres, que cese ya el libertinaje de las otras que no saben ser ni siquiera mujeres, y vosotras, madres ejemplares, mujeres abnegadas que comprendéis vuestra misión y aceptasteis gustosas el sacrificio que implica el hecho de haber encarnado como mujeres, pensad en amor en ellas, ayudadlas, y así las bendiciones del Padre serán para vosotras y para vuestros hijos.

Soy JESÚS.


B.20.- Clama porque cese ya esa inicua explotación de su martirio en la cruz.

Sesión del viernes 21 de Noviembre de 1941.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

¿Hasta cuándo va la humanidad a dejar de escarnecerme?

¿Hasta cuándo va a seguir recordando aquel triste momento de la agonía de un hombre en el mayor de los sufrimientos humanos, en el más grande de los martirios físicos, en la más intensa de las torturas morales ante la burla y la injusticia de las leyes humanas y de sus semejantes, que lo condenaron inícuamente a un castigo bochornoso?

¿Hasta cuándo van a dejarme descansar?

¿Hasta cuándo van a dejar de hacer comercio con esa cruz sobre la que expira el hombre flácido, demacrado, horrible, según la imaginación del pintor o escultor que me representa?

¿Hasta cuándo va a seguir siendo símbolo de injusticia? porque empuñando la cruz, con el cristo en la mano, cuántas injusticias se cometen en nombre de esa ley absurda que dicta la religión?

Que cese ya ese comercio: que se derrumbe esa cruz ignominiosa; que se olvide ya ese momento duro, difícil, por el que tuve que pasar en mi última encarnación en la tierra.

Miradme vosotros, lleno de luz y de alegría. Olvidad mi flaqueza física, mi debilidad material, a la que tuve que sucumbir porque llevaba una materia y toda materia es susceptible a estos dolores que por grande que sea el espíritu no puede evitar.

Dadme a conocer vosotros como al hermano que trajo la Ley de Amor; como el hermano que soñaba en unificar a todos los hombres, en establecer la religión del amor, la unión y la igualdad de todos.

Dadme a conocer como al hermano que no era superior a los demás; que era “Hijo de Dios” porque hijos del Dios que sólo podían conocer en aquel tiempo éramos todos; al hijo del Padre, al hermano vuestro, porque todos somos hijos del mismo Padre Eloí.

Haced que las humanidades presentes y futuras reconozcan en mí, no al apóstol ridículo, no al farsante que quería hacerse divino. Haced que reconozcan al hermano que predicaba la humildad, al hermano que sólo deseaba el bien de los hombres, al hermano que abolía el egoísmo material, el hermano que daba su lugar a todos, enalteciendo a las madres, exaltando a la mujer y condenando al egoísta y al malvado.

Enseñad a los niños –a los niños que tanto amé en materia y a los que tanto protejo en espíritu- a que amen en mí, no al hombre, sino al hermano desencarnado, al espíritu radiante de amor que quiere ser para ellos protector y maestro; pero no les enseñéis a amarme como me representa la religión, con las manos ensangrentadas, con la agonía en el rostro, con el dolor reflejado en todo mi ser.

Desprendedme de esa cruz vergonzosa y mostradme a ellos como un hermano radiante de felicidad y lleno de luz blanca, blanca que los ama mucho.

Que la humanidad me conozca, que me ame , pero que no me idolatre; que no se adoren ídolos, que no se hagan figuras de hombre a mi semejanza, de cera, madera, o metal; que no me pinten como se imaginan que fui; que piensen en mi espíritu; muchos me pueden ver ya, muchos me pueden conocer porque tienen la facultad de la videncia otros me presienten.

No creáis que fui el hombre hermoso que todos imaginan; fui un hombre que, debido a la vida de castidad y pureza que llevó conservó la corrección de sus líneas y su cuerpo sano; pero no creáis que fui de la belleza que todos me quieren dar. Fui un hombre como todos y así quiero que se me ame; un hombre entonces, un hermano desencarnado hoy, un espíritu que a todos os ama y que por todos veía.

Amadme así vosotros, comprendedme, estudiadme y ayudadme para que cese ya ese comercio criminal que se hace con mis dolores físicos.

Amadme en espíritu, como yo os amo a todos, y así a todos, hijos del mismo Padre, hermanos míos, os bendigo y os prometo continuar pronto la narración de mi verdadera vida material.

Soy JESÚS.


B.21.- Recorre sabiamente los tres reinos principales demostrando que admirable es la vida en el seno de la Naturaleza.

Sesión del Viernes 19 de junio de 1942.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

¡Qué grande es el amor de nuestro Padre! ¡Todo es amor en el Universo!

Examinad todos los reinos:

Si pudierais contemplar la vida animal, si pudierais vivir en los bosques, en los lugares no hollados por el hombre, veríais cómo viven esos seres admirables porque, por instinto, observan sus leyes, tienen sus costumbres, y en todas las razas, desde las más grandes y fuertes hasta las más pequeñas y débiles, existe la protección, el amor de unos a otros. ¡Cómo se cuidan, cómo se protegen, cómo se buscan, cómo se unen para que, por medio de esa unión, la protección sea más fuerte!

¡Qué admirable es la vida en el seno de la naturaleza!

Si contempláis el reino vegetal, con cuánto amor las plantas grandes cobijan a las pequeñas.

¡Qué protección tienen las flores!

¡Con cuánto amor se abren las rosas, esparciendo sus olores y sirviendo de lecho a pequeños insectos que allí se reproducen!

Dan la miel que las abejas liban y conducen a su panal para darla después al hombre en amor.

¡Todo es amor en la creación!

¡Cómo conmueve el árbol corpulento dando su sombra al caminante, dando su fruto al sediento, dando protección al árbol pequeño que bajo su sombra crece!

Si observáis la vida natural, en todo encontraréis protección, en todo encontraréis amor, y si estudiáis la maravilla de vuestro cuerpo: ¡Cómo está construido, qué grande es la sabiduría del Creador al formar el cuerpo del hombre! ¡Cómo cada órgano importante está rodeado de líquidos que no permiten que se maltrate, que se golpee! Es un mullido colchón que protege cada uno de esos delicados órganos maravillosos de vuestro cuerpo, y cómo todos se relacionan entre sí, cómo todos se unen, cómo todos, en reciprocidad, trabajan porque todos forman esa maravilla del cuerpo humano.

Ved cómo vuestras extremidades están cubiertas de uñas, para protegeros; cómo los párpados cubren vuestro ojos; cómo las pestañas, aún teniéndolos abiertos, os libran de la luz fuerte que os pudiera molestar.

Y así podría daros mil ejemplos, podría deciros con cuánto amor acaricia la lluvia hasta las tiernas plantas; con cuanto amor la nubes cubren el sol cuando se necesita fresca sombra; con cuánto amor el vientecillo sopla para acariciar, para proporcionar el fresco que es necesario a ciertas horas del día; con cuanto amor viven en el seno de los mares los peces grandes y pequeños, y aunque es cierto que se devoran unos a otros, es por el instinto de vivir, por las necesidades de la vida, pero aún esto, hermanos míos, está dentro del amor de nuestro Padre.

Y vosotros, los seres fuertes, los seres pensadores, vosotros, los hombres, que lleváis la chispa divina, que encerráis ese espíritu tan amorosamente protegido por el alma: ¡No veis en ello también el amor de nuestro Padre?

Vosotros, los conscientes, vosotros, los seres para quienes fue creado este mundo y para quienes son creados todos los mundos del Universo, en conciencia: ¿Amáis a los demás como se os manda?

Vosotros deberíais ser siempre dulces, siempre tiernos; siempre disculpar al que no sabe, ayudar al débil, levantar al caído, animar al vencido.

¿Obráis siempre en amor?

Ved dentro de vosotros mismos, examinaos y veréis como no siempre cumplís con lo que tanto se os ha mandado. No sois tolerantes, os enojan las faltas ajenas, ¿no comprendéis que hay un motivo, que hay una causa? Que no todos sois iguales, que no todos tenéis el mismo grado de progreso, ¿Por qué violentaros, por qué exigir, por qué mandar con despotismo?

¿Por qué sentiros superiores a los demás? Todos sois hermanos, todos estáis en este mundo porque formáis una sola familia. Así, más amor, más ternura, más paciencia y más tolerancia para los que, porque no tienen todavía vuestro grado de progreso, delinquen, faltan, o simplemente, no afinan enteramente con vosotros. Mucho, mucho debéis dar, porque… ¡cuánto se os da...!

Vosotros que estudiáis, vosotros sed siempre dulces; amad mucho a todos y a todo lo que os rodea. Pero no seáis condescendientes.

No confundáis la tolerancia con la condescendencia. ¿No comprendéis qué quiere decir esta palabra? El que condesciende es que no sostiene sus ideas, es que no tiene firmeza y el hombre debe ser siempre firme y siempre consciente, pero no condescendiente con aquel que no obra en justicia, que no obra en razón.

Con dulzura se logra más que con despotismo, si los grandes gobernantes comprendieran esto, serían amados de su pueblo y harían mucho bien a todos; pero no conocen la única verdad, no comprenden la máxima sublime de “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS”.

¡Cuántos misioneros caímos por hacer comprender este mandato!

Seguidlo vosotros, comprendedlo y practicadlo y que en ese amor infinito del Padre sigáis, todos unidos, amándoos como verdaderos hermanos.

JESUS DE NAZARETH.


B.22.- Cura, besando sus llagas, a un leproso y sus discípulos Pedro y Juan, curan a otros dos, en la misma forma.

Sesión del viernes 16 de Octubre de 1942.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Era una tarde calurosa y bajo la sombra de un sicomoro, pregunté a mis discípulos reunidos conmigo:

¿Qué haríais si alguno de vosotros me traicionara y vendiera?

Pedro, rojo de cólera me dijo:

“Maestro; aquél hombre que se atreviera a hacerte un mal, lo mataría yo primero”.

Entonces Juan levantóse y dijo airado:

“Aquél que te insultare lo abofetearía el rostro y delante de todos lo escupiría”.

Mal pensáis, hermanos, ¿qué diría mi Padre, que es el dueño y señor de vuestras vidas y vuestras almas? ¿Se obscurecería el sol para él? ¿Le faltaría la luz, el aire para respirar, los alimentos que lo sustentan?, no, nada de eso pasaría, y si el Padre que es todo misericordia, que es todo fuerza, que es todo amor no señala al delincuente ni lo priva de lo necesario para su vida ¿quiénes sois vosotros que así podéis pensar de un hermano que delinque?

Bajaron la cabeza humildemente y de los ojos de Juan corrieron lágrimas amargas.

Aquel que delinque merece más amor y más ternura. Aquél que enferma del espíritu o del cuerpo ha menester mayores cuidados de todos nosotros sus hermanos y así todos poseídos de gran unción, escucharon mis palabras y lloraron ante la evidencia de la verdad.

De regreso a la ciudad venían tres leprosos. Desde lejos se percibía el olor nauseabundo de sus carnes descompuestas. Sucios harapos los cubrían y sus pies sangraban por el mucho andar por los ásperos y ardorosos caminos.

El que venía delante, con la cara corroída por las llagas pero todavía arrogante, altivo, llegó hasta mí, posó la rodilla en el suelo y tratando de besar mis pies me dijo:

“Oh Rabí: he oído hablar de tu sabiduría, de tu bondad, del poder curativo de que haces gala. Cura mis llagas porque mi vida es insoportable, insufrible, o dáme la muerte si no hay remedio para el mal que me aqueja. Sé misericordioso conmigo… no puedo soportar más esta vida de apestado… el perro más miserable de la calle recibe más que yo… cura mis llagas… o ¡dame la muerte! …”

Entonces, levantándolo lentamente del suelo, me acerqué a él y le bese sus labios, le bese sus llagas. Ante la expectación de todos y de una manera casi repentina, se vio como carne nueva fluía a sus mejillas corroídas, como se desprendían pedazos de carne muerta y cómo, a la vista de todos se desarrollaba una encarnadura sana y vigorosa.

Entonces Pedro y Juan corrieron hacia los otros dos leprosos y siguiendo mi ejemplo besaron sus cuerpos… y ante todos se obró la misma maravilla.

Todos caímos con la cara al suelo y yo, levantando mis brazos ante aquel grupo de discípulos y aquellos tres nuevos conquistados a la luz y a la verdad, dí gracias a mi Padre que me concedía poder obrar aquello que era una maravilla para los demás, pero que para mí no era más que la demostración de su amor, que yo podía impartir.

El amor lo puede todo; el amor cura el alma y el cuerpo.

Así, derramando lágrimas de emoción, besando a cada uno de mis discípulos los insté para que nunca olvidaran aquella hermosa lección que me había sido concedida darles en nombre de mi Padre.

Recordad que el amor lo puede todo y que en amor se cura el espíritu y el cuerpo.

Que el Padre os bendiga.

JESÚS DE NAZARETH.


B.23.- Hace una cálida apología de la humildad como signo de verdadero progreso espiritual.

Sesión del Viernes 4 de Diciembre de 1942.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Con vuestro pensamiento me habéis llamado y solícito vengo a demostraros mi amor.

La enseñanza del amor, de la verdad, de la humildad traje a la tierra y mi espíritu, que sabía su pequeñez, que sabía la corta vida material que le esperaba, los grandes sinsabores y ultrajes, las calumnias, los sufrimientos que había yo escogido, ese espíritu humilde ha sufrido tanto después de su desencarnación porque, conocedor de lo que significa en el infinito la chispa de un espíritu, tiene la pena de sentirse hecho Dios, glorificado, llamado así por la humanidad que no supo comprenderme, y así podréis apreciar el sufrimiento que me embarga cuando por caminos torcidos se enseña, como por una ironía, todo lo contrario de mi obra, dándole otro carácter, otra definición y otra práctica.

Pocos espíritus libertos han sufrido las amarguras que el mío porque yo, que si tuve un fanatismo fue el de la verdad y en verdad hablé para la posteridad, mi espíritu se ha visto mancillado ignominiosamente por los sacerdotes de todas las religiones, por los directores y guías de todas las sectas filosóficas. ¡Qué pocos han comprendido mi obra, qué pocos practican mis doctrinas!

LA HUMILDAD

Sed humildes, decía a mis discípulos y a todos los que me escuchaban en mis pláticas durante mi última vida material. Sed humildes.

Yo, que predicaba la humildad, he visto cómo me erigen estatuas hasta de oro y de marfil, cómo comercian con mi nombre y con mi cuerpo; qué escarnio han hecho de ese dolor humillante que me fue causado como hombre y cómo se valen de la bandera del amor que yo enarbolé muy alto para enriquecerse y para, por medio de la política, conseguir puestos elevados y tener sobre los labios las mentiras infamantes que escudan con mi nombre.

Sede humildes, os digo ahora otra vez, destruid, arrancad de vosotros la soberbia. Acordaos que esas chispas divinas que lleváis en vosotros, si son grandes porque son partículas consubstanciales del Padre, son pequeñas todavía y necesitan engrandecerse, aumentando en su luz, dar más brillo ¿cómo? Por vuestro trabajo y vuestro estudio, pero, sobre todo, no olvidéis que debéis ser humildes porque todo se os da; qué grandes ventajas, qué grandes facilidades y qué gran ayuda tenéis y que poco lográis por vosotros mismos. La materia os hace egoístas y os hace soberbios. El rubor cubre vuestras mejillas ante un insulto, ante una contrariedad o una contradicción; queréis que todos obren y piensen como vosotros y os molestáis y os alteráis, sentís el impulso de la violencia.

Eso no está bien, porque vosotros, como hombres, debéis ser humildes, debéis saber que la materia, aunque es un instrumento muy amado del espíritu, no es más que materia que se deja muchas veces, y cuánto la amáis, cuánto la cuidáis, cuánto os preocupáis de ella y aún vosotros que estudiáis y conocéis lo efímero de la vida humana, sentís todavía vanidades, os apegáis a las modas y a las costumbres nocivas que privan en estos días.

¿Por qué no contestar con una sonrisa a aquel que os habla con dureza?

¿Por qué no meditar antes de contestar con una violencia?

¿Por qué sentir orgullo porque sois o tenéis más que el hermano que está junto?

Sed siempre humildes, hermanos míos. La humildad es lo que trae mayor progreso al espíritu, porque los humildes serán ensalzados y porque los últimos serán los primeros; pero el hombre, en materia, quiere deslumbrar, quiere brillar ante los otros, quiere demostrar que sabe más, que tiene razón y no está contento hasta que se dice en público las obras que ha desempeñado o que fundó, o que él dio la idea o que él hizo la sugestión. ¡Qué satisfacción! ¡Cómo se ensancha de orgullo y de vanidad cuando recibe los elogios de los que, ignorantes como él, lo ven grande!

¿No es mayor la satisfacción que se siente cuando veis el fruto de una obra vuestra de la que nadie sabe que fuisteis vosotros los autores?

¿No es mayor la satisfacción que sentís cuando aquí, después de vuestros estudios, opináis sobre algún asunto del momento, que después veis confirmado por la prensa y por la opinión general?

¿No os llenáis de noble satisfacción al ver cómo vuestro pensamiento fue el que intuyó a aquellos que pudieron darle publicidad y que no saben que fuisteis vosotros?

¿Quién sabe que una opinión salida de aquí sirve para desbaratar algún plan nocivo o un algo que iba a perjudicar a los demás?

Entonces, entonces sí debéis sentir satisfacción, pero la satisfacción de lo incógnito, la satisfacción de lo escondido.

Así como la violeta esconde su pétalos y su aroma, nadie la ve pero el aroma dice que allí está, ese sea el aroma que debe tener vuestro espíritu, el aroma que da la humildad, el aroma que da la consecución de las obras calladas, de las obras que nadie publica, mucho menos vosotros mismos.

¿No sabéis que se resta mérito a una buena obra cuando el autor de ella lo publica?

En cambio, allí tenéis a la madre, a la madre que se desvela, a la madre que llora, a la madre que, momento a momento, va inculcando en sus hijos los sanos consejos y va dándoles el noble ejemplo de su virtud.

Esa madre callada, cuanto sufre; esa madre no espera nada… pero el hijo crece, se hace hombre y entonces, aun cuando la madre se ha ido ya, cómo la recuerda, cómo sigue sus consejos y entonces la obra de la madre callada, de la madre mártir, de la madre que supo llorar y enseñar el amor a sus hijos, es enaltecida por éste con sus obras, y así la cadena del amor es infinita, pero siempre sobre la base de la humildad.

No os enorgullezcáis de nada. Sabed que sois humildes, que sois pobres porque lleváis aún una materia y la materia ¿qué significa en la vida del espíritu si ella perece? Es el instrumento, pero son instrumentos que se cambian muy a menudo; así es que, si ahora sois hermoso, decid: “es por un momento” porque un momento fugaz es la vida de una materia. Después ¿cómo seré?, tal vez feo, tal vez enfermo, quizá deforme”, pero todas estas actuaciones son momentáneas, hermanos míos, en la vida del espacio.

Sed humildes y gozad, dentro de vosotros mismos, cuando veáis el fruto de vuestras buenas obras, cuando veáis también que nadie sabe que son hechas por vosotros.

Quedad en paz, que el Padre os bendiga.

JESÚS.


B.24.- VIDENCIA DEL MAESTRO.

¡He visto tan bien, tan claro al maestro! ¡Qué ojos tan hermosos! ¡Qué luz! El salón se ve inundado por esa luz tan blanca, tan intensa, que no puedo percibir los detalles porque me siento deslumbrada. La materia de la hermana médium desaparece por completo… sólo veo al Maestro Jesús sonriente, majestuoso, dirigiéndonos la palabra.


B.25.- Dice seguir encadenado a la tierra por el falso culto que se le rinde.

Sesión del 31 de Marzo de 1944.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Soy Jesús, el sacrificado; soy Jesús, el mártir de muchos siglos, porque sigo siendo el mártir sacrificado una y mil veces por los hombres.

Sigo encadenado a la Tierra por el culto falso que me profesáis; sigo encadenado a mis dolores, sigo sufriendo mis heridas porque los hombres se complacen y se recrean en dejarlas siempre abiertas.

¿Hasta cuándo, hasta cuándo Padre mío va a terminar mi martirio?

¿Hasta cuándo se me va a conocer tal cual soy?

¿Hasta cuándo se me va a despojar de la vergüenza de que me rodeáis?

Hombres, hermanos míos muy amados: ¿Por qué no me comprendéis? ¿Por qué no me escucháis? ¿Por qué no queréis creer que yo no soy ni he pretendido ser Dios?

¿Por qué no queréis creer que soy un hombre como vosotros, un hermano vuestro que os ama mucho y que sólo quiso venir a traeros el conocimiento de la única Ley que rige todo el Universo: el Amor?

¿Por qué rendirme culto después de tantos siglos?

¿Por qué seguir llenándome de oprobio?

¿Por qué esas lisonjas, por qué esos oropeles, por qué esas falsedades que yo no pido, que no merezco?

Hombres de la Tierra, escuchad: os pido que tengáis luz en vuestra razón para que comprendáis que yo no soy más que el espíritu que una vez encarnó en la Tierra como hombre y que falsamente lo tomaron como Dios.

Nunca lo pretendí y sólo quise venir a enseñaros que había un camino que seguir, el camino del amor que estaba iluminado por la luz de la verdad; pero mis palabras no se comprendieron y aún siguen tomándose con significados torcidos, malévolos, para lucrar a costa de mi muerte vergonzosa, a costa de mis sufrimientos que, como hombre, fueron amargos y dolorosos, ¿hasta cuándo lo podréis comprender?

Ahora vuestro ambiente es tan pesado –en estos días de dolorosos recuerdos- que no puedo acercarme a vosotros como os había ofrecido. Pedid ayuda para que pueda seguir dictándoos la verdad sobre mi vida en mi última encarnación en la Tierra y vendré a vosotros otra vez; pero el ambiente necesita depurarse porque ahora los pensamientos de los hombres y mujeres, principalmente de los niños, están monopolizados, están en un sopor, están aprisionados por cadenas pesadas y fácilmente son conducidas a donde les conviene por esas fuerzas que aprovechan este estado en vuestra contra, hermanos que aquí en materia escucháis, que sois tan pocos; podréis comprender ahora por qué sois tan atacados, porque habéis tenido tan amargos sufrimientos últimamente; por qué sois tan combatidos, por qué no se os comprende, por qué todo para vosotros es difícil; esas fuerzas que aprisionan y manejan a su antojo se dirigen en contra vuestra, se dirigen en contra de todas las causas nobles, se dirigen en contra de todos aquellos que persiguen la verdad y que obran en amor.

No os extrañéis; vosotros, con vuestras penas y sufrimientos, os acercáis a mí en verdad y en verdad os digo que os debéis sentir felices porque apuráis como lo estáis haciendo, la copa del dolor. Apuradla con alegría porque esto os acerca a mi, pero os acerca también a nuestro Padre, que es amor y sabiduría.

Pedid con intensidad que cesen ya mis sufrimientos, que se rompa esta cadena que me ata aún a vuestro mundo, porque mi misión no era la que creen sino la que vosotros conocéis.

Ayudadme vosotros a liberarme y ayudad también con vuestra fuerza para que la verdad sobre mi vida sea conocida por vuestro conducto.

Amad vuestros sufrimientos, sonreíd en medio de ellos y bendecid al Padre que así os da la oportunidad de engrandeceros, de purificaros, de progresar.

Que Él os bendiga y que viváis siempre dentro de su amor y de sus sabias leyes.

Soy JESÚS.


B.26.- Hace una síntesis de las grandes verdades de la vida y del universo.

Sesión del 7 de Julio de 1944.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Soy Jesús.

Habláis mucho de “la verdad”.

Se os dice: “enseñad la verdad” y yo os pregunto ¿estáis preparados para enseñarla? ¿En dónde se encierra la verdad? ¿Podéis concretar la verdad? ¿Qué decis con “ la verdad”?

Practicar la verdad, obrar en verdad… pero ¿tenéis una idea completa de lo que es “la verdad”?

Hermanos míos: hay muchos que esperan de vuestros labios la verdad, pero ¿qué les vais a decir? La sola palabra “verdad” no indica nada para el ignorante; pero vosotros ¿cómo la vais a explicar? ¿En dónde está la verdad?

Decid a los que os escuchan:

La verdad está en el Padre, porque el Padre es omnipotente y sabio, porque el Padre es amor, Porque el Padre es verdad, y no hay más que un solo Padre, al que vosotros llamáis “Dios”, que no es “ el Cristo”, ni es Jesús.

Y decid también que la vida es eterna y continuada.

Que el espíritu es grande porque es hijo consubstancial del Padre.

Que el espíritu vive millones de veces, siempre en pos de su perfeccionamiento.

Que el espíritu va progresando y va habitando mundos superiores hasta acercarse a la verdad suprema, hasta acercarse al Padre.

Decid a todos que el Universo es infinito y todo es creación del Padre omnipotente.

Y decid a todos que todo está sujeto a leyes inmutables y que el más pequeño de los actos , de los pensamientos que emite el ser humano, que el más leve de los movimientos de todas las cosas obedece siempre a la Ley del Padre, porque no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad del Padre.

Decidles también que esos astros que iluminan vuestras noches y que recrean la vista de los hombres no están puestos únicamente para su placer y explicadles que esos astros son mundos como el vuestro, más pequeños o más grandes, más atrasados o más adelantados, donde viven también espíritus encarnados.

Y que todos formáis la inmensa familia de la Cosmogonía.

Que vuestro mundo Tierra está encadenado también a los mundos de la Cosmogonía.

Y que ha sido juzgado ya y forma parte de los mundos de progreso.

Decidles también que la vida será muy grata y que la Tierra cuenta ya con los elementos necesarios para el placer y la satisfacción del hombre; pero que éste, lleno de pasiones, dominado aún por la ambición, malsana, por la envidia, avasallado por el egoísmo, por el amor propio, no puede gozar de lo que el Padre le ha dado pródigamente.

Decid a los hombres que no son felices porque no saben amarse.

Decid a los hombres que obran en falsedad y aquel que obra en falsedad no puede encontrar la paz espiritual.

Decid a los hombres todo esto y habréis dicho la verdad.

Que así viváis, que así obréis y así la alcancéis al final de esta existencia.

Que el Padre os envuelva en su amor infinito y comprendáis vosotros, más adelante, que Él es la Verdad Suprema.

Soy JESÚS.


B.27.- Reconoce humildemente los dolores y flaquezas de la materia.

Sesión del 3 de Julio de 1944.

La médium sintió como un anillo de hierro que le oprimía la cabeza, impidiéndole concentrarse y coordinar sus ideas, y pidió ayuda.

Así sentía yo cuando llevaba sobre mi frente una corona de espinas; mi mente se nublaba, la sangre se congestionaba y no había ideas ni pensamientos y si yo, que vine a la Tierra como misionero mártir, sentí las flaquezas de la materia, si yo más de una vez me sentí nulificado, imposibilitado para seguir adelante porque sentía que no podía más, hoy vengo a deciros que comprendo vuestros sufrimientos, vuestros dolores, vuestros momentos de duda y titubeo.

No son los tiempos en que a mí me tocó actuar como misionero mártir; pero vosotros en la vida actual, también sois mártires porque vuestras materias están obligadas a desarrollar ejercicios y trabajos superiores a vuestras fuerzas, porque no estáis convenientemente alimentados, porque el desgaste nervioso os hace cobardes, ofusca vuestro cerebro y no percibís las intuiciones.

Yo sé lo que es llevar una materia dolorida y por e so os comprendo y por eso vengo a deciros que no sintáis vergüenza por esos momentos de desaliento que sentís muy a menudo.

Hermanos míos: la materia es un lastre muy pesado. La materia, muchas veces, en vez de ser el instrumento que el espíritu necesita, es su enemigo, es el mayor obstáculo para la actuación que el espíritu se ha propuesto desarrollar.

He aquí el sufrimiento grande del espíritu cuando no puede manejar una materia cansada o enferma.

Yo sufrí mucho en materia y como ya os digo, tuve momentos blancos, tuve momentos en que mi mente no respondía porque estaba atrofiada por el dolor físico.

Por eso os digo que estoy con vosotros cuando sufrís, que estoy con vosotros cuando enfermáis, que estoy con vosotros porque, como hombre, comprendo vuestros dolores y vuestros esfuerzos.

Hay otros hermanos que han sido viajeros y que, poseedores de un espíritu vibrante, quisieran que obrarais con más rapidez, con más exactitud, con más actividad; pero yo comprendo que no podéis y me uno a vosotros y os acompaño cuando lloráis.

Haced ambiente y pedid al Padre que pronto pueda yo volver a dictar mi vida, como se ha prometido.

Mis brazos están abiertos, consuelo a todos los que sufren y no en vano llaman aquellos que, creyéndome Dios, juzgan que soy omnipotente. Los amo y voy a ellos; todo el que me busca me encuentra; pero sólo soy un hijo del Padre y un hermano de todos.

Estoy con vosotros y os consuelo y os doy fuerza cuando la materia os hace sentiros aniquilados.

Que el amor del Padre os envuelva.

JESÚS DE NAZARETH.


B.28.- En un paraje árido encuentra motivos para mostrar a sus discípulos que nada se pierde, todo lo aprovecha la sabiduría divina.

Sesión del viernes 13 de Octubre de 1944.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Al caer una tarde, dirígeme con mis discípulos a un pequeño poblado.

Hacía calor y hacia polvo; el camino había sido largo y todos nos encontrábamos extenuados por el cansancio.

Era un terreno estéril y árido y apenas de cuando en cuando se encontraba uno que otro árbol escueto, incapaz de dar sombra. Junto al tronco de uno de éstos descansamos.

La bota de agua circuló de mano en mano y nuestras sedientas bocas se recrearon con unas gotas del precioso líquido.

Pedro me dijo: “Maestro: ¿de qué puedes hablar en este paraje tan solitario, donde la vida no presenta nada nuevo, donde hay tanta miseria?”

Le mostré, sobre una de las ramas del viejo árbol, un nido, medio destruido, abandonado. En esos momentos dos pajarillos llegaban, gorjeando, y denotaban su alegría de haber encontrado aquel pequeño hogar. Volaban al suelo recogiendo briznas de paja, arenillas, y poco a poco fueron reconstruyendo aquel nido que había hecho otra pareja y en el cual habían nacido tal vez, otras avecillas.

Mirad, les dije: nada se pierde en este mundo; este nido abandonado es, ahora, nuevo hogar de una pareja de pajarillos amorosos que dentro de poco tendrán sus huevecillos y nacerán allí nuevas avecillas que alegrarán los aires con sus trinos.

Obscurecía. Después, un hermoso bólido atravesó la atmósfera de la tierra.

Mirad, les dije: la vida no pasa, nada muere, todo es eterno, todo continúa, todo se sucede.

Mirad como de otros mundos se envían materias y nuevos elementos que van a fertilizar, que van a llevar ingredientes desconocidos a nuevas tierras. Lo que hay de sobra en un mundo va a fructificar en otro.

Ved cómo nada se pierde; ved cómo todo es útil y cómo todo se mueve por la voluntad del Padre.

La bota de agua circuló nuevamente entre todos.

Este líquido es un tesoro que apaga nuestra sed, que nos alimenta y nos tonifica. ¿Quién nos lo da? ¿De quién es? Para todos. Así como pasa de mano en mano deben pasar también por vuestras manos todos los bienes que conseguís en la tierra, porque todo es vuestro pero nada es para vuestro uso, para vuestro propio recreo; todo debe circular porque todo es para todos.

Habéis visto cómo ese pequeño nido destruido ha servido a una pareja que va a formar un nuevo hogar.

Habéis visto cómo ese bólido ha atravesado la atmósfera de la tierra para hacérsenos visible; pero va a otro mundo a llevar nuevos elementos que les envía un mundo muy distante tal vez.

Habéis visto cómo todo en la vida es para uso de todos, que nada se detiene, nada se queda, porque nada es nuestro absolutamente, porque todo es de todos.

Decid esto a los ricos, porque el dinero que está en sus manos no debe permanecer allí, sino que debe circular.

Decid a los agricultores que no almacenen sus semillas porque esos granos tienen que circular también para alimentar a muchos hombres más.

Decid a todos los hombres de la tierra que no acaparen, que no conserven para sí lo que pueda ser de utilidad a otros.

Ya veis cómo el Padre , en su inmensa justicia, nos hace ver, aún en este paraje desierto y yermo, su gran sabiduría y su gran amor.

Pensad en que un nido destruido, un bólido y una gota de agua os dan una enseñanza, una lección de que nada es nuestro porque todo es de todos.

Mis amados discípulos concentraron su pensamiento y todos oramos dando gracias a nuestro Padre por aquella bella enseñanza y por aquel descanso que trajo a nuestro cuerpo nueva vida, nueva alegría y nueva luz.

Así la recibáis vosotros para quienes deseo que el amor de nuestro Padre os envuelva a todos.

JESÚS DE NAZARETH.


B.29.- Predice un porvenir de paz, amor, tranquilidad y armonía para la humanidad terrestre en un futuro próximo. (FALTA ESTA COMUNICACIÓN EN DOS PAGINAS).


B.30.- Para un espíritu humilde, como el suyo, no hay martirio más grande que ser deificado, desconociendo, en cambio, su verdadera obra.

12 de abril de 1946.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

¡Cuánto sufre mi espíritu atribulado!

Como hombre fui sujeto a los martirios más grandes que puede resistir una materia humana. Sí, no bastó la sugestión, no bastó la convicción, no bastó el ideal para amortiguar el martirio de la materia; pero aquello duró unas horas nada más. Después, los días que siguieron fueron plácidos y el momento del tránsito fue fácil, fue ligero.

¡Qué comparación con aquel dolor, con aquel tormento inenarrable, al sufrimiento que llevo padeciendo desde que los hombres me han hecho Dios!

No, hermanos míos, no hay palabras con qué describirlo.

Soy guía y protector de millones de hermanos acudo siempre a su llamado. ¡Cuánto dolor me causa el falso amor que me tienen, porque me aman, sí, pero no saben que no soy su padre, no saben que no soy más que un hermano mayor que los amo tiernamente y que los ayudo cuanto puedo!

¡Cuánta falacia, cuánto error, qué mixtificación han hecho de mi obra! Yo, que prediqué y viví en la humildad, véome ensalzado como un Dios y mi nombre es tomado para hacer comercio con él, las religiones se envanecen de él y se sirven de él para acaparar dinero, para negociar, para explotar.

¡Qué martirio más grande para un espíritu humilde como el mío! ¿Hasta cuándo, Padre mío, hasta cuándo?

A vosotros hermanos, os pido que destruyáis los templos, que derribéis las estatuas, que inutilicéis los lienzos que representan las distintas fases de mi martirio. ¿Por qué me recuerda la humanidad en esos momentos de vergüenza y de dolor?

¿Dónde está la esencia de mis palabras, de mis humildes prédicas?

¿Dónde está el ejemplo que dejé?

¿Por qué han mixtificado la obra de mi vida última en la Tierra?

¡Cuánto sufrimos mi madre y yo! Estamos siempre conmovidos, lastimados por servir de ludibrio a millones de hermanos en la Tierra. ¡Qué mentira y qué falsedad! Quisiéramos recibir el amor de los hombres como si se tratara de semejantes, de verdaderos hermanos.

Qué difícil es para nosotros y qué doloroso quitarles ese prejuicio a la hora de su desencarnación. ¿Cuánto retarda el momento de la llegada de la luz y, sin embargo, después de haberlo logrado, vuelven a la Tierra y la materia lo olvida, reinciden y vuelven otra vez, sintiendo nuestra atracción, a mixtificar su amor y de nuevo nos hacen dioses… es infinito esto… ¿hasta cuándo va a llegar el momento en que se arranquen la venda de los ojos y me consideren como a su hermano mayor que tiene los brazos abiertos para recibirlos a todos, pero que no es un Dios?

¡Pobres hombres que se debaten todavía en el lodo de las pasiones!

¡Qué fácil hubiera sido su vida de haber seguido los consejos de los misioneros; pero vinieron las religiones y corrompieron todo, y torcieron el camino y la pobre humanidad, debiendo ya haber llegado al grado de progreso que le corresponde por la edad de la Tierra, está todavía en tinieblas, y qué doloroso es ver las convulsiones actuales, porque la Ley tiene que obrar con violencia, con rapidez, porque el plazo ha llegado, se ha cumplido y no se os puede esperar más; pero aquí está vuestro hermano mayor con sus brazos abiertos, siempre dispuesto a protegeros, a intuiros, amándoos mucho, mucho… pero no soy Dios!

Decidlo a todos. Muchas sectas, muchas filosofías, lo saben ya; pero las religiones siguen engañando porque soy la bandera de la cual se sirven para explotar a los ignorantes.

¿Cómo es posible que haya hombres que han estudiado, que se han educado, que se han cultivado y siguen todavía aferrados a los prejuicios que heredaron de sus padres?

¿Cómo es posible que tantas mujeres, que nacieron para ser madres, desistan de este galardón de la maternidad creyendo que son mis esposas espirituales, renunciando a la formación de los hogares, renunciando al amor del hombre? ¿Para qué? Para ser instrumentos de aquellos que, más listos, se valen de ellas para explotar a los demás. ¡Cuánto engaño, cuánta falacia…! Y esos sacerdotes –vergüenza de todas las religiones- cómo trafican con mi nombre. ¿Dónde está la castidad?

¡Cuánto prediqué yo sobre el amor del Padre, sobre el nacimiento de los hijos, sobre la Ley de procreación y, sin embargo, cuánto se han adulterado mis enseñanzas!

Es doloroso para nosotros, los misioneros que habéis hecho dioses; sí, muy doloroso, y nuestros espíritus no pueden remontarse porque están muy atraídos todavía por tantos pensamientos.

¡Cuánto se nos llama; cuánto se nos exige, cuánto se nos pide… y, en amor, tenemos que acudir a todos… pero es triste para nosotros, es duro, es sacrificio!

Dejadnos ya en libertad. La familia de la Tierra debe ya seguir otros caminos que conduzcan a la luz.

Desgarrad esas tinieblas y destruid los templos. Que caigan ya las religiones fatídicas. Que caigan ya los supremáticos y vayan a los lugares de su afinidad para que sólo queden en la Tierra los espíritus libres que persiguen un ideal y que sabrán vivir ya la verdadera fraternidad.

Pedid a nuestro Padre que llegue pronto ese día y, entre tanto, con mis brazos abiertos os amo a todos.

JESÚS DE NAZARETH.


B.31.- Espíritus grandes vienen a veces a encarnar desprovistos de sus grandes atributos, por lo que no hay que despreciar a los humildes.

Enero 9 de 1953.

Vengo a vosotros en amor y por Ley:

Soy Jesús.

Muchos de vosotros estáis en el error de creer que el espíritu de luz, el espíritu adelantado, los misioneros , vienen siempre con todos sus atributos y todas sus facultades, y aquí está el error, porque la sabiduría del Padre es tan grande, hermanos míos, que muchos vuelven a la Tierra en cuerpos y en posiciones tan humildes que no se les reconocería, porque la Ley quiere la actuación en el momento preciso, y así como siempre se os habla de la gran maquinaria, de esa gran maquinaria del Universo, de la que forma parte cada mundo, cada ser, cada hombre, unas veces vienen como pequeñas cuñas para nivelar dos diminutas ruedecitas que no engranan bien.

Esas ruedas poderosas, esas poleas, en esa maquinaria complicada, no siempre son lo más importante las piezas grandes y una pieza pequeña, que parece sin importancia, puede estorbar el movimiento de esa gran maquinaria y cuando se necesita esa pieza pequeñita, entonces escoge a uno de los maestros para que venga a suplir, para que venga ayudar a que ese mecanismo grande se mueva y trabaje.

Porque todos decís ¿cómo va a ser? Si tenéis algún indicio, alguna esperanza de que alguno de vuestros seres queridos, de vuestros descendientes, de vuestros afines, creéis que es el espíritu de algún maestro –se os ha dicho muchas veces, se os ha permitido saberlo- pero lo veis tan pequeño, lo veis tan sin importancia, que no podéis creer que sea el y cuántas encarnaciones oscuras tienen los grandes maestros entre vosotros, muchas veces hasta como seres retrasados, otras veces como ilusos y soñadores, que acaban en los manicomios, pero diciendo grandes verdades y desempeñando misiones en que no saltan a la vista de los humanos, pero que son necesarias para el gran movimiento del mecanismo universal.

No despreciéis a los humildes, no despreciéis a los tontos, no despreciéis a los retrasados mentales, hay tantos de ellos que llevan grandes espíritus y, sin embargo, se han prestado para venir a desempeñar una misión humilde, o todavía quieren depurarse de algún remanente de encarnaciones pasadas y vienen, despojados de sus atributos y facultades, a encarnar en la forma más humilde y sin importancia, sin embargo, la Ley les da esa oportunidad para ganar aquella luz que no habían ganado, para quitarse aquella pequeña mancha que tenían todavía y por eso no podéis creer que un mendigo harapiento, sucio, maloliente, lleve el espíritu de algún gran misionero que ya conocéis por su obra brillante de otras épocas.

Sed buenos con los humildes, no sintáis violencia porque no comprenden lo que comprendéis vosotros. Aquel en cuyas miradas veáis amor, aunque no la luz de la inteligencia, lleva un espíritu, quizás, más grande que los vuestros. Tendedles siempre la mano y tenedles paciencia.

Cuántos de esos inválidos, cuántos de esos ciegos, cuántos de esos sordomudos son misioneros que han venido, por su amor, a traeros algo que os hacía falta; cuántos, también, a serviros de estorbo, para daros su ejemplo de paciencia y cuántos otros a ayudaros a que vosotros cumpláis una misión y ellos se prestan para ser objeto de vuestra compasión –como decía- para ejercitar vuestra paciencia, para ejercitar vuestro amor, para inflamar en vosotros el deseo de servir y de ayudar al humilde y ese ser humilde que os dio compasión, y al que tenéis compromiso de dársela, es un misionero que vino a vuestro lado para templar vuestra paciencia y templar la fuerza de vuestro espíritu.

Sed bondadosos con los humildes, sed tiernos y pacientes con los enfermos, sed dulces con aquellos que os parecen tontos o retrasados, que os violentan porque no os comprenden; acordaos de que si en materia parecen privados de la luz de la inteligencia, ignoráis que llevan un espíritu grande y que como una prueba sublime de amor han aceptado encarnar en cuerpos deficientes.

Por eso, hermanos míos, tened amor para todos, especialmente para aquellos que no os comprenden, aquellos que os hacen sufrir, aquellos que os privan de vuestra libertad y que están a vuestro lado como una cadena que arrastráis y que, muchas veces, os hace sentiros impacientes, violentos porque la Ley ha puesto a vuestro lado un ser enfermo, un ser inútil al que tenéis que cuidar, y ese ser inútil os es provechoso porque se presta para que vosotros os depuréis también.

Sed buenos con los humildes, sed pacientes y tened amor para todos porque amor es lo que mueve ese gran mecanismo del Universo en que todas las piezas son importantes.

Que el Padre os bendiga y quedo con vosotros.

Jesús de Nazareth.


B.32.- Pide no se haga tanto alarde de su sacrificio corporal, cuando hay tanto dolor espiritual en el mundo.

Sesión del 24 de junio de 1953.

Misionero del amor y del dolor yo fui. Víctima voluntaria; reo de muerte consciente, conforme, contento. ¿Por qué hacer tanto alarde de mi martirio? Ese martirio se atenuó porque yo ya lo sabía y tenía fuerza y dominio de mi mismo para soportarlo.

Como hombre, materia fui, pero cuando se lleva la conciencia del deber y cuando se llega a la cumbre de la satisfacción, del logro de lo que se ha anhelado, se sufre menos.

La luz y la felicidad del espíritu mitigan el dolor del cuerpo; ¿por qué tanto alarde se ha hecho de mí comparándome, haciéndome Dios, cuando hay tantos hombres sobre la Tierra que sufren aún más de lo que sufrí yo? Yo sabía a donde iba; yo me había entregado a mi Padre para ser el instrumento de la furia de los hombres al no comprender el mensaje de amor que les traía; pero cuántos hombres van con la cruz a cuestas, si, la cruz de la ignorancia, la cruz del prejuicio, la cruz del egoísmo, la cruz de todas las pasiones, que los hacen sus víctimas, y son inconscientes, y cuando caen bajo el peso de esa cruz y cuando son martirizados, befados y crucificados por el dolor, se revuelven contra la vida, se revuelven contra la Ley, que les parece injusta, y reniegan de su Dios… esos sufren más que sufrí yo, y hay muchos también, que conscientes, cargan la cruz que yo cargué y se dejan sacrificar por sus hermanos. A esos no hay que considerarlos como víctimas, a esos hay que considerarlos grandes, a esos hay que envidiarlos porque llevan su martirio llenos de fe, a conciencia.

Hay tantas cruces, hay tantas espinas que se clavan en vuestra cabeza, hay tantos dardos venenosos que hieren vuestro costado, hay tantos clavos que traspasan a vuestros pies y vuestras manos.

No son los clavos que hieren el cuerpo, ni las espinas que sangran, ni la espalda que hiere, ni la cruz que avergüenza los dolores más grandes que puede sufrir el hombre; hay otros, los morales y espirituales, esas decepciones amargas, sobre todo para aquel que vive en la obscuridad y que no comprende que la vida, como se ha dicho, es un valle de lágrimas, porque es una escuela de perfección y la perfección no se alcanza si no es con sufrimiento, con sacrificio; así es que no se haga tanto alarde de mi sacrificio corporal; mi espíritu se engrandeció, mi espíritu adquirió más luz; mi conciencia estaba alerta y estaba conforme; considerad y ayudad a aquellos que llevan esa cruz inconformes, rebeldes, reacios; la cruz de su dolor, la cruz de sus faltas, la cruz de sus deudas… esa cruz si pesa, esa cruz si mancha, esa cruz ennegrece y para ellos deben ir vuestros pensamientos, vuestro amor, vuestra disculpa… a mí no me recordéis así; ver como un paso de mi vida terrenal ese martirio de que tanto hablan los hombres y comprended que hay martirios más grandes y más amargos que el que yo sufrí, porque yo era consciente y porque yo lo sabía, yo no era ignorante del fin que me aguardaba y esa fuerza me dio valor para llegar al fin.

Así, os digo: compadeced y ayudad a aquel que va subiendo su calvario con la cruz de sus penas, con la cruz de sus faltas, con la negrura de su espíritu inconsciente, rebelde, inconforme, renegado. A ese, a ese hay que ayudarle, a ese hay que tenderle la mano, a ese hay que ponerle una alfombra para que no hiera sus rodillas tan duramente en las piedras del camino… a mí… a mí no, yo no fui más que un misionero del amor y del dolor que traje a los hombres el mensaje de paz del más allá.

Jesús de Nazareth.

LA JUSTICIA, EN SU MAYOR RIGOR, ES AMOR.

En estos momentos en que una oleada de dolor envuelve a todos los habitantes de la Tierra en general y, en particular, a los miembros de esta Escuela, sobre los que se concentra el odio y el rencor de los pequeños que ven desmoronarse rápidamente el monumento de ignominia y escarnio sostenido por tantos siglos apoyado en la ignorancia y el temor de las multitudes, qué consoladoras resultan las palabras, vibrantes de ternura y sabiduría, del dulce Rabí de Galilea que llega, como siempre, en el momento preciso, a derramar el bálsamo vivificante de su palabra sobre la doliente humanidad que sufre intensamente en esta grandiosa depuración universal.


B.33.- Están las lámparas del dolor encendidas. Hay fiesta en el espacio.

Sesión de Enero 15 de 1954.

Están las lámparas del dolor encendidas.

Hay fiesta en el espacio.

Vuestra Cátedra sufre porque hay muchos hermanos en el lecho del dolor; pero ya sabéis que el dolor se troca en dicha, que el dolor trae el progreso, que el dolor trae la dicha espiritual.

Alegraos hermanos, porque el accidente de esas lámparas es la esencia de la propia vida: el dolor, que es lo que más purifica, lo que más eleva, lo que más hace progresar al espíritu del hombre encarnado.

La alegría es lícita; pero el dolor es sublime.

El dolor os eleva hasta el Padre y es lo que yo quiero de vosotros; que sintáis que sois distinguidos por el dolor, que es lo que más hará elevaros.

Decid esto a todos los hermanos que sufren.

Decid esto a todos aquellos que tienen problemas que creen que no van a resolver.

Decidles que no se mueven por si solos; que hay una Ley que los lleva y los trae, pero que los sostiene siempre; aún en aquellos momentos negros en que parece que no hay un rayo de luz que ilumine el camino, hay siempre una mano que se tiende para salvarlos.

Esto os dice:

JESÚS DE NAZARETH.


C.- LIBRO DEL Amoroso y Bello Pensamiento
PRIMERA PARTE, SEGUNDA EDICION, EDICIONES DEL AUTOR 1947.
COMO ESCRIBI ESTE LIBRO

Este libro yo lo escribí; pero yo no lo pensé. Nadie me lo dictó. De ninguna parte lo copie. Nadie estaba conmigo ni a nadie consulté cuando lo escribí. Es un libro maravilloso. Maravilloso por su contenido y maravillo por su origen. No está escrito como se escribe comúnmente, bajo el dominio del raciocinio y siguiendo determinado orden lógico de ideas y teniendo un plan preconcebido. Este libro no tiene nada de eso. Lo escribí sin pensarlo, sin idearlo, sin saber a dónde iba ni lo que escribía.

Desde luego llama la atención su naturaleza filosófica y mística; disciplinas mentales y espirituales a las que yo nunca me he dedicado en mis estudios; antes bien, me eran pesadas, fastidiosas, sobre todo la parte mística, a la que nunca le di importancia. Bien conocido soy en Guadalajara y en muchas partes de Jalisco, por mi irreligiosidad, que llegó a veces hasta el escarnio de las cosas místicas y religiosas. La Filosofía, si bien he leído algo de ella, nunca fue materia que me interesó y mi criterio sobre ella siempre fue en el sentido de que era inútil y que su palabrería debería retirarse de las ciencia práctica.

El carácter de este libro está, pues, en contra de mi ideología. No sólo no fueron mis ideas las que escribí, sino que escribí contra mis ideas, contra todo lo que yo pensaba y contra mi modo de juzgar los hechos y la situación actual del mundo, en política, en socialismo, en filosofía, en ciencia, en religión, en todo. En lo general, este libro con sus ideas está contra de todo lo que yo había pensado hasta hoy.

Guadalajara entera sabe mi ideología forjada al calor de la contienda revolucionaria y endurecida en la lucha continua; aún en la lucha política a la que he entrado en varias ocasiones. Mi pensamiento se inclinó diario hacia el materialismo y hacía la rebeldía y el combate. Mis escritos de todas las épocas, hasta estos momentos, son artículos en los que palpita el combate, la agresión por la prensa, en el periódico, en revistas, en la conferencia. Mis ideas de materialismo absoluto se encauzaron por ese sendero en la Escuela Normal para Maestros, de esta ciudad, en la que me recibí de profesor, cuándo más efervescían las ideas utilitarias y materialistas. En la Psicología Experimental que estudié se hacía abstracción absoluta del alma como entidad independiente del concepto vida o del concepto energía. Profesé siempre la teoría monista y nunca acepté ni con los escolásticos ni con ninguna otra escuela religiosa o filosófica, la existencia del alma o del espíritu. En mi concepto, la vida era igual a alma y a energía, y la vida igual a reacciones físico-químicas. La muerte era para mí la conclusión de determinada organización material, que por agotamiento u otra causa, ocasionara la desintegración del equilibrio orgánico y lanzara al cuerpo a la descomposición para entregar a la tierra los elementos de que se componía; fósforo, calcio, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, etc., etc. , para que en su laboratorio se combinaran bajo nuevas formas y originaran nuevas integraciones orgánicas que se tradujeran en vida tan luego como fuera perfecta su organización. En una palabra, yo era partidario de la Plasmogenia y nunca creí en la existencia del espíritu y combatí siempre estas ideas. Materialista puro. En este orden y en todos los demás campeaba mi materialismo. Explico esto, porque el libro que nos ocupa asienta y dice de la existencia del alma y aún dice que quién dirigió mi mentalidad al escribirlo es un espíritu desligado de la materia. Como se ve, son ideas en todo contrarias a las que yo sustenté o sustentaba hasta hace poco, en que una serie de fenómenos de Psicología Trascendente como le llamamos nosotros en Psicología Experimental, vinieron a manifestarse en mí mismo, en el incrédulo, en el escéptico, en el materialista, sin esperarlos ni provocarlos; y me han hecho entrar primero en el camino de la duda; después en el camino de la investigación y ahora en el terreno del espiritualismo, al observar la forma en que escribí este libo. Sería un obcecado si quisiera seguir negando lo que en mi mismo ha pasado.

En todo este libro palpita como una oración, el nombre de Dios. Este libro tiene como centro a esa Entidad formidable e incomprensible que llamamos de distintos modos, según nuestros conceptos religiosos o filosóficos; pero que la sentimos y la palpamos sobre nosotros como una providencia, o como una casualidad, o como una fatalidad, o como una energía inmensa. Pues bien, he de confesar que yo duré una temporada pensando que no había Dios: yo fui ateo. Nunca lo manifesté, porque interiormente sentía la duda; pero casi desvanecida. Después, los acontecimientos me hicieron ver a Dios en mí mismo y lo palpé protegiéndome y llevándome a mi destino, y, creí de nuevo en Él, con la misma ingenuidad, que cuando era niño, porque frente a su incomprensibilidad pienso que para Él siempre seremos niños, y nuestra inteligencia de hombres maduros está más lejos de Él que el alma de los pequeños. Yo que fui ateo describo y analizo a Dios en este libro, y lo confieso y lo amo.

Contra todas mis ideas materialistas; contra toda mi disciplina intelectual y científica; contra todo mi pasado en acción, en palabras, en ideas, en sentimientos, escribí este libro. Es lo maravilloso de su esencia.

Expuestos mis antecedentes ideológicos, confirmados con mis escritos y con el testimonio y la memoria de todos aquellos que me conocen en mi vida de estudiante, de político y de profesionista, tanto en el Magisterio como en la Medicina, y que saben que estaba tan lejos del espiritualismo y del misticismo, paso a relatar la forma en que escribí esta maravilla de libro.

Desde luego, a los escépticos que no creen en los fenómenos supra normales, o a los científicos que no saben nada fuera de la lógica de la razón humana, yo les hago especial invitación para que investiguen estos fenómenos científicamente. Yo también fui escéptico; yo también me burle de los fenómenos espiritistas y espiritualistas; yo castigué con bromas y críticas burlescas a mis amigos espiritistas –díganlo Ixca Farías y don Rosendo Álvarez- por sus narraciones que siempre conceptúe pueriles. Pero yo digo a todos los científicos, a todos los escépticos, a todos los razonadores dentro de la lógica conocida, que estos fenómenos son muy serios; que estos fenómenos existen; que estos fenómenos son científicos y abren un campo amplísimo de investigación para todo aquel que quiera sin apasionamiento, investigar la verdad.

Y uno de estos fenómenos supra normales es este libro.

Paso a relatar los hechos. Cada quien los juzgará como guste, pues no soy propagandista de ninguna idea, ni de ninguna tendencia religiosa ni filosófica. Me concreto a expresar los hechos.

Desde el mes de marzo del presente año de 1935, comencé a notar en derredor de mí ciertos fenómenos inexplicables, de los que no solo yo me daba cuenta, sino algunas personas que me rodeaban. Estos hechos no los relato, sino para decir que tuvieron como resultante, que yo descubriera en mí una cualidad o facultad; la de escribir automáticamente, con los ojos cerrados, sin pensar en nada, dejando al solo impulso de mi mano que se movía fuera de mi control, lo que ella quería escribir o dibujar. Esta idea me la sugirió un libro de Mauricio Maeterlink en que relata fenómenos parecidos a los que me acontecían; el libro se titula “El Huésped desconocido”. Hasta allí el fenómeno que me acontecía, pasaba como un acto mecánico que yo interpreté como manifestación de mi subconsciente o un fenómeno de autosugestión. Pero al cabo de algunos ensayos en los que yo escribía eran sólo amenazas para mí, un día escribí una frase correcta en inglés, sin saber yo ni escribir ni hablar inglés: en esta frase se me anunciaban infortunios para determinado tiempo. Desgraciadamente esos infortunios se cumplieron en la fecha señalada en la frase, y esto me intrigó. Esto ya es un fenómeno de orden más elevado que yo no me explico. Ya no creí a esas alturas que era mi subconsciente profetizando. Con el transcurso de los ensayos, vine a conocer que yo podía, por medio de la escritura practicada en esta forma, con los ojos cerrados, y sin pensar en nada lógico, sino en una persona para mi querida, a la que yo profesaba un gran afecto, saber lo que esa persona estaba haciendo y aun pensando en esos momentos, y cuáles eran sus sentimientos para mí. Estos fenómenos de orden más alto en la serie de mis experimentos, los he repetido por muchos meses, queriendo saber de esa persona que yo quiero y de la que estoy separado. Algunas veces he podido comprobar que es exacto lo que escribo, es decir, que corresponde a los actos y a los pensamientos de la persona en quien pienso. Otras veces no han resultado exactos y otras no he podido investigar su exactitud. Estos fenómenos no son infalibles. Creo que diversos factores físicos influyen en su perfección.

Antes de continuar en mi relato, debo decir que esta época de mi vida –de marzo a esta fecha- ha sido mi época más dolorosa y más desesperada, pues una pena moral me quita toda calma y no me deja tiempo sino para pensar en esa gran pena y desesperarme. Esta pena moral me ha hecho pensar en este tiempo en varias ocasiones, en el suicidio. Creo que es público mi divorcio, y por eso lo menciono. Y también porque está relacionado con este libro; pues no creo que nadie con una pena tan grande pueda dedicarse con calma a escribir un libro tan profundo. Nadie lo haría; pues la pena de perder al ser amado es la más terrible que hay y quita todo entusiasmo por todo. Ese es mi estado actual de ánimo que había en contra de que yo tenga calma para escribir un libro con tema ajeno a la misma pena que es toda mi preocupación.

Y, sin embargo, esta pena y esta desesperación, fueron la causa de lo que me acontece. Un día, desesperado por saber de mi esposa, con ánimo de suicidarme por no encontrar consuelo, hice uso de mi facultad de saber a distancia los pensamientos. Mi sorpresa fue enorme al escribir las frases que aparecen en la primera página. Ese fue el primer artículo de la serie que luego escribí. Ese artículo fue bendito. Lo quiero inmensamente, porque al acabar de escribirlo, volvió a mí la paz; se disipo mi desesperación que estuvo a punto de hacerme cometer un mal acto y me dio resignación y paciencia. Esta escritura duró tres minutos.

En cada artículo va anotado el tiempo que tardé en escribirlo y el día y la hora en que lo escribí. Así se podrán dar cuenta de la rapidez de los escritos y del tiempo que tardé en escribir todo el libro.

Contando el tiempo corrido que empleé en escribirlo, es decir, contando el número de minutos gastados en los cincuenta artículos, son 1,160 (mil ciento sesenta minutos, es decir, 19 hora y 20 minutos), ni un día completo. Mas, si contamos los días que empleé desde que empecé a escribirlo hasta el final, dan 31 días, un mes completo. Dada la calidad del libro, la calidad de sus conceptos, no es posible en tan corto tiempo escribir un libro así sin agotamiento. Ni en el número de minutos que señalo en cada artículo se puede pensar y escribir un artículo así; ni un libro en menos de un día.

Este libro no está corregido. Desde el principio hasta el fin contiene las palabras y los conceptos originales que escribí, sin quitarles ni añadirles nada. En los originales no me equivoqué al escribirlos ni una sola vez.

La forma en que los escribí fue la siguiente: A la hora que tenía tiempo; que me dejaban libre mis ocupaciones de consultorio y de visitas a los enfermos, llenaba mi pluma fuente, me sentaba frente a una mesita de mis muebles de consultorio que me sirve para apoyar los brazos de los enfermos que inyecto intravenosamente; cerraba los ojos, apoyaba mi mano y la pluma sobre el papel (que en los primeros días eran revistas de medicina sobre las que escribía transversalmente a las líneas impresas) y dejaba a la mano que hiciera su oficio.

Al sentarme a escribir nunca supe el tema sobre el que escribiría y mucho menos meditaba en él con anterioridad. A los cuantos segundos de apoyada la mano sobre el papel, principiaba la escritura, y, por lo general, se señalaba primero el tema que se desarrollaría, empezando la frase con la palabra “Mentemos…” Así es que ni siquiera el tema me tocó pensar. Por las noches, cuando despertaba y me acordaba que al siguiente día tendría que escribir, me sentía ansioso de saber sobre lo que mi mano trazaría en el papel; iba con ansia y alboroto de conocer el tema.

Sólo en el primer artículo sentí un ligero escalofrío al comenzar. En todos los demás, unos cuantos bostezos era la señal de que mi mano iba a comenzar su trabajo.

Aparte de esto, nada anormal experimenté excepto en el artículo que trata de “Las Profecías”. Al escribir la frase que dice que me concentre en mí mismo, para saber mi porvenir, sentí instantáneamente una rigidez en todo mi cuerpo y un escalofrío fuerte; la mano con que escribía también se puso muy rígida, y con dificultad, escribí. Tan pronto como acabe de escribir lo relacionado con mi futuro, ceso aquella rigidez aquel malestar general, y continúe escribiendo con facilidad como antes.

En mi estado psíquico; en mis actividades mentales no experimenté nunca nada extraño o anormal. Mi sueño fue diario tranquilo. Nunca tuve fatiga mental, ni insignificante, después de escribir cada artículo, cosa que no me pasa cuando hago algunos versos o artículos para periódico, o redacto alguna conferencia y que yo escribo y pienso. En el caso de este libro, como yo no pensaba nada, el único cansancio era en la mano; pero mi cerebro quedaba ágil, libre de fatiga. Escribí casi siempre dos artículos diarios. Mi única fatiga mental era, a veces, cuando en el original quería leer algunas palabras que estaban casi ininteligibles; me fatigaba queriendo traducirlas para pasarlas en máquina. Por esto hay unas cuantas palabras que no se si están de acuerdo con el original; pero puse las mas aproximadas al sentido de la frase y a la forma del original.

Para probar que durante el acto de la escritura estaba en pleno goce de mis facultades mentales, debo citar el hecho de que varias veces fui interrumpido a medias de la escritura de un artículo, para dar una consulta a un enfermo. Daba mi consulta perfecta y normalmente, teniendo en mi memoria la sintomatología de la enfermedad, nombres de las medicinas, perfecto razonamiento para hacer el diagnóstico de la enfermedad, etc., etc. Tan pronto como me desocupaba de mi trabajo de consulta o de visita a domicilio, reanudaba la escritura del artículo sin fijarme en qué punto había quedado, ni qué idea estaba interrumpida, ni que concepto desarrollaba, y ni siquiera acordarme del tema. Y nunca tuve una falla, una equivocación, sino que la idea y hasta el párrafo mismo se completaban con una precisión asombrosa, sin errores y sin distanciamientos ideológicos. Ocho o diez veces me sucedió esto.

En los originales hay algunas palabras tachadas. Eso se debe a que yo estaba pensando en ideas ajenas al tema; casi siempre pensaba en mis conflictos familiares, o en ideas relacionadas con el mismo tema, pero queriéndolas encauzar por el camino de mi criterio propio a ese respecto. Y siempre mi mano fue obligada a trazar ideas de moderación, de serenidad, de ecuanimidad, que campean en toda la obra. Yo he sido radical y un tanto exaltado. Es otro distintivo de mis escritos en relación con el presente libro.

En el estilo de escribir también hay diferencia de éste con mis anteriores escritos. Yo hago forma literaria y no obra filosófica. Me preocupa más la forma que el fondo, y es todo lo contrario en este libro que es todo fondo, aun cuando la forma no es vulgar.

Muchas personas me han dicho que los temas aquí tratados ya los tendría muy leídos y que mi subconsciencia se mostraba en esa forma de escribir. Advierto que los temas de este libro nunca me interesaron, ni nunca leí ni escribí sobre ellos, ni intenté hacerlo, pues lo místico y religioso sólo me servían para procurar destruirlo y ridiculizarlo.

Otros me dicen que este libro es un compendio de Teosofía. Nunca he leído un libro de Teosofía. Ni sé su esencia ni sus fines. Ignoro si esto es Teosofía.

Detalle importante de mi lucidez mental es el hecho de que durante el mes que empleé en escribir el libro, no extendí un solo certificado de defunción, habiendo atendido, entre otros, como veinte enfermos de tifoidea y entre éstos, varios graves. Todos mis enfermos sanaron. Mi trabajo de Consultorio y Medicina no fue menor que en otros meses y lo atendía exactamente. Mi trabajo de escribir el libro no me quitó tiempo ni me fatigó para desempeñar mi trabajo de Médico.

En cuanto al proceso psicológico debo advertir que en este caso se procedía al contrario de lo que pasa cuando se escribe normalmente, que primero se tiene la concepción de la idea o el recuerdo en el cerebro, para por conducto de la mano, trasmitir esa idea al papel traducida en escritura. En el presente caso las ideas yo las comprendía y las sabía en el momento de estarlas escribiendo; pero el conocimiento veía de la mano hacia el cerebro; la idea se iba trazando primero en el papel y yo la iba captando en mi cerebro, en el momento de escribirla. Eso fue al principio. Poco después, y cuándo ya escribía más aprisa, como si por el ejercicio hubiera logrado un adelanto, entonces ya las ideas estaban en mi cerebro con más rapidez y hasta un poco adelantadas a la mano, pero muy poco, unas fracciones de segundo.

Otra cosa me ha sucedido: en el momento de acabar de escribir el artículo, comprendía perfectamente aquello; lo entendía y lo veía como algo mío propio, como si fuera obra mía. Ahora después me han sorprendido algunos conceptos que entonces juzgué muy naturales y que ahora encuentro extraños a mi ideología y pienso: ¿Es posible que yo haya escrito esto?

Esto es, en términos generales, como escribí este libro. He considerado todos los puntos de vista que me parecen interesantes, relacionados con dicha escritura; mi estado de ánimo, el proceso psicológico; la forma de escribirlo; las causas que me hicieron descubrir esta forma de escritura mecánica; las circunstancias que acompañaron a la escritura; mi trabajo profesional durante ella, etc., etc. Y juzgo que por todos estos motivos y por la calidad del libro, este fenómeno debe considerarse como una prueba de Psicología Trascendente, es decir, un fenómeno incluido en aquellos que la Psicología Experimental no explica claramente, y en cuyo desarrollo e interpretación se deben admitir factores desconocidos.

Resumiendo debo decir de este libro:

Que lo escribí con los ojos cerrados.

Que no lo pensé ni antes, ni al escribirlo.

Que las ideas venían de la mano a mi cerebro y no de mi cerebro a la mano.

Que el tiempo neto, contado en minutos, en que lo escribí, fue de 1,160, es decir, 19 horas 20 minutos.

Que el tiempo en días fue de 31.

Que estuve en pleno goce de mis facultades mentales.

Que no desatendí mis labores de médico.

Que todos mis enfermos sanaron en ese tiempo, aún los graves.

Que mi estado afectivo era de desesperación, estado impropio para escribir un libro de esta naturaleza.

Que el estilo del presente libro es distinto al que yo tengo cuando escribo artículos míos.

Que los temas que trata nunca me interesaron ni para pensarlos, ni para meditarlos, ni para desarrollarlos.

Que muchas de las ideas en él contenidas son contrarias a la ideología que yo he sustentado.

Que diario fui materialista, idea contraria en esencia, a la esencia misma del presente libro.

Que en todo el libro no hay una corrección, ni al escribirlo hubo una sola equivocación. Desde el principio al fin, la mano no se detenía, escribiendo firmemente, sin titubeos.

Que la puntuación, los títulos de los artículos y el nombre del libro es obra mía.

Dentro de estos fenómenos trascendentes a tres causas pueden atribuirse el presente:

O es mi Subconsciencia la que escribió.

O se trata de una trasmisión de pensamiento a distancia, de un ser vivo.

O como se asienta en el libro, se trata de la dirección o sugestión de ideas de un espíritu libre de la materia.

O autosugestión, o Telepatía o Revelación.

Son tres escalones en ese misterioso manifestarse del pensamiento humano; en ese psiquismo no estudiado aún, y que revela cuánto nos queda por conocer en el reino de los fenómenos trascendentes.

Yo aquí me concreto a señalar hechos. No soy propagandista de ninguna teoría ni de ningún sistema filosófico. Por desconocidos estos hechos, debemos abstenernos de decir la última palabra y someterlos al examen sereno y sensato de nuestra débil razón. La llamo débil porque frente a estos fenómenos tan reales, tan palpables, que superan a toda nuestra lógica, no podemos sino considerar pequeña nuestra razón conocida frente a las razones desconocidas que entrevemos en estos fenómenos.

Cada quien la interpretará como guste. Yo me considero obligado frente a la ciencia, frente a las realidades históricas, filosóficas, sociales y religiosas a dar a conocer este hecho tan maravilloso para mí. Y lo expongo sin miedo a la crítica. Porque es un hecho y el hecho es la verdad. Responsabilidad para mí sería no manifestarlo claramente. Júzgueseme como quieran. La realidad nadie la destruye: en eso me apoyo. No soy un alucinado. No tengo interés en engañar a nadie. Más provecho y honra obtendría yo si publicara y dijera que yo había sido el autor de este libro y que lo había escrito en forma normal. Su esencia y su forma, me darían honra, porque es altísimo y bien escrito.

Ahora sólo me resta protestar que he dicho la verdad, y sólo la verdad. Por toda mi vida; por toda mi honradez; por todo mi deseo que se estudie científicamente este asunto, protesto que he dicho la verdad. Nada hay exagerado ni nada mentiroso. Se me debe creer por interés científico si no se quiere creer por otro motivo. Yo he dicho la verdad de los hechos.

DR. PEDRO RODRÍGUEZ LOMELÍ.

Guadalajara, Jal., diciembre de 1935.


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